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Isla al Sur

HUELLAS EN LA MEMORIA

HUELLAS EN LA MEMORIA

Como consecuencia de la tenencia irresponsable de perros peligrosos, varios habaneros cuentan hoy dolorosos pasajes de sus vidas.

ANEL REGUERA PUENTE,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Una tarde, el pequeño Bryan baja de su casa en la calle San Miguel. Mueve una jabita de pan como haría con un rehilete. Todo es juego a sus nueve años. Abajo, un joven sostiene a su perro mediante la correa. Al pasar por su lado el animal se lanza al brazo del niño. A pesar de la evasiva, el pequeño no puede evitar la mordida. A la voz de “Niña, suelta” de su dueño, la Staffordshire se aleja. Pero ya es tarde.

“Llegamos al Pediátrico de Centro Habana, el niño chorreaba mucha sangre”, recuerda su madre. En curaciones le suturaron la herida con la poca piel que sobraba en su brazo derecho. Al día siguiente tuvimos que volver. La herida olía muy mal, estaba infestada”.

Según supimos, Bryan necesitó los servicios de la terapia intermedia hasta que rebasó el peligro para su vida. “Ahora le tenemos pánico a los perros, cuando los veo pasar a mi lado me quedo paralizada”, dice la abuelita y agrega: “A Bryan no le quedó ese temor, hasta quería traer uno de los cachorros de la propia Niña para el apartamento”.

Hoy la familia vive con el recuerdo y Bryan con una huella en su piel. Todos se preguntan una y mil veces por qué el joven no bajó a la calle su perro con bozal.

Gravedad de las heridas

La doctora Dinora Matienzo Dicviño, especialista que atendió a Bryan en terapia intermedia a su llegada al Hospital Pediátrico de Centro Habana, explica los riesgos a que estuvo expuesto el niño:

“Llegó con un gran desgarramiento del músculo de su brazo derecho. Pueden considerarse heridas graves porque hubo pérdida de tejido, lo cual provocó que fuera trabajoso suturarlas y unir la zona afectada ya que faltaba piel”, recalcó. Narró, además, que la herida se infestó y hubo que cambiar el antibiótico por uno de amplio espectro, incluso se manejó el criterio de amputar el miembro.

Según la pediatra, se le administraron altas dosis del medicamento intravenoso hasta que cesó el peligro para su vida: “Durante los cinco días que estuvo en terapia intermedia, su brazo mostró una marcada impotencia funcional. Posteriormente necesitó de los servicios de rehabilitación para estimular la movilidad de su brazo”.

Bryan estuvo un total de 14 días hospitalizado. Cuando conversamos con la doctora ya el niño estaba de alta, pero nos interesamos por su futuro.

“Existen varios riegos en este caso. Es preciso observar la evolución de las heridas, corren riesgo de infestarse, o no lograr una correcta cicatrización ante la pérdida de tejidos. También pueden quedarle cicatrices. Ahora lleva un tratamiento con fisioterapia”, manifestó.

Cicatrices en la memoria
 
“Me encontraba en la cocina cuando entró la perra, estaba suelta en el pasillo jugando con un vecino,” narra Emma. El ejemplar, también de la raza Staffordshire, fue directo a morderla.

Mi hija estaba cerca de mí, rememora mientras se le entrecorta la voz. Al oír los gritos, el hijo baja rápido de la barbacoa y ve cómo su madre es sacudida por el animal de anchas mandíbulas: “Fue mi hijo quien logró quitármela de la pierna, por poco le muerde los testículos. Luego vi como masticaba el pedazo de piel que me arrancó”.  

Emma ha relatado la historia en innumerables ocasiones y aún no deja de conmoverse, a pesar de haber transcurrido ya varios meses de los acontecimientos.

Sin perder tiempo, sus hijos y los dueños del animal la trasladaron al policlínico Joaquín Albarrán. “Recuerdo que me atendió el doctor Héctor y nos dijo que nunca había asistido otro caso como el mío. Los conocía por referencia de otros compañeros. Estuve 45 días sin trabajar en la casa”.

¿La irresponsabilidad queda impune?

“Existe una alta incidencia de mordeduras por estos perros, a causa de la imprudencia de sus dueños. Producto del descuido de los propietarios que no sacan a sus animales con bozal y correa a la calle, y no tener las condiciones idóneas para criarlos, han aumentado esos incidentes a cifras considerables en los últimos tres años en la capital”, comentó el médico veterinario Jesús Cairo, responsable provincial del programa de Zoonosis.
 
“Lamentablemente no hay ninguna ley para sancionar la aptitud irresponsable de los dueños”, precisó el especialista.

Sin embargo, en estos casos la ley sanciona, según el fiscal jefe municipal Lázaro Guzmán Díaz, en declaración para el periódico Guerrillero, de Pinar del Río. La mordedura de los perros podría ser un delito de lesiones. El Código Penal lo recoge en el Artículo 272 para las graves, y el Artículo 274 si no son graves, expuso el letrado.

El acto de los animales no se sanciona, añadió, sino la conducta que se condena es la de las personas. Por tanto, si se demuestra que el ciudadano no podía prever la posibilidad, no hay delito.

Pueden darse dos casos, explicó. El primero, cuando el dueño da la orden de ataque contra la persona. Ahí sí sucede un delito de lesiones intencionalmente. En el otro caso, que el animal muerda a alguien sin que el dueño tenga participación directa, pero responde a una negligencia porque lo tiene en la calle suelto y sin bozal.

En ese acápite, continuó el jurista, podría haber delitos de lesiones, pero por imprudencia, porque el dueño puede prever la posibilidad de que se produzca el incidente, según aparece en el Artículo 9.3 del Código Penal.

La sanción de los delitos mencionados sería de tres meses a un año de privación de libertad, o multas de 100 a 300 cuotas, o ambas, agregó.

Educar no solo a los perros... 

Según la doctora Miriam Cruz, responsable del programa nacional de Zoonosis,  “los Staffordshire son perros tranquilos que no agraden a las personas, pero sabemos que existen dueños que los entrenan desde pequeños para pelear y ahí es cuando cambian su actitud y se vuelven agresivos”.

El doctor Walfrido López, médico veterinario de la Clínica de Animales Afectivos de la Avenida Carlos III, explica las características del can: “El Staffordshire-Terrier americano es un perro degenerado de la raza Bull-terrier Inglés, que luego fue llevado a los Estados Unidos. Era utilizado para el arreo de ganado. Pero es un perro dócil, de naturaleza noble. Si desde cachorros son bien educados, puede ser el animal más tierno del mundo”.  

Valen estas opiniones de los especialistas y hagamos realidad modificada el viejo refrán legado de los abuelos: “El perro es uno de los mejores amigos del hombre”. El primer amigo ha de ser el hombre mismo.

Clasificación: Reportaje estándar.


 

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