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Isla al Sur

VIAJE AL CENTRO DE LOS HÉROES

VIAJE AL CENTRO DE LOS HÉROES

Palabras de presentación del volumen de César Gómez, en la Feria del Libro de La Habana.

PEDRO PABLO PRADA,
Cortesía para Isla al Sur.

Foto: LAURA PRADA ARIAS

 

Buenas tardes a todos.

En ocasiones como la de hoy, cuando se presentan libros de periodistas que además son compañeros de estudios, de corresponsalías de guerra y amigos, como en particular lo son César Gómez Chacón y Roger Ricardo Luis, no cabe improvisar.

He tenido poco tiempo para preparar estas palabras, desde que César me pidió que, como hace veinte años en el Pabellón Cuba, le acompañara nuevamente en la reedición de su Viaje al centro de los héroes, que esta vez llega acompañado por Prepárense a vivir, de Roger, y Prisioneros de guerra, de Carlos Alberto Marú.

La guerra de Angola reúne en un haz a estos tres nuevos títulos que la editorial Verde Olivo, que este año cumple su 50 aniversario, regala a los cubanos de hoy –hijos de aquellos muchachos, de cuyas hazañas vamos a asombrarnos al leer sus páginas.

Si Prisioneros de guerra retrata el rostro duro del soldado víctima de la casualidad o el error, que como el viejo pescador de Hemingway, pudo ser derrotado pero no vencido ni abandonado por las circunstancias del combate; si Prepárense a vivir se inspira en la carretera moscovita de Fadéiev, y nos grita desde el cerco la determinación teleológica de no morirse y vencer en cualesquiera sean las terribles circunstancias, Cuito Cuanavale: viaje al centro de los héroes, colección de periodismo escrito entre la primavera  y el verano de 1988, cuando las vivencias ardían en la piel y en los cuadernos del corresponsal de guerra, goza de la impronta que pocos logran y era tan cara al maestro Horacio Quiroga: dejar que la emoción pasada brote nuevamente, resucitada con la fuerza del primer instante.

Vi partir a César Gómez a la guerra, pujando su lugar en una larga fila de corresponsales veteranos y noveles que en la querida revista Verde Olivo emulábamos durante aquellos años por ocupar nuestro lugar en el frente angolano. Cuando sucedió la tragedia del avión cubano derribado por accidente, en el que iban nuestro compañero de estudios, el periodista Antonio Medina y otros colegas de la Fílmica de las FAR, temimos por su vida. Luego supimos que la había arriesgado más allá de lo imaginado, incursionando con una patrulla de exploradores dentro del territorio enemigo, a merced de sus trampas, sus minas y de las serpientes venenosas, sepultado a veces por la tierra y los escombros de los refugios, que eran demolidos por los cañonazos sudafricanos.

César volvió para revelarnos en detalles la hondura humana de quienes defendían Cuito Cuanavale; para hablarnos del primer teniente Benito Tena –herido, pero dispuesto a seguir al frente de su tropa, como debe hacer un dirigente comunista, dando siempre el ejemplo-; del veterano teniente coronel Ciro, que convirtió a los tanques T-55 en el castigo más mortífero para los míticos Olifant; del entonces coronel Ermio, a quien los soldados querían como padre, y cuya capacidad de resistencia y profunda comprensión del sentido de la orden del Jefe de la Revolución cubana, le permitieron encabezar a unos valientes que no se rendían, prendidos a aquellas tierras arenosas del sur de Angola como raíces de mangle rojo.

César volvió de la guerra para reportar el regreso a la Patria de esos heroicos defensores, y poder captar el momento en que un soldado, que ha derrotado a la muerte, que ha humillado a la metralla y ha desafiado al fuego, y que no sabe que es un héroe, se sienta en el contén de la calle donde ha nacido, donde jugó bolas, tiró pelotas y dio besos furtivos al anochecer, y llora, como un último acto de coraje, para poder abrazar después a sus padres.

Para decirlo con una imagen, con estos tres libros estamos ante una colección de disparos de francotiradores muy certeros, que reúnen decenas de retratos del pueblo cubano, que nos hacen sentirnos orgullosos de lo que somos y de lo que hemos sido; que nos muestran el camino de dónde vinimos y señala hacia dónde debemos ir.

Reeditarlos es un acierto que honra a Verde Olivo –revista, casa editora y escuela del periodismo combatiente cubano-, enriquecido, en el caso del Viaje… por el prólogo de Carlos Valdés, uno de los tantos “comisarios políticos” que estuvo en aquel frente, y quien contextualiza la nueva lectura con las atinadas reflexiones del Comandante en Jefe sobre el significado de la histórica batalla.

Si recientemente los cubanos tuvimos la suerte de revivir la epopeya de Angola a través de un serial de televisión y de las escenas del filme Kangamba, y aún nos quedan prisioneros a los cuales hemos rescatar de las celdas del Imperio, es porque andamos siempre de viaje con nuestros héroes, que nos llevan hoy a Angola y Cuito Cuanavale como antes lo hicieron a Baraguá, a Dos Ríos, al Moncada, a Santa Clara o a Playa Girón.

Aprender a sernos fieles a nosotros mismos es lo mejor que podríamos hacer con estas páginas cuando la orden de leer sea dada.

Muchas gracias.

 

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