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Isla al Sur

SIEMPRE, POR SIEMPRE Y SIEMPRE

SIEMPRE, POR SIEMPRE Y SIEMPRE

El 14 de julio se cumplirán 24 años de la muerte de Jorge Luis Borges, uno de los más grandes escritores latinoamericanos.

ALIUSKA BRIZUELA VEGA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

La luna ilumina los estantes. El polvo se acumula sobre ellos. Al instante reconozco a Schopauer, Lau–Gsé, Jhon Donne. Los volúmenes recogen olvidos. Hace ya 23 años que Jorge Luis Borges falta en esta biblioteca.

Me sorprende escuchar un rumor tenue, un toc-toc impreciso a la vuelta del pasillo. El anciano tantea con cuidado las paredes, estrecho con suavidad la mano que me extiende. Le propongo quedarnos en penumbras para no romper la magia del encuentro.

“Por mi no se preocupe, joven, me dice. Hace 50 años que soy ciego”.

-No es una casualidad que esta

conversación trascurra entre libros…

Pues claro que no, joven. ¿No dicen los manuales de Periodismo que las entrevista deben realizarse donde el entrevistado se sienta mejor?

Fui un hombre de libros. Hay personas que no pueden imaginarse un mundo sin flores, sin árboles, sin pájaros; yo no puedo imaginarme un mundo sin libros. Cada título es una extensión de la memoria, un hechizo infinito.

En la mañana del 14 de julio de 1986 el escritor argentino Ernesto Sábato sintió un dolor en el pecho. Pocos minutos antes su esposa le había comunicado que Jorge Luis Borges había muerto.

-Ya hace 23 años que usted pasó al infinito.

 

La muerte es una falacia. Epicuro decía que cuando nosotros somos ella no es y cuado ella es nosotros no somos. Eso también lo dijo Machado, claro, mucho tiempo después.

En mi juventud yo pensaba mucho en la muerte; mejor dicho, en el suicidio. A cierta edad comprendí que es una preocupación inútil, porque el suicidio ocurre cada día.

-Y entonces se enamoraba de nuevo.

Recuerdo que una vez estaba con Macedonio Fernández en uno de los café de Florida, tocaban una melodía infame: La comparsita. Macedonio me propuso que nos suicidáramos para quitarnos de encima esa música tan terrible.

-Pero no lo hicieron, ¿eh?

No sé, no me acuerdo.

Esa mañana Borges amaneció más alegre que de costumbre. El médico supo enseguida que la agonía comenzaba. Maria Kodama (su mujer) sugirió traer un cura católico; Borges accedió bajo la condición de que viniera también un pastor protestante:”Así los tres podemos discutir sobre teología”.

-Hace poco, una encuesta realizada en Argentina

demostró que usted es uno de los escritores

más conocido; sin embargo, las estadísticas

indican que sus libros se venden poco.

Mire usted en mis estantes, no hay ningún libro mío. Toda mi obra fue un ensayo, un error que el destino me obligó a publicar; no merezco ninguno de los premios que me han otorgado. Sin necesidad de salir de Argentina te podrás encontrar mejores escritores que yo.

-¿Por eso no le otorgaron el Premio Nobel?

¡Bah! Yo tampoco lo quería. Por esos años había un chiste muy conocido, decía: ¿Sabe usted cuál es el deporte preferido de los suecos?

-No darle el Nobel a Borges.

Los ojos le brillaban, curiosos. Quizás recuerda cuando Margarete Yousenat lo visitó en Ginebra; ya Borges estaba muy enfermo. La gran escritora francesa había venido desde New York a despedirse de él, conversaron durante horas; ambos sabían que era la última vez.

-Si le hubieran dado el Nobel estaría junto a

hombres famosos: Hessel, Faulkver, Ellert,…

También junto a escritores muy malos: Hemingway, que se dio cuenta que era un mal novelista y se disparó en la cabeza, acto de valentía que lo redime un poco. Gabriela Mistral, una mediocre, aunque a diferencia de Pablo Neruda, sí se lo merecía.

A los mejores nadie los tomó en consideración: Joyce, Proust, Kafka…No hay en la literatura universal, exceptuando al Quijote, una novela que se pueda igualar con el Ulyses, o con la gigantesca obra de Proust.

En 1985 Roberto Fernández Retamar solicitó la autorización de Borges para publicar parte de su obra en Casa de las Américas. El escritor argentino no llegó a ver esa edición de sus textos: murió precisamente un año antes de que se publicara.

Fernández Retamar, conmovido, terminó el prólogo de esas Páginas Escogidas con una frase que Borges había empleado cuando la muerte de Miguel Unamuno, y que al escritor cubano le pareció valida en ambos casos: “El primer escritor de nuestra lengua acaba de morir”.

–Don Borges, en los últimos

23 años, ¿qué le ha dolido más?

Primero quíteme lo de Don; Borges a secas está bien.

–Bien, como prefiera.

Lo que más me ha dolido es estar separado de María Kodama. El último día yo le dije que no estuviera triste, que nos íbamos a encontrar 200 años después. For ever and ever, ande ver. (Siempre, por siempre y siempre).

–Siento que soy víctima de una

broma; es imposible que sea real.

Dígame, Borges, ¿ha sido todo un sueño?

Sí, es todo un sueño. Es tu sueño construido con mi realidad.

Nota: El contenido de las respuestas fue obtenido de textos del escritor Jorge Luis Borges.

Ficha técnica:

Objetivo central: Homenaje a Jorge Luis Borges.

Tipo de entrevista: Imaginaria.

Por su forma: Mixta.
Por su contenido: De opinión.
Canal por la que se obtuvo: Consulta bibliográfica.

Tipo de título: Llamativo
Tipo de entrada: De ambiente
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de conclusión: Impacto

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