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Isla al Sur

EL LENGUAJE Y SU DIMENSIÓN SIMBÓLICA

EL LENGUAJE Y SU DIMENSIÓN SIMBÓLICA

HAIDELVIA MOYA,
Profesora de la Universidad Bolivariana
de Venezuela, Sede Monagas.

La diversidad de símbolos presentes en la cotidianidad de los seres humanos se interpreta mediante el lenguaje. Desde épocas remotas, los individuos sistematizan la información de sus entornos de acuerdo a la normativa y al uso que posee el lenguaje que los conforma. Se considera, de acuerdo con concepciones filosóficas que los humanos son animales racionales capaces de conocer, de representar su mundo a través del lenguaje, lo que los hace seres únicos y particulares, que obviamente, se diferencian de los animales. Esto los marca como seres que presentan, según Ferrater Mora, (Ibidem) una “differentia specífica”.

Por otra parte, se ha planteado que el lenguaje es la característica más específica que identifica inequívocamente a la especie humana. Obsérvese lo que plantea en este sentido el filósofo Fernando Savater (2004: 93): “El lenguaje es el certificado de pertenencia de mi especie, el verdadero código genético de la humanidad”. Sin embargo, cabe destacar que las reflexiones filosóficas tienen características no concluyentes; son de naturaleza especulativa, y por lo tanto generan nuevas reflexiones.

Ahora bien, teniendo en cuenta la existencia de un compendio de símbolos en la actualidad, el conocimiento del lenguaje y su vinculación con la cultura son necesarios para desmontar los discursos que constantemente se producen y re-producen en los medios de comunicación. La elaboración de sentidos dentro de los textos periodísticos (medios impresos), responde en la mayoría de los casos a intereses que se alejan de las verdaderas realidades de las comunidades de hablantes. En otras palabras, se construyen significados que contrariamente a informar, pueden en todo caso, desinformar.

Aunado a lo anterior, la cultura, el lenguaje y la comunicación se integran para producir procesos de significaciones que deberían ser estudiados desde  los contextos donde se dan. De allí que la cultura de los pueblos se organice y estructure mediante la circulación de contenidos y significados. Los actores sociales, mediante el lenguaje no sólo se comunican, sino que estructuran las relaciones internas y externas de acuerdo a la necesidad de interactuar en las situaciones cotidianas.

Esto se justifica con el aporte semiótico de Greimas al discurso. Para el autor, “el mundo humano parécenos definirse esencialmente como el mundo de la significación. El mundo solamente puede ser llamado humano en la medida en que significa algo” (P.7).  De esta manera frecuentemente se expresa mediante el lenguaje una serie de signos que simbolizan las visiones de mundo, las costumbres, tradiciones y manifestaciones ideológicas que no se separan de las intenciones que se persiguen al momento de comunicar algo.

En esta perspectiva, el lenguaje como un hecho social, humano, le concede cabida a la interpretación de los enunciados que diariamente transmiten los medios. Las personas que reciben la información, al momento de procesarle, entenderla y comprenderla, se relacionan con todo un proceso de decodificación que se muestra turbio si realmente la producción o la escogencia de los textos por parte de quienes los elaboran, no son los más propicios (obviamente que esto ocurre muy a menudo). Los receptores de textos periodísticos pueden permanecer pasivos ante un código escrito que, aunque está redactado de manera sencilla, los persuade, los impulsa a la actuación y hasta posiblemente a una acepción equivocada de la realidad.    

En el apartado anterior se mencionó la cultura como un aspecto relevante y pertinente cuando se habla de lenguaje, sobretodo de lenguaje periodístico. Ésta por ser una producción de sentidos que se gesta dentro de los contextos de interacción social, permite entender la cadena de símbolos que convencionalmente están relacionados con los procesos de lecturas de los medios. Y precisamente se relacionan con la lectura de los medios porque dentro de la estructura mediática se tejen argumentos revestidos de “poder”.

En tal sentido, la dimensión simbólica del lenguaje se hace explícita en el papel de “ser representación de” que corresponde a las lenguas una vez que se ha asumido su carácter comunicativo: porque comunican (y ya que dan información), han de representar algo, han de simbolizar lo que transmiten. (Fernández, M. 1999, p. 28-29)

Para finalizar, se aclara, que se puede convivir en una sociedad, independientemente de la violencia simbólica que en ella se suscite, lo importante es que se puede sobrevivir en ella mediante el diálogo, es decir, cuando se comprende que existen acuerdos convencionales para el manejo de la lengua que aglutina a su alrededor a todos los miembros de la sociedad, donde claramente se establecen procesos de semiosis que regulan los comportamientos y las concepciones de la realidad comunicacional en la actualidad.

En un papel público como el diario...
deben ocupar un lugar distinguido aquellas
ideas que, a más de ilustrar el espíritu,
deben ocurrir a la felicidad de los
que se aprovechan de ellas...
Alexandro Araimón Brosel  
    

Bibliografía:

A. J. Greimas (1976). Semántica Estructural. Madrid: Gredos, S.A.

Fernández, Pérez, M. (1999). Introducción a la lingüística. Barcelona: Ariel.

Ferrater, Mora, J. (2001). Diccionario de filosofía. Barcelona: Ariel.

Savater, F. (2004). Las preguntas de la vida. Barcelona: Ariel.

 

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