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Isla al Sur

UNIVERSIDAD BANDERA

UNIVERSIDAD BANDERA

Así define a la Universidad de La Habana el profesor Antonio Iraizoz Colarte, vicedecano del Instituto de Farmacia y Alimentos.

MAYKEL GONZÁLEZ GONZÁLEZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

La Universidad de La Habana es mucho más que una institución. Su escalinata es el camino hacia los conocimientos, hacia una nueva vida en que no faltarán los buenos momentos, ni los malos, pero que quedarán para siempre en la memoria, intactos. Resistirse a este fascinante mundo no es una decisión sabia, lo mejor es avanzar hacia él con la plena confianza de que será para bien. Así lo hizo Antonio Iraizoz Colarte, vicedecano del Instituto de Farmacia y Alimentos (IFAL), quien hace ya 35 años trabaja como profesor de la emblemática casa de altos estudios cubana.


 
-Dicen que al subir por primera vez la

escalinata de la Universidad de La Habana

cada estudiante experimenta una pluralidad

de sensaciones, ¿cuáles fueron las suyas?

Mi caso es algo poco común, porque los jóvenes cuando llegan a cierta edad prefieren hacer solos las cosas, sin la compañía de los padres y el primer día que subí la escalinata lo hice precisamente con mi padre. Él falleció cuando terminé el primer año de la carrera. Su deseo era que sus hijos estudiaran en la Universidad, por tanto, para mí es un orgullo tremendo ser parte de ella y este crece cada vez que la subo.

La Universidad de La Habana representa mucho para mí, en ella estudié, me gradué, siempre he trabajado aquí y ese es mi orgullo, como también del resto de los profesores.

Es una institución con una historia tremenda, por ejemplo, en el edificio Guiteras que es donde radica la Facultad de Farmacia, quedan marcas de tiros como huella de las luchas revolucionarias. Cada rincón de la Universidad tiene su historia. Ser parte de de ella es una responsabilidad.

-Se destacaba en las asignaturas de

Química y Matemáticas en la enseñanza

secundaria y obtuvo premios nacionales

en los concursos de esas materias.

¿Cree que ello contribuyó a definir su

vocación por las ciencias farmacéuticas?

Sí, tuvo que ver. Siempre me gustaron más las ciencias, principalmente la Química, a pesar de que en mi familia lo tradicional era estudiar carreras de letras. Mis padres estudiaron Derecho. Por otra parte, tuve excelentes profesores en la enseñanza preuniversitaria en las asignaturas de ciencias, lo cual considero que me hizo sentir aún más atraído hacia ellas.

Tanto la enseñanza secundaria como la preuniversitaria pueden definir la vocación de un estudiante si cuenta con buenos profesores que encaminen aptitudes específicas. Yo siempre recordaré con agrado a los maestros de la secundaria y del preuniversitario. También a los de la Universidad.

-Fue presidente de la FEU de su año

y ocupó cargos en otras organizaciones.

¿Resultó difícil combinar estas responsabilidades

con los estudios durante su carrera?

No me fue difícil. La FEU es una cantera formadora, ella me enseñó mucho; la UJC también. Como estudiante tenía compromisos muy fuertes con esa organización. También tenía otras responsabilidades bien grandes: una fue la de ser padre de una niña en el cuarto año de mis estudios universitarios. Mi esposa y yo comenzamos la carrera juntos. Confieso que eso no perturbó nuestro índice académico. Además, terminamos nuestra carrera con buenos resultados. Ambos somos profesores de la Facultad hoy en día.

-Profesor Titular, vicedecano del IFAL

y autor de un número significativo de

investigaciones. ¿Se siente satisfecho?

Satisfecho… tal vez, aunque considero que aún me quedan muchas cosas por lograr y espero poder llegar a ellas. Uno siempre trata de dar más. De lo que sí estoy orgulloso es de tener una esposa de tantos años y dos hijos que terminaron sus respectivas carreras. Mi hija estudió Medicina y el varón es graduado del IFAL. Es decir, mi vida personal me satisface. En cuanto a la profesional, he tratado de dar todo lo que puedo.

-Ha conocido instituciones universitarias

en el extranjero. ¿Qué diferencias percibe

en la Universidad de La Habana con respecto a

otras casas de estudios superiores foráneas?

En primer lugar, hay diferencias desde el punto de vista docente y metodológico. Por ejemplo, en la Universidad de Finlandia, de la cual soy profesor, tiene una excelente docencia, pero desde el punto de vista de la interacción alumno-profesor, no es igual.

En las universidades de Latinoamérica donde he estado he visto diferencias notables en el plano pedagógico; en tal sentido, la nuestra es superior, en especial, en la atención que brindamos a los estudiantes. Pienso que salvo algunas excepciones en lo que es el área latinoamericana, la Universidad de La Habana está por encima en cuanto a la formación de profesionales.

-¿Qué problemas ve en la nuestra?

Lo que me preocupa en nuestro país es la educación formal de los estudiantes. Hay quienes presentan un nivel educacional muy bueno, pero el cultural es bajo y esto se evidencia en comportamientos inapropiados y conductas irrespetuosas, etc.

Cuando uno estudia en la Universidad tiene que percatarse de que se encuentra a un paso de ser profesional. Esto implica ética, y un comportamiento ante la sociedad que hay que formarlo. Nuestros estudiantes deben reflexionar en cuanto a esto. Está faltando disciplina, sacrificio y voluntad de estudio y es algo a tener en cuenta.

No podemos perder una sociedad tan bonita como la que hemos construido por el deterioro del comportamiento social de la juventud. Los estudiantes universitarios tienen que ser el ejemplo para toda la juventud cubana.

-¿Qué importancia concede al estudio de

las ciencias farmacéuticas en nuestro país?

Toda la importancia. Esa es mi profesión e imagino que todo el mundo hable bien de la suya. Hay quien escucha Farmacia y piensa en la persona que trabaja en los expendios de medicamentos, pero en mi opinión, es una de las carreras más difíciles que se estudian en la Universidad y en el mundo.

Esta carrera tiene una parte biológica muy grande donde se estudia Anatomía, Fisiología, Inmunología, Biología celular, Bioquímica, Toxicología, en fin, un componente biológico muy grande y un componente químico también extenso.

Tenemos que fabricar medicamentos, contamos con fábricas que son específicas para ello, con tecnologías y con procesos determinados de la Industria Farmacéutica y con requerimientos mayores que otros procesos tecnológicos.

En cuanto a la parte social, consiste en atender a la población, interactuar con los médicos, conocer sobre los programas de salud. Es una carrera sumamente compleja y amplia, en la que un estudiante puede desde un inicio ampliar sus conocimientos.

Las ciencias farmacéuticas poseen un componente humano y social muy grande. Quizás en otras profesiones los errores son relativamente permisibles, pero aquí uno pequeño puede costar la vida de muchas personas. Hay una responsabilidad muy grande.

-¿Los jóvenes profesionales que

egresan hoy de la Universidad pueden

compararse con los de otros tiempos?

No creo que en ninguna época hayan existido personas más inteligentes o menos inteligentes. Pienso que en toda época habrá esa capacidad intelectual del hombre. Los tiempos van cambiando y los planes de estudio también, o sea, que los jóvenes de la segunda mitad del siglo XXI sabrán más, evidentemente, que los de la primera mitad debido al avance de los conocimientos.

Lo que golpea a los estudiantes cubanos es la falta de recursos materiales. Carreras como las del IFAL llevan muchos y muy caros. Por tanto, hay un deterioro de la preparación práctica a causa de esta carencia.

-Si se llevara a cabo un proyecto para

remodelar o rediseñar la UH en su

aniversario 280 y usted estuviera

al frente, ¿qué cambiaría de ella?

No aspiro a tanto. Lo primero que veo que debe hacerse es ocuparse de ella, preservarla, porque es un monumento histórico y realmente el grado de deterioro es alto. Se debe a las dificultades económicas, pero opino que es una inversión necesaria y urgente.

Cuando uno se para frente a su escalinata es emocionante, pero cuando ve sus condiciones dan ganas de llorar. Me ocuparía de reparar sus instalaciones y de algunos cambios estructurales internos para el confort, manteniendo inalterable su estructura externa, la cual considero que hay que preservar tal y como es, debido a la historia que en ella se refleja. Tal vez los jóvenes de hoy tengan mejores ideas, pero yo me inclino por mantener la historia.

-¿Cómo imagina su vida sin la presencia

en ella de la Universidad de La Habana?

En nuestro país hay excelentes universidades, pero si de algo estoy orgulloso es de haber sido estudiante y luego trabajador de la Universidad de La Habana. Llevo en total 38 años de mi vida en esta institución y la considero mi hogar. Sin ella es como si se me privara de oxígeno, esta ha sido mi vida y me gusta.

-¿Qué mejoras considera necesarias

para la preparación de los

alumnos en el nivel superior?

Optimizar la base. El problema que estamos teniendo ahora fundamentalmente se da en los primeros años a causa de una preparación insuficiente en el nivel de la enseñanza media.

En segundo lugar, complementar esa enseñanza media. Hay asignaturas que no debieran desaparecer, como ortografía, caligrafía, quizás algunos aspectos de moral y cívica, esa asignatura vieja y olvidada, pero adaptada a las condiciones reales y sociales de nosotros.

En tercer lugar, las condiciones materiales de cada carrera, por ejemplo, la nuestra necesita más que una biblioteca: requiere de implementos para trabajar en un laboratorio. Mejor preparación en el dominio del idioma inglés, indispensable hoy para cualquier universitario.

-Recomendaciones para quienes desean

ingresar en esta institución…

Ante todo, conocer la historia de la Universidad de La Habana y, además, que se comporten como merece la institución. Lo otro es que estudien porque esta es la universidad bandera y cualquier carrera, cualquier asignatura, les servirá para aprender y en la vida el conocimiento no ocupa espacio y deja una huella que no perdemos nunca.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

 

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