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Isla al Sur

MAESTRA DE MAESTROS

MAESTRA DE MAESTROS

“Soy una profesora de Francés enamorada de la pedagogía”, afirma Silvia Fernández González, docente del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona.

Texto y foto:
ALBA G. LEÓN INFANTE,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Suena el despertador y aún es oscuro afuera; ella despierta muy temprano para llegar puntual al trabajo. Son más de veinte los kilómetros que la separan de su aula, mas todos los días Silvia Fernández  González  acomete  el largo viaje para estar junto a sus alumnos y sentir, una vez más, la felicidad de ser maestra de maestros.

Mientras espera el ómnibus, comienza a meditar sobre el día que le espera; puede que hoy salga molesta de la clase, o sin voz, o contenta de ver a sus alumnos progresar. Son cosas que solo puede saber al final del día. 

-¿Maestra por  necesidad o vocación?

Cuando yo era joven, no existía tal carencia de profesores como ahora. Soy maestra por vocación y es casi una necesidad; me siento bien enseñando, compartiendo los conocimientos. Soy Licenciada  en Lengua Francesa en la especialidad de Lingüística, graduada en 1977.  En el segundo año de la Universidad integré el grupo de alumnos ayudantes, de modo que cuando terminé los seis años de servicio social en Camagüey, comencé a trabajar en el Instituto Superior Pedagógico José Martí (ISPJM) en esa provincia.

-¿Por qué Francés?

Me gustó desde niña, cuando miraba películas en ese idioma y también escuchaba canciones. Es curioso, ya que mi padre vivió en los Estados Unidos durante un tiempo, por tanto hablaba el inglés de manera fluida; como es natural, trató de enseñarme, pero yo prefería el francés, quizás porque al oído sonaba más bonito. Yo adoro mi especialidad.

-¿Cuándo realizó su primera

labor como maestra?

En el Pedagógico Martí, donde gané mucha experiencia y con el cual me siento identificada. En 1984 me trasladé hacia la  capital y comencé a trabajar  en el Instituto Superior Pedagógico de Lenguas Extranjeras, que luego fue integrado al Instituto Superior Pedagógico Enrique José  Varona (ISPEJV).

-¿Cómo fue el cambio entre

el Martí y el Varona?

Por lo general,  las personas que se establecen en la capital buscan mayores comodidades; mi caso no era la excepción, como tampoco lo fue mi nuevo trabajo. Experimenté una diferencia sustancial en cuanto a las condiciones materiales, o sea,  laborar en un inmueble en buenas condiciones favorece en gran medida obtener mejores resultados en la actividad que desempeñes. Eso no fue todo, conocí excelentes profesores, quienes me motivaron a esforzarme por sus logros y cualidades. No noté diferencia en la manera de educar, en el empeño, en el amor que brindaba cada maestro a sus alumnos.

-¿Qué importancia tiene

el Pedagógico para su vida?

Significa mucho. A pesar de no ser fundadora de la institución, llenó una importante  parte de mis expectativas. Ahí alcancé el desarrollo que hoy muestro, la experiencia como maestra y el dominio de una lengua extranjera.  Mi identificación  con el Pedagógico es resultado  de una formación sui géneris, cuyo resultado es lo que soy ahora: una profesora de francés enamorada de la pedagogía.

-En su opinión, ¿a qué se debe la consolidación

del Varona como el mayor exponente

de la enseñanza pedagógica en Cuba?

El factor geográfico influye, pero pienso que quienes han convertido al Varona en un paradigma son, indiscutiblemente, los profesores.  Me vienen a la mente nombres como las doctoras Lidia Turner y María Dolores Ortiz, junto a otros que conforman una lista larga, pero es imposible mencionarlos a todos porque son muchos y aún más, los aportes de cada uno al sistema educacional cubano.

-Uno de los cursos de postgrado que usted

recibió fue Televisión Educativa. ¿Le parecen

las teleclases un método efectivo en la

enseñanza de lenguas extranjeras?

Absolutamente, con las teleclases sí se aprende, en dependencia de su ritmo y su estrategia comunicativa. En lo personal, los cursos de Universidad Para Todos me han aportado mucho y he podido optimizar mis conocimientos y habilidades en el francés. Pero  cuando transcurren quince minutos de un producto lineal, el ritmo decae, se pierde el interés. Científicamente se ha demostrado que la televisión es un método pasivo, provoca sueño, por eso urge la presencia del profesor como el factor más importante de la teleclase.

Yo admiro a los teleprofesores porque se necesita valor y habilidades para enfrentarse a una cámara y enseñar a través de ella. Considero una tarea de carácter inmediato interrelacionar el universo audiovisual con el aula, hacer que cobre vida, e integrar a los alumnos de manera activa con ese medio.

-¿De qué forma participó

usted en ese método?

Como estudiante; cuando recibí la propuesta de dar clases en televisión mi miedo escénico me impidió aceptar. Hubiera sido una experiencia muy bonita, estoy segura.

-¿Cuál es el complemento que

le falta a las teleclases?

Las teleclases son excelentes, tienen buena dinámica. En mi opinión, la clave para hacerlas totalmente efectivas está del otro lado de la pantalla. Somos los maestros del aula quienes debemos integrar ambos espacios y llenar las lagunas que surjan. Es normal que los muchachos tengan dudas después de verlas, pero aunque las repitan una y otra vez aún persisten las dificultades. Nuestro trabajo consiste en suprimir esas dudas y lograr que los alumnos se interesen por el material televisivo.

Existe un  gran problema relacionado con esto, sobre todo en el nivel secundario: las teleclases se “corren” para copiar solamente las diapositivas, por lo que se me ocurre compararlas con una sopa caliente, muy sabrosa, pero no alimenta en absoluto si le falta el ingrediente nutritivo.

 -¿Piensa que la formación pedagógica de los

jóvenes maestros influya en esta situación?

En mi opinión, se trata de un problema de vocación de los muchachos y no de la formación que reciben en el Pedagógico. Mi experiencia particular como profesora de Francés me ha demostrado que a muchos de mis alumnos los mueve el interés de aprender lenguas extranjeras y no el amor por la pedagogía. Para cualquier persona resulta frustrante dedicarse a una profesión que no le gusta, y el magisterio, a mi juicio, demanda todo el amor posible.

De aquí surge una contradicción, porque en la capital existe una carencia grande de profesores, lo cual es un problema de carácter urgente. Los maestros emergentes son jóvenes muy capaces y valientes con quienes debemos trabajar de manera ardua, por el enorme reto que desafían y porque de ellos depende la formación de las futuras generaciones.

-Usted participó en la organización del primer

intercambio nacional de profesores de Francés,

así como en su desarrollo. ¿Qué tanto se

diferencia la educación cubana de la francesa?

Las diferencias existentes están condicionadas por las características de cada país, su cultura e idiosincrasia. En el plano educacional son similares; la enseñanza básica es obligatoria y la continuidad de estudios depende de las aptitudes de cada individuo. Aunque en  un aspecto sí difieren: en nuestro país todos tienen las mismas oportunidades de superarse, independientemente de sus posibilidades económicas. Por el contrario, en el sistema capitalista, si no tienes dinero para pagar la Universidad o si no consigues una beca, no puedes seguir estudiando, una situación injusta a todas luces. Algo importante pude comprobar durante mi estancia en el extranjero: la educación cubana es muy respetada y tiene un gran prestigio en todo el mundo.

-¿Cuán importantes son los viajes

de intercambio para los profesores

de lenguas extranjeras?

Para un profesor de idioma es vital estar en otro país donde se hable la lengua que conoce. Impregnarse con su cultura, su historia y con su gente facilita en amplia medida la comprensión de la literatura y otros aspectos relacionados con la materia que imparte y le brinda la posibilidad de enriquecer sus clases con nuevas experiencias.

-Nuestro país se caracteriza por su solidaridad

y por el apoyo educacional que brinda a otros

pueblos en misiones internacionalistas.

¿Participó en alguna?

Directamente no, pero  tuve la oportunidad de contribuir de otra manera: di clases a un grupo de profesores que luego cumplirían misiones en países de habla francesa. Me  hubiera encantado poder ir como internacionalista yo misma, pero mi salud no lo permitió.

-Además del Pedagógico, imparte clases

en la Alianza Francesa de Cuba.

¿Cuál le es más importante?

Yo creo que se complementan. El público de la Alianza está más motivado, van a estudiar Francés específicamente y es un grupo heterogéneo. En el pedagógico mi labor es más educativa, dirigida a orientar a los estudiantes y formarlos. Una tarea no interfiere con la otra y disfruto de ambas por igual.

-¿Cuáles considera los principales

logros de la educación cubana y

qué queda aún por hacer?

La evolución de la educación en Cuba es innegable y desde mi óptica, el balance es positivo en todas las aristas. En cada proceso hay deficiencias, defectos que no debemos negar, sino enfrentar. Las  condiciones materiales siempre han sido difíciles, mas nunca un obstáculo para quienes estamos dispuestos a entregarlo todo en las aulas. Pienso que debe revalorizarse el trabajo del maestro, devolverle el prestigio ganado por su función social y deslucido en los años del período especial. Se está logrando, pero aún falta restablecer el valor que realmente tiene esta profesión tan noble.

Creo, además, que el principal fruto de la educación cubana es la masividad, el derecho de todos por igual al estudio y la superación de manera conciente y gratuita. A pesar de no haber contado siempre con las condiciones necesarias para trabajar, la preparación y el compromiso de los profesores ha sido determinante para alcanzar lo que hoy tenemos.

La algarabía de los estudiantes indica que termina la jornada. Imagino que mientras espera el ómnibus para regresar a su casa, en la Víbora, repasa el día: los muchachos la incomodaron más de una vez. Pero va con la satisfacción de entregar todo en el aula, como solo lo puede una auténtica maestra de maestros.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Rostros del Varona, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario 45 de la casa de altos estudios pedagógicos.

FICHA TÉCNICA:

Objetivo principal: Conocer las impresiones de la profesora Silvia Fernández González acerca del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona y de la educación cubana en general.

Objetivos colaterales: Destacar la importancia que tiene el Pedagógico para su vida. Referir sus experiencias como profesora de Francés. Conocer su opinión acerca de las teleclases. Reflejar los que considera los principales logros y deficiencias de la educación en Cuba.        

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Individual.
Por su forma: Clásica, de preguntas y respuestas.
Por su contenido: De personalidad y con fuertes rasgos de opinión.
Por el canal que se obtuvo: Directa.

Tipo de título: Genérico.
Tipo de entrada: Narrativa.
Tipo de cuerpo: Clásico (preguntas y respuestas).
Clasificación de las preguntas: 1-Alternativa. 2-Abierta. 3-Directa. 4-Abierta. 5-Abierta. 6-Abierta. 7-Directa. 8-Abierta. 9-Abierta. 10-Directa. 11-Abierta. 12-Abierta. 13-Directa. 14-Directa. 15-Abierta-
Tipo de conclusión: De referencia a la entrada.

Fuentes consultadas:
La propia entrevistada. Directa, no documental. 
Currículo de la entrevistada. Documental.

 

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