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Isla al Sur

NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA

NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA

 

Edel González Aragón, Doctor en Ciencias Químicas y Profesor Titular del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, reconoce a la universalización de la educación en Cuba como el más arduo experimento de su vida.

 

Texto y fotos:
LIDIA HERNÁNDEZ TAPIA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Entre bandas contrarrevolucionarias y milicianos, Edel González Aragón se inició como maestro voluntario en la Campaña de Alfabetización de 1961. Sus tías, semianalfabetas, lo habían enseñado a leer y a contar, sin imaginar que años después él haría lo mismo, incluso en otras tierras del mundo.

Singulares hazañas experimentaría desde su incorporación al Pedagógico, en 1964. Las mismas que le sustentan los motivos para permanecer fiel a su profesión, aunque muchos se hayan vencido ante las imperiosas dificultades.

Del camino recorrido hasta convertirse en Doctor en Ciencias Químicas y Profesor Titular del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, comenta ahora, desde la dirección de la microuniversidad del municipio capitalino de Playa, desde donde hace dudar a los escépticos sobre la “¿utopía?” de  que éste será el país más culto del mundo.

-Después de 41 años de labor,

¿cuál considera el mayor reto

profesional al que se ha enfrentado?  

Asumir la dirección de la Sede Universitaria Pedagógica del municipio Playa ha resultado una ardua tarea. Bien conocíamos que requería un esfuerzo doble: por la necesidad de profesores en el país, particularmente en la capital y, además, por la posibilidad de encaminar por la mejor vía a esos jóvenes, con carencias de conocimientos.

La Educación había sufrido mucho a causa del Período Especial. Los muchachos no terminaban el bachillerato con solidez, por la falta de maestros. No se les podía decir que esperaran, había que hallar una solución. Es como la Revolución: no es perfecta, pero seguimos.

Nuestra Universidad de La Habana tiene 280 años; la universalización, apenas seis. A medida que madure esta experiencia, se observará una transformación sustancial en el nivel educativo y la cultura de la sociedad.  Pretendemos lograr una formación integral en las llamadas microuniversidades, no solo mediante el desarrollo de habilidades pedagógicas en la práctica, pues también se propicia una sólida base política e ideológica.

No me siento satisfecho con lo logrado, tal vez nunca me conformaré. Sin embargo, no se puede negar lo evidente: nuestros graduados son hoy, por encima de todo, mejores personas.

-En el año 1968 se gradúa como profesor

de Secundaria Básica y en el 2002 obtiene

la categoría científica de Doctor en Ciencias

Químicas. ¿Concibe límites para la

superación intelectual de un hombre?

La vida te impone los límites y el empeño individual marca las diferencias. Factores como la edad no deben ser impedimentos para el aprendizaje. Recuerdo mis experiencias en la misión Yo sí puedo, en México, donde las personas estaban condenadas al peor de los castigos: la ignorancia. No sabían leer, ni escribir, ni tenían comunicación con la ciudad.

-No fue nada fácil la tarea de incorporar

a las personas al proyecto, sobre t

odo en sus inicios. ¿Qué estrategias

utilizaban para el convencimiento?

Nuestro grupo fue el primero en ir a México para trabajar contra el analfabetismo. Lo más importante para la incorporación de las personas era la demostración de los beneficios en la práctica. Les llamaba mucho la atención nuestro deseo de enseñar sin egoísmo de conocimientos, ni vanidad alguna.

Es muy gratificante al final, cuando se ha cumplido el deber de iluminar a otros con el conocimiento. Uno no entrega nada material, sino brinda la posibilidad de percibir nuevos horizontes. De manera especial, conservo una carta de los alumnos mexicanos; a veces la leo y siento una emoción tremenda.

Jamás olvidaré cómo subía las serranías inmensas para visitar las comunidades indígenas, que hablan español, pero no se expresan del todo bien. Nos brindaban hamacas para descansar y un maíz tostado, mezclado con agua y azúcar, al que llaman pozol. Cuando alfabetizábamos un grupo, hacíamos una pequeña celebración y las señoras, de cincuenta años más o menos, se divertían como en una fiesta de quince; entonces bailábamos un poquito con ellas…

-Pero no fue esta su primera vez como

alfabetizador, pues había participado en

la campaña cubana de 1961. ¿Qué lo había

hecho comprometerse entonces de manera

tan cercana a la naciente Revolución?

Mi incorporación a la Campaña de Alfabetización fue por decisión propia, a los 12 años de edad. Eran momentos difíciles, sobre todo en el lugar donde nací, actual provincia de Ciego de Ávila, que era  centro de núcleos contrarrevolucionarios. Varias personas de mi pueblo se vincularon a esas bandas. Hacían sabotajes, asesinaban. Por otro lado estaba el movimiento de las tropas milicianas, que les cercaban y ganaban terreno poco a poco.

Recuerdo, por ejemplo, que cuando la Crisis de Octubre me había ido a recoger café a la Sierra Maestra, como jefe de una brigada de mi provincia. La participación en las tareas encaminó mi  modo de actuar y solidificó el compromiso. En 1964, cuando proponen becas para el Pedagógico en La Habana,  entro al  Varona. Singulares experiencias tendría que vivir a partir de entonces. Me siento muy orgulloso de haber sido parte, de haber puesto mi granito de arena, en nuestras revoluciones educacionales. 

-En el año 2002 asume la subdirección de

una unidad docente de la escuela Salvador

Allende, formadora de maestros emergentes.

De los objetivos planteados al principio,

¿en el perfeccionamiento de cuáles

considera  se debe seguir trabajando?

En la tutoría. El proyecto estaba concebido sobre la base de que cada estudiante pudiera ser orientado por un tutor o preceptor, como le llamó Fidel; pero no contamos con suficiente personal de experiencia para esa labor.

-¿Ni siquiera después de la reincorporación

de los maestros jubilados?

La reincorporación es un paliativo, pero no la solución del problema.

-También ayudan los programas de televisión…

En mi opinión, al principio se sobrestimó su uso. No es que la teleclase sea mala, pero pienso que el profesor debe tener mayor poder de decisión respecto a cómo y en qué momento utilizarla. Así se podrían atender mejor las individualidades.

-¿Se conoce a niveles de dirección superiores

que el uso de los medios audiovisuales

no brinda los resultados requeridos?

Claro, es un proceso en estudio. Es necesario perfeccionar el modo de hacer las cosas. En esferas más altas se trabaja para acercarnos de forma paulatina a lo ideal, aunque ello sea difícil.

-La falta de vocación es uno de los

problemas más lamentables que enfrentan

hoy los Pedagógicos del país, ¿le preocupa?

Yo pienso que la vocación se hace. La notable presencia de jóvenes procedentes de familias humildes en diferentes programas de la Revolución, en los que predominan Educación, Salud y Trabajadores Sociales, es una buena oportunidad. Al final resultará un beneficio social integral.

No se ayuda a la elevación de la cultura de la sociedad, si después de la secundaria básica o el preuniversitario van “para la calle” porque sus rendimientos son bajos. Hay espacios donde tienen una ubicación laboral garantizada al terminar. Algunos se quedan en el camino, pero eso siempre sucede.

-A la utopía de que Cuba logrará

ser el país más culto del

mundo, ¿qué responde?

Por el camino que vamos, llegaremos; aunque respeto eso de “el más”. Nosotros a veces no nos damos cuenta, “nadie es profeta en su tierra”; sin embargo, un extranjero en Cuba sí lo percibe. Cultura no es sinónimo de conocimientos sobre una asignatura, es un modo de existencia, de comunicación entre las personas. Y es, por encima de todo eso, saber  asumir con eficacia nuestro  papel en la sociedad.

Nuestros logros son envidiables a pesar de las insatisfacciones. Yo he visto el proceso educativo cubano en sus etapas cruciales. Espero un momento de estabilidad, aunque el cambio es característico del universo. A medida que los docentes estén mejor preparados, la lograremos.

Me gustaría ver al niño terminar la secundaria con los conocimientos necesarios, no los básicos; igual al bachiller. Como decía Martí: “La sociedad, una escuela toda”. El conductor de un ómnibus también puede educar. Es un deber ciudadano pagar la guagua, no fumar en ella…

-Si pudiera incluir una asignatura dentro

de los actuales planes de estudio,

¿cuál sería? ¿Excluiría alguna?

Más que incluir o excluir una asignatura, se trata de perfeccionar su concepción metodológica y  sus contenidos. Por ejemplo, la Educación Laboral debe ser reordenada, fortalecida, por su importancia en una sociedad como la nuestra, de trabajadores.

Además, si el niño está tantas horas en la escuela, se puede lograr mayor efectividad en la enseñanza de las ciencias. No sólo mediante la clase tradicional, pues existen métodos alternativos muy eficaces. Puedo enseñar una ecuación química, se la aprenden de memoria y obtienen excelentes calificaciones. A mí no me gusta hacer eso. A veces peco de profundizar demasiado en el contenido porque no me gusta dejar “semidesnudo” al alumno.

-Circunstancias como el Período Especial

han marcado de manera sensible a la

educación cubana. Cuando miles de

profesores han abandonado el magisterio,

¿qué lo ha mantenido vinculado a usted?

Me preparé profesionalmente para esta tarea. He tenido otras posibilidades, pero ha sido más fuerte el deseo de buscar el mejoramiento de la sociedad.

-¿Van de la mano maestro y revolucionario?

El maestro debe ser revolucionario en el sentido amplio de la palabra, no restringirlo a la condición política. Si todo cambia, él debe percibirlo. No le vale ser conservador, aunque ello es propio de la condición humana. Le corresponde preparar a sus alumnos  para vivir a la altura de los tiempos.

-La Medalla 40 aniversario de las FAR

y la Distinción por la Educación Cubana

son algunos de los reconocimientos que

ha merecido. ¿Cuál considera el mayor

premio para un maestro cubano?

Ser recordado con cariño y respeto. No los títulos honoríficos, aunque también se ganen por la obra. Lo mejor es cuando los alumnos ven en él una influencia para bien en sus vidas.

-Contra vientos y mareas, bloqueos y Período

Especial, el Varona, centro rector de la Pedagogía

en Cuba, cumple 45 años. ¿El futuro le

parece sencillo, cómodo o indescifrable?

Ni cómodo ni sencillo; sí firme, seguro. Debe evolucionar como lo hace la sociedad y adecuarse a los tiempos, dialécticamente.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Rostros del Varona, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario 45 de la casa de altos estudios pedagógicos.

Ficha técnica:

Objetivo central: Conocer las opiniones y valoraciones sobre la educación cubana de Edel González Aragón, Doctor en Ciencias Químicas y Profesor Titular del ISP Enrique J. Varona.

Objetivos colaterales: Conocer sobre su vida y, particularmente, sobre sus 41 años como profesor.

Tipo de entrevista:
Por sus Participantes: Individual.
Por su Forma: Clásica (de preguntas y respuestas).
Por su Contenido: De opinión.
Por el Canal por el que se obtuvo: Vía directa.

Tipo de título: De cita textual.
Tipo de entrada: Retrospectiva.
Tipo de cuerpo: De preguntas y respuestas.
Tipo de preguntas: 1-2-3-4-abiertas; 5 –informativa; 6-abierta; 7-polémica; 8-directa; 9-polémica; 10-abierta; 11-directa; 12-13-14-abiertas.
Tipo de conclusiones: De opinión del entrevistado.

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