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Isla al Sur

JACK Y LOS MOGOTES MÁGICOS

JACK Y LOS MOGOTES MÁGICOS

Veinte años atrás sería de gran arresto trepar por las paredes de una montaña en Cuba. Hoy es notable el desarrollo de la escalada como deporte de aventuras, que enfrenta serios obstáculos donde  principalmente se  practica: Viñales.

ANTONIO ERNESTO GUZMÁN,
estudiante de cuarto año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
   
Jack nunca hubiese imaginado que en pleno siglo XXI, seguidores de una técnica extrema practicada hace sólo diez años en Cuba requiriesen sus legumbres maravillosas.

En Viñales, un deporte compite contra Tulipanes y a pesar de intentar mercaderes de caminos ofrecer semillas, ninguno ha logrado brindar granos extraordinarios para alcanzar cúspides.

La escalada es hobby extendido en la capital del carso del país. Al mismo tiempo que muchos adolescentes se deleitan con el deporte nacional o el fútbol, otro considerable número de jóvenes experimentan similares emociones en las laderas de los mogotes. Sin embargo, el ejercicio de dicho entretenimiento se ha convertido en faena furtiva en esta región vueltabajera, debido a la falta de áreas aprobadas para la práctica del mismo. 

Todos los adeptos a la escalada se cuestionan la inexistencia de un permiso para trepar. Conocen que Viñales está declarado Parque Nacional, pero no entienden por qué esta condición impide la materialización del pasatiempo.

“¿Cómo lograremos escalar si no podemos tocar los mogotes?”, se preguntan los trepadores.

Viñales, centro de la escalada en el país

Según información facilitada por Yarobys García Martínez, presidente del Club de Escalada Viñales, en el año 2001 la localidad se convirtió en el epicentro de la apertura de rutas tanto por cubanos como por escaladores extranjeros. Los trepadores Craig Luebben, Armando Menocal, Paúl Laperriere, Cameron Cross, conjuntamente  con un grupo de La Habana, comenzaron a visitar con regularidad al municipio occidental. Es en este período en el que los primeros escaladores viñaleros comenzaron a abrir rutas con cierta constancia. El Palenque, La Costanera y la zona del Mogote del Valle en Viñales, así como La jaula en Tapaste, fueron de los primeros sectores equipados

¿A la cima sin solapín?

Adrián Pérez Hernández labora como instructor de arte en la escuela primaria viñalera Eduardo García Delgado. Comenzó a escalar hace seis años, cuando un amigo lo embulló y fueron a la montaña. Desde sus inicios, presentó problemas con guardabosques y guardaparques, quienes siempre informan que por encontrarse en áreas protegidas no se debe escalar. Otras veces le comunican la existencia de zonas aprobadas, pero cuando menos imaginan, regresan nuevamente para pedir un permiso. Relata que él y sus amigos preguntan a los “vigilantes” del Parque dónde se puede conseguir la autorización necesaria y no obtienen respuesta alguna, porque sencillamente, estos no conocen la información.

 
“Estamos esperando la legalización del deporte desde que comenzamos a practicarlo. Nos dicen que se resolverá el problema, pero no aparece solución para esta traba. Mientras, seguimos trepando a expensas de llamados de atención y posibles multas.  Nosotros somos ecológicos: no destruimos la naturaleza. ¿Por qué no podemos hacer deporte sano?”,  dice el instructor.

Todos para uno y ¿algo para todos?

El Grupo Básico para el Desarrollo de la Escalada en Cuba (GBDEC) –que pretendía insertarse de manera oficial en el movimiento deportivo cubano y ser reconocido institucionalmente por el Estado- se fundó el 26 de julio de 2005 y nucleó al naciente grupo de escaladores en el país.

Como extensión del GBDEC, un mes después se creó el Club de Escalada Viñales (CEV), que está esencialmente dirigido a organizar a los escaladores en Pinar del Río.

Acciones como esta corroboran la seriedad otorgada al deporte por los practicantes, quienes defienden que los partidarios de la idea de que escalar es un capricho, se percatarían de su error, al observar cómo los seguidores del pasatiempo se aglutinaban en un grupo único, con proyectos encaminados a contribuir junto al Parque Nacional con el cuidado del medio ambiente.

Anualmente el Club confecciona un plan de actividades y en espera del asentimiento de áreas para materializarlo, no pueden realizar la totalidad de las acciones planificadas.

Quítate tú pa´ ponerme yo

Alberto Javier Leiva es uno de los tantos trepadores viñaleros. Un día, mientras escalaba con dos amigos extranjeros, un guardaparques se le acercó y amenazó con multarlo por su práctica ilegal.
Quedó atónito al distinguir la presencia de otros turistas que acompañaban al vigilante, quien a la vez, les servía de guía y “lo más seguro - explica-  estaba cobrando por su colaboración”. Paradójicamente, el encargado del cuidado de la zona cometía una infracción.

Muchos practicantes manifiestan lo habitual de estas violaciones. Expresan cuánto les molesta que un trasgresor de las normas del Parque Nacional pretenda señalarlos y amonestarlos por sus visitas a los mogotes. “No se puede exigir moral en calzoncillo”, esgrimen.

Otro  alpinista, víctima de varios problemas por escalar sin permisos -no deseó la publicación de su nombre-, rememoró una anécdota.

“En una ocasión caminaba hacia la elevación El Valle para escalar con mi novia. Un inspector me detuvo y me explicó la imposibilidad de trepar acompañado de una turista. Le expresé que era mi pareja, pero este indicó que para un cubano no estaba permitido escalar con extranjeros, porque se suponía que sería retribuido monetariamente por servirle de guía.”

Este es uno de los principales problemas existentes. Algunos trepadores cobran a los excursionistas foráneos por servirle de mentor y ya se ha creado sobre el grupo de practicantes una imagen negativa.

Al respecto, Yarobys García, presidente del CEV, señal la implacabilidad de la generalización: “Quienes lo hacen representan una ínfima parte de los alpinistas y ninguno pertenece al Club. Nosotros acompañamos a turistas a la montaña y ellos, en agradecimiento, muchas veces nos proporcionan materiales necesarios para el desarrollo del deporte. Nunca  hemos pedido un centavo por acompañarlos.

Parte de esos dispositivos adquiridos los donamos a los seguidores del entretenimiento en otras provincias, que están desprovistos de estos equipos”, agregó.

La gran paradoja

Arturo Suárez García, director del Instituto Nacional de Deporte y Recreación en Viñales (INDER), comenta el estrecho vínculo de esta institución deportiva con la nueva distracción, ya que está reconocida legalmente en el país como una opción recreativa. Plantea que apoyan el desarrollo de la escalada en  actividades como la realización de festivales, pero mientras no exista un permiso para trepar en el municipio, todo queda minimizado.

En estos momentos se encuentran sumergidos en la idea de confeccionar una pared artificial en el estadio municipal Sergio Dopico para la práctica masiva del deporte, agrega Suárez García. Además, cuentan con un profesor de recreación que apoya la actividad con un círculo de interés que integran alumnos de la secundaria básica Antonio Guiteras y las escuelas primarias Adela Azcuy y Eduardo García. 

Hasta la fecha (2009), en el municipio se han realizado los pasos pertinentes para la obtención del permiso para trepar. La escalada está incluida en el Plan de Manejo 2004-2008 del Parque Nacional Viñales como una nueva opción para los visitantes cubanos y extranjeros. Según el especialista principal del Parque Nacional Viñales, Yoel Martínez Maqueira, hace dos años iniciaron la fundamentación de tres áreas para la ejecución de dicho entretenimiento.

Elaboraron las propuestas con toda la documentación, avaladas por los organismos que a nivel provincial están relacionados con el asunto. El proyecto se envió a la Comisión Nacional de Turismo de Naturaleza (CNTN) para su aprobación y aún no se ha logrado dicho objetivo. Este grupo es el máximo responsable del consentimiento de la escalada. Está formado por representaciones de los Ministerios del Turismo (MINTUR), de la Agricultura, del Interior, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.

Al parecer, todo intento de asentimiento está agotado, pero escalar en los mogotes viñaleros continúa siendo una actividad ilegal.

“¿Un pasito pa’lante, María?”

En el 2007 se intentó aprobar este deporte de aventuras para ofrecerlo como producto turístico. Los foráneos contarían con una oferta que, junto con las ya puestas en marcha -como las caminatas y las montas a caballo- se proponen en Viñales. Así, este entretenimiento quedaría establecido legalmente y los jóvenes practicantes, rigiéndose por un conjunto de normas, desarrollarían su ejercicio sin traba alguna. Pero no todo fluyó como se esperaba.

Telmo Lorenzo Ledo Llanes, especialista de la Dirección de Desarrollo del Ministerio del Turismo (MINTUR) y miembro del CNTN, explicaba que para ellos había sido de gran interés la consideración legislativa de la escalada. Relataba la discusión por el CNTN de un proyecto para intentar la aprobación hacía dos años.

“Nos percatamos de la necesidad de concebir una estrategia sanitaria para la seguridad del practicante. Era imprescindible la presencia de una ambulancia  al pie del sendero y en estos momentos, el policlínico de Viñales no cuenta con esa posibilidad. Este desacuerdo nos hizo bloquear la autorización”, apuntaba el especialista.

Entonces, el obstáculo para la aprobación radicaría en la presencia  de un vehículo de auxilio médico en la base de la montaña. Ningún trepador concuerda con esta alternativa. Explican que no existe en el mundo un lugar para escalar con este plan médico. “Es realmente fabuloso contar con un sistema de rescate tan perfecto” –añaden-, pero apelan a las características del relieve viñalero y explican que dada la cercanía de los mogotes al asentamiento urbano donde se enclava el policlínico, no es imprescindible la existencia de una ambulancia.

Al conversar con el doctor Héctor Torres Núñez, director Municipal de Salud en el municipio, puntualizó la existencia en el territorio del equipo médico necesario para prestar los servicios sanitarios a los escaladores si ocurría algún accidente; que cuentan con el personal médico capacitado para brindar la primera asistencia y con una ambulancia, la cual para utilizarse con estos fines solamente “es necesario coordinar trámites con el Centro Provincial de Servicio Intensivo de Urgencias Médicas”.

Al parecer, este problema queda minimizado. Rosendo Martínez, especialista de Interpretación y Ecoturismo del Centro Nacional de Áreas Protegidas (CNAP) y miembro del GNTN, no está de acuerdo con los escaladores en prescindir del vehículo de auxilio médico en la base de la montaña, e hizo alusión a otro asunto de “vital importancia”: la carencia de un sistema de comunicación.

Los alpinistas deben contar con medios que le permitan en caso de cualquier accidente, avisar a un posible puesto de mando del Parque o al policlínico viñalero. Reconoce que “la escalada es una oportunidad que se ha ido desperdiciando” y critica, “por los riesgos implicados”, su impulso de manera desorganizada. “Los ejecutantes pueden ser multados por sus prácticas ilegales. En nuestro país la integridad personal es objetivo primordial. Conocemos las ansias por  la aprobación de áreas para trepar, pero no podemos precipitarnos y obviar la seguridad personal de quienes practiquen el deporte”, apuntó.

Emma Bodggren, turista de nacionalidad sueca que escaló en Viñales durante dos meses, detalló sus cinco años de experiencia como trepadora en el país escandinavo. Durante el invierno practican en un gimnasio y al llegar el verano,  actúan al aire libre. Ella y sus compañeros escalan muy alejados de la ciudad y en caso de accidentes, llaman a un hospital y reportan el suceso. Muchas veces se tiene que llevar al lesionado hacia una zona de fácil acceso para la ambulancia. Comenta que eso ocurre en todas las naciones que ha visitado.

En muchos de los países del primer mundo funciona de esa manera. Existen unidades de salvamento preparadas y con notables condiciones materiales: vehículos para prestar la asistencia médica necesaria, medios de comunicación y equipos clínicos de última generación, y esto no está lejano de la realidad actual del sistema de salud cubano.

¿La historia sin fin?

Ledo Llanes agregaba otras acciones que pensaban acometer para aumentar las posibilidades de aprobación del deporte extremo. Explicó un proyecto concebido para la formación  de guías de escalada. “Ya existe una propuesta de la Escuela de Hotelería y Turismo  para calificar e incluso certificar a estos compañeros. No será necesario siempre para este tipo de producto en Cuba la presencia del guía, puesto que nos visitan turistas diestros con las técnicas del alpinismo, pero siempre debemos estar atentos en caso de auxilio”, demandaba el representante del MINTUR.

Los escaladores desarrollan en Viñales durante todo el año actividades para revitalizar este deporte de aventuras. Han realizado festivales y competencias de alcance nacional y cuentan con un círculo de interés para niños y adolescentes. Desde abril del año en curso lanzaron una página web que será su portal en el mundo (www.escaladaencuba.com).

Inconformes con su situación actual, proponen que se puede llegar a un consenso para obtener el anhelado asentimiento. Ellos pueden formar parte del comando de salvamento requerido y funcionar como guías “si eso es lo intimado para el permiso”. Además, instan a “pensar el deporte como tal y no como una opción turística más.” En Camagüey –en una zona también declarada Parque Nacional- existen áreas aprobadas para la escalada. El Paso de los Paredones es el nombre de la región. Entonces -se preguntan-, “¿por qué en Viñales no sucede igual?”.

Rosendo Martínez expresó que las condiciones en este lugar son diferentes, pero los escaladores vueltabajeros expusieron que en la Tierra de los Tinajones este deporte extremo apenas comienza y “los pocos ejecutantes no poseen el material necesario para la práctica: sólo tienen una cuerda y no cuentan ni con los zapatos requeridos para el ejercicio.”

Resulta penoso que en el lugar inspirador del Valle de la pájara pinta de Dora Alonso, un grupo de jóvenes deban jugar al ratón y al gato para materializar sus preferencias. ¿Necesitarán realmente los trepadores viñaleros a Jack y sus frijoles mágicos?

Recuadro

La escalada en Cuba

La historia de la Escalada en roca es bastante reciente en nuestro país: apenas una década ha transcurrido desde su nacimiento. Como modalidad deportiva comienza a gestarse en el mundo a principios de los años 70.

Es difícil definir quién fue el primero en escalar en Cuba. Un anclaje de clavijas encontrado en La Costanera (Viñales) es prueba de que alguien ya había tanteado  suerte años antes de lo estimado como su inicio.

Se dice que este deporte surgió dentro del movimiento de la espeleología. Grupos afines con las técnicas de progresión vertical comenzaron a experimentar con “tope ropes”. Quizás en un inicio sólo era una herramienta para utilizar en futuras exploraciones, pero este hecho fue  suficiente para que poco a poco el pasatiempo fuera ganando adeptos.

Lo que se conoce puramente como “Escalada en Roca” y específicamente, “Escalada Deportiva”, es una modalidad con raíces en el alpinismo, pero en la actualidad, por su práctica cada vez más creciente y su nivel de especialización,  constituye un deporte en sí mismo. (Información facilitada por Yarobys García Martínez, Presidente del Club de Escalada Viñales.)

 

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