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Isla al Sur

ACRÓPOLIS DE ATENAS, LA EGREGIA

ACRÓPOLIS DE ATENAS, LA EGREGIA

JUSTO PLANAS CABREJA,
periodista del semanario Trabajadores,
Cortesía para Isla al Sur.

La historia de los griegos puede contarse a través de la Acrópolis de Atenas. Los arqueólogos, que leen el lenguaje de las piedras, cuentan que la vida de este gigante arquitectónico supera la de la Ilíada. Incluso el propio Homero le hace referencia en sus ya milenarios poemas.

Corría el período Acaeno y un enorme muro de seis metros hecho piedra a piedra protegía una versión bien diferente de la Acrópolis de hoy. Era un palacio cuya entrada principal miraba al este. Pero a los personajes no tan ilustres de la vieja Atenas se le reservaba otra, después de subir 15 escalones escarbados en la piedra como era habitual en la época. Y Clepsidra, la conocida fuente, ya existía en aquel momento. Solo que los sedientos solo podían acceder a ella a través de una escalera al noroeste.

La Edad Oscura transformó aquella residencia en un templo que visitaban todo los atenienses. Pero no duraría muchos siglos tal condición. Los dóricos trajeron con ellos nuevos cambios para el edificio. Después de la invasión de estas poblaciones bárbaras en el siglo X antes de nuestra era, Enneapylon creció sobre la fuente Clepsidra. La construcción, como su nombre en griego antiguo indica, contaba con nueve puertas y volvió a convertirse en residencia como bien indica el rastro de casas micénicas. Esta condición duraría hasta la creación de la polis ateniense en el siglo VII antes de nuestra era.

Homero es nuestro próximo testigo de las huellas de la Acrópolis. Según refiere en sus versos, en aquella época se erigió allí un pequeño templo. Luego sirvió como ciudadela para Pisístrato. Pero una revolución popular apoyada por Esparta arrasaría con el gobernador… y con los muros de su fuerte.

La mejor prueba de la buena estirpe de la Acrópolis viene ahora. Como buena ciudadana ateniense participó en la Guerras Médicas ofreciendo su mejor ayuda. En el 480 antes de nuestra era sirvió de refugio a los habitantes de la isla, y pagó el precio de su atrevimiento. Enfurecido, el rey persa Jerxes conquistó la Acrópolis, saqueó y quemó sus templos mayores.

Cuando toda Atenas florecía, esta vetusta heroína adquirió su forma última. Del Siglo Dorado tomó su mejores cerebros: Fidias, padre de la escultura universal; Actino y Calícrates, dos pilares de la historia de la arquitectura; e incluso Pericles, cuyo nombre solo nos sirve de referencia… todos estuvieron involucrados en la reconstrucción de esta futura maravilla del mundo antiguo… y por qué no con seguridad también del moderno.

Durante el siglo V antes de nuestra era Cimón y Temístocles ordenaron la reparación del los muros del sur y el norte. Pericles confió la construcción a Actino y Fidias. Mnesicles comenzó además la construcción de los Propóleos en 437 antes de nuestra era. Cualquiera que se acerque a la Acrópolis aún puede impresionarse ante estas añejas columnatas, que intimidan más por su belleza abrupta y severa que por su tamaño. Los antiguos Propóleos de Pisístrato quedaron parcialmente sepultados bajo la monumentalidad de estas puertas con columnas de mármol del Pentélico. La reparación de esta parte concluyó hacia el 432 antes de nuestra era. Tenía dos alas, y en la del norte habilitaron una pinacoteca.

A la vez, un pequeño templo nacía dentro de la Acrópolis para insertarse definitivamente en la historia. La construcción de dicho templo jónico dedicado a Atenea Niké se detuvo por un tiempo debido a la Guerra del Peloponeso contra Esparta. Pero durante la época que sucedió a la paz de Nicias entre 421 y 415 antes de nuestra era, los atenienses completaron el edificio.

La leyenda cuenta que fue Calamacos, discípulo de Fidias, quien creó Erectión. Lo cierto es que aún puede verse la Tribuna de las Cariátides, pórtico situado al sur. Dicen que todavía Pandrosia, a quien fue dedicado, vaga por los salones del pórtico donde, se cuenta, estaba la tumba de su padre Cécrope. Este templo es el más hermoso construido durante el siglo de Pericles.

El Erectión es un templo hexástilo. Tiene una cella dividida en tres partes que albergan los objetos de culto: una nao con la imagen de Atenea y la serpiente de la Acrópolis; otra donde podía observarse la imagen de Poseidón tal vez con una cisterna con agua salada para el dios como era habitual; y la última dedicada a Erecteo.

La figura de un oso aguardaba en el templo de Artemisa Brauronia que se encontraba entre al de Atenea Niké y el Partenón. Esta diosa de Braurón en forma de animal la construyó Praxíteles en el siglo IV antes de nuestra era; venía acompañada por el arcaico xoanon de la divinidad.

El plato fuerte de este coloso arquitectónico aguardaba detrás de los propileos. La Antenea Prómacos, "la que combate en primera línea", construida por Fidias en bronce entre 450 y 448 antes de nuestra era. Tenía una altura de nueve metros, colosal para su época. Tan solo su base tenía un metro y medio de grosor. La diosa guerrera parece a punto de lanzar su gran lanza más allá de las fronteras de Atenas, a la vez que sostiene un escudo con la otra mano. El escudo solo es una guerra sangrienta entre Centauros y Lapitas.

Allí, en la Acrópolis se celebraba un festival, las Panateneas que rivalizaba con los Juegos Olímpicos en notoriedad. El friso dentro del Partenón reflejaba lo que había de hacerse durante aquellas celebraciones: una procesión subía desde Atenas hasta la Acrópolis, hacia el Partenón, donde se colocaba un manto en la estatua de marfil y oro de Atenea.

El tiempo, en cambio, se ha llevado muchos monumentos de la Acrópolis dejando acaso la más clara moraleja de cualquier historia: él siempre pasa. Pero el hombre ve más allá de lo tangible y en eso lo vence. Tenemos referencia del Chalcotec, el Pandroseion, los santuarios de Pandion y Zeus Polieus, al altar de Atenea… de la época romana, el templo circular de Augusto y Roma.

A nuestra época solo han llegado unas pocas hilachas de lo que fuera la Acrópolis. No ocurre así con su fama, que se mantiene intacta. Los atenienses de todas partes del mundo siempre la visitan. Y vale esta aclaración: la cultura clásica griega, con todas versiones, se ha multiplicado y hoy todos los occidentales somos herederos y legítimos hijos de aquellos primeros filósofos, arquitectos, poetas y tantas, tantas cosas.

La visitan siempre. Entran a la Acrópolis por Propileos, la puerta monumental. A la derecha está el templo de Atenea Niké, que se encontraba originalmente en el centro. El Partenón continúa observando con la misma mirada, fija al horizonte. Detrás protege Erectión. También se encuentran allí el Teatro de Dionisios, donde mostraron sus obras los primeros dramaturgos de la humanidad, y también entre los más grandes: Sófocles, Aristófanes y Esquilo.

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