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BODEGÓN, EL SECRETO DE LA OBRA

BODEGÓN, EL SECRETO DE LA OBRA

Conservadores-restauradores de la Oficina del Historiador de La Habana descubren en un cuadro de Miguel Melero Rodríguez a un obispo, tras la pintura de una naturaleza muerta.

GABRIELA RODRÍGUEZ-LOECHES PÉREZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Fotos: ALFREDO JOSÉ BRAVO BAUZÁ.

No solo con luz rasante y las huellas de pincel sino también con radiografías, los conservadores-restauradores de pintura de caballete de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana revelan nueva información sobre la obra Bodegón, de Miguel Melero Rodríguez.

El estudio de los estratos pictóricos del cuadro mediante la sincronización de diferentes métodos confirmó la existencia subyacente de un retrato masculino. Algunas de las características de la imagen, obtenida con el proceso científico, apuntan a que puede tratarse de un obispo.

“Cuando en 2007 esta pieza entró en nuestro Gabinete llamaron la atención unas capas visibles de pintura que no se corresponden con la composición de la obra, pero pensamos que se trataba de un arrepentimiento o una reutilización del lienzo”, comentó Alfredo José Bravo Bauzá, especialista de la institución.

Los investigadores, en análisis posteriores, encontraron en un artículo del periódico El Fígaro que Melero decidió transformar el cuadro del último prelado español que tuvo La Habana en una naturaleza muerta. Esta información la confirmó el hecho de que la obra aparece fechada junto a la firma en 1982, año en que Monseñor Manuel Santander y Frutos se encontraba en La Habana. Además, su formato se ajusta al de un retrato orientado verticalmente. 

Las primeras pruebas en el lugar donde se suponía estuviera el rostro del retrato resultaron positivas y tras algunos ensayos se procedió a verificar la totalidad de la superficie del cuadro.

El conjunto de 12 radiografías confirmó la imagen de un hombre, posiblemente sentado, con suave giro a la izquierda, el torso casi de frente y la cabeza a tres cuartos con la vista en esa dirección. La figura se corta más abajo de la cintura.

En el procedimiento descubrieron otra característica de la pintura oculta: un cambio de posición de la cabeza que implica, forzosamente, un remplazo de todo el cuerpo, detalle que dificulta una lectura clara de la imagen.

El cuadro hoy se puede apreciar en la Sala Pinacoteca del Museo de la Ciudad. Yilian Armas, subdirectora del centro, comentó:”Las pruebas revelan que el prelado parecía vestir ropa oscura hasta el cuello, del que asomaba un filo de otra prenda de color blanco y llevaba en la parte posterior de la cabeza lo que podría identificarse como un solideo. Se cree, entonces, que el representante del clero nunca llegó a obisparse del todo y por eso el artista cambió el retrato”.

Con el nombre Bodegón este cuadro de Miguel Melero Rodríguez  (1936-1907) se exhibió en la exposición La pintura colonial en Cuba, realizada en el Capitolio de La Habana en 1950, según consta en documentos adjuntos a él.

Pie de foto: A la izquierda, Bodegón, de Miguel Melero Rodríguez (1836-1907); a la derecha,  el conjunto de las 12 radiografías realizadas a la obra.

Ficha Técnica:

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Primer valor noticia: Curiosidad.
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