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Isla al Sur

ENTRE DOS BANDOS: ¿QUÉ HACER?

ENTRE DOS BANDOS: ¿QUÉ HACER?

Iramis Alonso Porro, directora de la revista Juventud Técnica, ante el deterioro de las condiciones ambientales del planeta no sustenta una visión optimista; sin embargo, confía en las posibilidades, recursos y capacidad humana para minimizarlo en lo posible.

BEATRIZ LOBAINA VALDÉS,
estudiante de prime año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Es como el ojo de la tormenta, mucha calma y ecuanimidad, pero cuando le hablan de periodismo medioambiental se siente con energía y deseos de transmitir, en poco tiempo, un sin número de ideas.

El premio de Periodismo Científico Gilberto Caballero, el Antonio Núñez Jiménez y el Imagen de la Naturaleza del Museo de Historia Natural, son algunos de los reconocimientos de Iramis Alonso Porro, actual directora de la revista Juventud Técnica (JT), quien confiesa tener, todavía, camino por recorre de la mano natural y profesional.

Una camagüeyana de 44 años que no niega sus raíces, lectora desde niña de la revista Bohemia y el periódico Juventud Rebelde, sus dos antecedentes periodísticos antes de llegar a JT, al parecer una permanencia eterna en el edificio de la Casa Editora Abril.

Aunque no lo reconozca, es una periodista especializada en temas medioambientales que reúne entre sus trabajos más destacados, los libros: “A mal tiempo, periodismo” y “Cobertura de huracanes en Cuba”.

Quienes la rodean, admiran su carácter jovial y responsable y sus ganas de hacer artículos poco habituales. Una persona que con poco, logra más, imponiéndose en pequeñas batallas que deciden una contienda.

-Algunos expertos sostienen que el

mundo está al borde de una catástrofe

que pondrá fin a la era del hombre en la

Tierra, ¿comparte usted este criterio?

No soy demasiado optimista, pero tampoco catastrofista. Una visión catastrofista tiende al inmovilismo y desde el punto de vista de la comunicación apuntar la última perspectiva, según los estudios realizados a nivel mundial, hace que las personas adopten una posición indiferente, la cual sostiene que si ya el mundo está perdido, no hay nada que hacer y prácticamente pasamos el límite de gases de efecto invernadero para el mantenimiento de la vida en la Tierra, pues ¿de qué vale esforzarse?, sigamos “viviendo” en el “paraíso” hasta que llegue el fin. Es esa la frialdad que posibilita el aumento del catastrofismo. 

-Entonces… ¿escéptica?

Vivo una incertidumbre, pero sí creo que hay grandes posibilidades, recursos y capacidad humana, no para revertir la situación, sino para minimizarla en lo posible, manejarla y así poder adaptarnos a un modo de vida diferente. Debemos poner en práctica el nuevo concepto esgrimido desde la Academia, la glocalidad: pensar de manera global y actuar localmente.

-¿Considera que la prensa internacional ha

concientizado el problema y asume de

manera responsable la educación

ambiental de la población?

Los ámbitos ambientales se suelen manejar en el ámbito extranjero, como regla, de una forma bastante catastrofista. Investigaciones del Centro de Estudios Climáticos de Inglaterra, sobre cómo la prensa los cubre, mostró que la visión predominante no es equilibrada, tiende a lo catastrófico o a que la situación es un invento de los exagerados ambientalistas. La cuestión ambiental no es de primera plana, a no ser que ocurra un gran desastre (tifón, maremoto, terremoto, ciclones) cuyas consecuencias se asocian al cambio climático.

O también, cuando sesionan las reuniones internacionales de alto nivel como Copenhague, donde se le da importancia desde la política, pero los asuntos ambientalistas no son de interés de los grandes medios.

-¿Por qué una visión no equilibrada?

Adecuar las informaciones a la cotidianidad de las personas, es una de las dificultades de los grandes medios. En una metrópoli o zona costera, ¿qué puedo hacer yo para aliviar la situación?, ¿la basura cómo reciclarla? Esa labor de llevar el periodismo medioambiental al día a día de la población la desempeñan muy pocas agencias, y cuando lo hacen, es un equipo de investigación o un periodista interesado en el asunto.

-¿En la prensa cubana el periodismo

medioambiental ha alcanzado el

tratamiento del deportivo, económico,

cultural o el de temas políticos?

El periodismo medioambiental surge como parte del periodismo científico. En la medida que el periodismo ha cobrado importancia, se distingue una separación entre ambos, desde la Academia hasta llegar a los medios.

En Cuba, si hacemos un estudio de prensa o de los trabajos premiados en el concurso anual Gilberto Caballero, vemos que la mayoría son informaciones medioambientales, lo cual es un indicador de que la mayor cantidad de escritos que se redactan de ciencia y tecnología, son de medio ambiente.

Ahora no lo puedo asegurar, pero en años precedentes era así. Después de 1994, cuando se creó el CITMA, y en 1998, al dictarse la Ley 81 de Medio ambiente, surgió el boom de estos temas. Actualmente las informaciones medioambientales dentro de ciencia y técnica, sí están al nivel; pero a la altura del deportivo, económico…, para nada. Con estas esferas no se puede competir, y mucho menos medio ambiente.

-Teniendo en cuenta los problemas

medioambientales actuales, ¿cómo

se aborda este tipo de informaciones

en nuestros medios?

Muy superficial. En Cuba hay más divulgación que periodismo, hay poco contraste de fuentes, poca diversidad temática y todo asociado a una campaña o circunstancias específicas. Además, no damos sistematicidad al asunto, se habla del Día Mundial del Agua, pero no es hasta el año siguiente que nos acordamos de la fecha. Por lo tanto, son artículos poco profundos, aunque hay excepciones como la revista Bohemia.

-¿Alguna solución?

El remedio nunca será, como piensan muchos, hacer una página de medio ambiente, el quid está en que las informaciones atraviesen todas las temáticas. Esta “especialidad” requiere para su cobertura de recursos, si deseas hablar sobre reforestación, especies endémicas o en peligro de extinción, hay que ir a la montaña con todo lo necesario, tienes que dominar las leyes ambientales, no puedes hacerlo sentada en el prado.

-¿Podemos hablar de periodistas

especializados en medio ambiente?

Creo que sí, pero lo que predomina es “el acostumbrado”, el que lleva tres quinquenios cubriendo lo mismo, no logra contextualizar la información y se queda en la referencia de la nota informativa.

Orfilio Peláez, del diario Granma, es un periodista especializado en cuestiones meteorológicas, aunque escribe de ciencia y técnica. Esto no quiere decir que sea meteorólogo de profesión, se trata de comprender las declaraciones de la fuente, interpretarla y escribir sobre el tópico, proyectando escenarios futuros, sin llegar a ser  un vocero de la institución. Bárbara Avendaño, de Bohemia, y Gladys Rubio, del Sistema Informativo de la Televisión Cubana, son otras expertas, además de los profesionales que laboran en los medios provinciales.

-¿Cuál es la estrategia de los

periodistas para llevar

al lector terminologías o

definiciones sin que pierdan

el matiz científico?

La misma de los distintos campos de la profesión: entender lo que dicen y después exponer las ideas con las técnicas del periodismo, además de transversalizar los asuntos con el contexto económico y social.

Lo aburrido de esta esfera, como la de las otras, es cuando abres y cierras colmillas, y no eres capaz de ubicar en contexto a las personas. Ejemplo: quiero hacer un trabajo sobre el nivel del mar en Cuba, diciendo que para el 2050 un tercio de su territorio quedará sumergido, sobre todo la Ciénaga de  Zapata. Entonces, ¿qué debe hacer el periodista? Primero: ubicarse en la posición de loa pobladores que puedan estar afectados y preguntarse ¿qué significa esto?, ¿ventajas?, ¿desventajas?, ¿qué puedo hacer yo desde mi espacio?, ¿qué es lo más factible y seguro? Son interrogaciones obligatorias para conseguir explicar a los habitantes de la zona, o al lector en general, lo que sucederá y cómo puede actuar. En esencia, dar herramientas al ciudadano para que tome la decisión.

-¿Y cuando queremos definir?

A los conceptos no se les puede temer, este tipo de periodismo, a veces, exige su empleo para acercar más a los receptores. Lo que sucede es que después debemos ir desmontándolo por partes y hasta contar una historia vinculada con la idea central para convertir el escrito en algo ameno e interesante. Lo medioambiental no difiere, en cuánto a técnicas, de lo tradicional, pero sí en el tiempo de preparación, pues lleva más práctica y experiencia.

-¿Cuáles son los temas

prioritarios en Cuba?

Cambio climático, energía, contaminación asociada al agua, ciclones, suelos y biodiversidad.

-¿Por qué estos y no otros?

Por el nivel de incidencia que los asuntos tienen en la Isla y por las prioridades establecidas desde las instituciones.

-Juventud Técnica apunta a resultados

y procesos, otras revistas como la de

la Fundación Antonio Núñez Jiménez,

dan a conocer resultados científicos

y los promocionan con un tono

comunitario, ¿cuáles son los contrastes

entre divulgación y periodismo científico?

La divulgación es cuando nos convertimos en el vocero de una institución, en su reproductora digital, y no buscamos otras personas que pueden brindar criterios y diversas miradas sobre el contenido; el periodismo científico es el que cuenta una historia y también intercala fuentes, pone antecedentes, consecuencias, resultados de un análisis y proyecciones.

-Con tantas cuestiones medioambientales

para abordar en nuestros medios de

comunicación, ¿por qué el bombardeo

con informaciones de otras latitudes?

No sé, un problema pueden ser los recursos, el trasladarse a determinado lugar. En televisión, los documentales no son la cotidianidad del periodismo, son más fríos, pacientes, pueden salir en cualquier momento y requieren más detalles; en el mundo del papel impreso nos acomodamos a la típica nota informativa, no profundizamos, igual escasean los recursos y por eso, ante la falta de especialización y la necesidad de informaciones, también con importancia, acudimos a las de otras regiones del planeta.

Lo primordial para los directores de los medios radica en la comprensión de contenidos medioambientales, vitales para la supervivencia y calidad de vida. El error subyace en la elaboración de la política informativa, que a veces, solo incluye los temas prioritarios y se olvidan de los demás.

-¿Cómo avizora el periodismo

medioambiental en el 2050?

Es difícil arriesgarse a dar un pronóstico, pero vuelvo al inicio: no comparto una posición ni muy optimista, pero tampoco catastrofista. Estoy entre dos bandos, que el destino diga la sentencia final y que, por bien de nosotros mismos, todos concienticemos la problemática.

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