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Isla al Sur

ENCUENTRO EN QUIVICÁN

ENCUENTRO EN QUIVICÁN

IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ

Foto: JUVENAL BALÁN

Berta Pulido Soa trabajó en Educación por 32 años y solo una enfermedad que le nubló la vista la hizo separarse de las aulas. La Doctora en Pedagogía está sentada junto a viejos y nuevos compañeros, y no hay quien llegue al festejo de maestros en Quivicán que no la abrace con cariño y respeto: "Es una emoción muy grata saber que se dejó una huella y que mucha gente siguió tu camino".

Bárbara Pérez es maestra de preescolar en el círculo infantil Meñique, en La Salud. Empezó hace dos décadas como educadora, tenía solo noveno grado y un día lloró "a mares" porque evaluaron de mal su clase. Quizás ese fue el primer escalón de años de estudios posteriores hasta graduarse de Licenciada. Hoy también imparte clases en la Sede Universitaria Pedagógica de Quivicán, y aconseja a los alumnos que por muy adversas que sean las circunstancias se aferren a esta carrera esencialmente humana: "Nada hay más grato que ver convertidos en hombres y mujeres a personas que educamos cuando apenas podían valerse por sí mismas".

CALOR EN ESTE INVIERNO

Al redactar esta nota evoco algunas expresiones: "Hacía mucho tiempo no veía a María Elena"; "No importa que no la veas, lo bueno es que está viva". "¿Y tú, cómo te sientes?"; "Tengo una operación en la cadera, pero aquí estoy, firme". "Ya llevo 78 años viviendo, ¡mira tú cuántos!" "No veo mucho, pero me defiendo y voy a todas partes".

Educadores en activo y jubilados de la antigua región habanera formada por los municipios de Quivicán, Batabanó y Bejucal, decidieron reunirse un domingo de invierno tropical. No fue un espacio para el debate puramente académico.

Había, sin embargo, un espacio académico de diferente tipo en el encuentro aparentemente convocado para saber de unos y otros. En el abrazo, en la memoria afectiva que se empeña en embellecer cada historia, estaba la entrega de un consejo, alternativa o posibilidad de nuevas vías para ser mejores maestros.

Ellos iban de uno a otro ejemplo desde sus propias vivencias: ¿cómo se trabajaba antes en la secundaria básica, con maestros especializados por asignaturas y 200 adolescentes que atender? "A veces ni reconocíamos sus caras y eso nos apenaba porque, en contraste, los jóvenes no nos olvidan". Hablaron de la experiencia de los profesores generales integrales con no más de 15 educandos y la responsabilidad de ser sus preceptores: "Trabajamos con los jóvenes en una dimensión mayor".

Otros, procedentes de la educación primaria, comparaban aquellas clases en las que solo contaban con el apoyo de tizas y pizarras. "Los niños ahora manejan las computadoras con una facilidad que asombra. ¡Si yo volviera a ser maestra...!"

De la mañana a la tarde el tiempo transcurrió con agradecimientos a la Dirección de Educación del municipio y a los sectores que colaboraron para un intercambio necesario entre generaciones, un espacio fraterno que ojalá otros retomen con asiduidad y no se quede en iniciativa esporádica, porque abrir ventanas a la comunicación y el cariño es también atención a los trabajadores y a quienes, ya en retiro, mucho entregaron desde sus modestos puestos a la Educación cubana.

LA VUELTA AL AULA

Mirna Pérez Acosta dice que "la cabra siempre tira al monte" y ya, jubilada, labora como profesora de Inglés en la secundaria básica Máximo Gómez, en la localidad de La Salud: "Me aburría en la casa, porque a mí siempre lo que me gustó fue dar clases. Nunca he pensado ser otra cosa que profesora, por eso he vuelto a trabajar".

Sonia Blanco dejó el magisterio cuando su hija era pequeña, y no más pudo retornó al olor y el calor de la escuela Rogelio Niz Serra, de Quivicán. Recuerda sus inicios en la enseñanza primaria con 45 alumnos: "La locura". Hoy comparte con la maestra María Elena Viera, un aula de 28 estudiantes, y asegura que las transformaciones educacionales permiten atender en detalle a los niños: "Ha sido un día lindo. Volver a ver a tanta gente querida y decirnos qué hacemos es como una inyección de optimismo".

Pie de foto: Los espacios fraternales entre docentes pueden convertirse en iniciativas que trasciendan lo esporádico de una ocasión.

 

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