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Isla al Sur

LA CONDESA DE LA HABANA

LA CONDESA DE LA HABANA

Fusión inteligente de historia y tabúes sociales en una isla colonial, propone Roberto Estrada en su novela, premiada por la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba.

Texto y foto:
RITA MARÍA CAMBARA CASTILLO,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Numerosas  historias  nos exhiben La Habana del siglo XVIII, pero es el abogado y narrador Roberto Estrada, quien nos presenta a través de seis pasajes en 222 páginas, una ciudad llena de ambiciones, deseos, pasiones y conflictos bien justificados. Toma como pretexto la vida de la joven Ana de Sandoval y Cabrera, Condesa de Covadonga.

Con La condesa de La Habana (Premio Guillermo Vidal, UNEAC de Las Tunas, editado en 2008 por Ediciones UNIÓN), el autor recrea una historia colmada de revelaciones y cartas de Ana. Las líneas transitan, con marcadas señas del estilo erótico del Marqués de Sade y el picaresco de Bocaccio, por sexo, violaciones, sadismo, pero cuidando que el lector no se sienta ofendido con tales acciones.

Sin  embargo, con un sentido muy sutil ubica procesos de la etapa colonial cubana, desde 1716 hasta 1771: el estanco del tabaco, el comercio de rescate y contrabando; luego, los cambios y regulaciones que aplica la Corona Española, la Toma de La Habana por los ingleses, la esclavitud, el cimarronaje y la vida en los palenques.

La condesa nace en la Villa de San Cristóbal de La Habana. Su  madre fallece en el parto y es criada con la figura  materna de Ña Tomasa, esclava que hace los quehaceres de la casona de la calle Oficios y amante, a la vez, de Don Gaspar de Sandoval. Ana tiene una infancia llena de alegrías, ausencias y curiosidades, consumidas años más tarde con la baronesa Brigitte de La Vallée, quien se convierte en su confidente y amada;  junto a ella  conoce la admiración de los placeres masculinos en brazos del esclavo Sundiata.

Con estas prosas, la protagonista -sin temor a ser juzgada- deja al descubierto todos sus actos. Luego de etapas tan variables, tan convulsas y a veces descabelladas para los más conservadores, dedica sus días a meditar y a reencontrase con la espiritualidad en el Convento de Santa Clara, donde ingresa cuando para ella la vida ha perdido el total sentido.

De la epístola y la narración se vale la condesa, ya en su lecho de muerte, para pedir perdón a su hija; acompaña con estas la historia de su vida, su legado, sus riquezas. Se depura del pasado y muere como una mujer que vivió con sus recuerdos.

El escritor de esta obra, Estrada Bourgeois, es graduado de Derecho en la Universidad de La Habana, miembro de la Asociación Hermanos Saíz y de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. Ha publicado novelas de diversas temáticas como Trenco (Letras Cubanas, 1986) y La pelirroja (Umbriel Editores, Barcelona 2003, y Editions Korn, Alemania, 2005).

Recibió el premio La Edad de Oro (2005) de la editorial Gente Nueva con la novela Bosque, y en el mismo año fue el segundo premio Plaza Mayor de Puerto Rico, con En la orilla equivocada.

Pie de foto: Edición  de La condesa de La Habana, libro galardonado en 2008 por la UNEAC.

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