Blogia
Isla al Sur

LA PAZ DE LA GUERRA

LA PAZ DE LA GUERRA

ADIEL GUEVARA RODRÍGUEZ,
estudiante de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Ante la imagen que anunciaba el estreno en Cuba del filme japonés “Sangrienta Búsqueda de la Paz”, de Shigehiro Ozawa, no se puede negar que la creatividad de Jorge Dimas González Linares con su cartel consigue, al menos, mantenernos interesados sobre la trama de la proyección cinematográfica. Un fiasco supuso, sin embargo, la película que narra los cruentos conflictos de un grupo de nipones en defensa de su asediada nación.  

Existe una notable economía de elementos visuales para transmitir la esencia de la producción fílmica. La paloma, como centro de atención, permite asumir, por su clásico carácter simbólico, la inclusión de aristas positivas sobre la espiritualidad humana como la repulsión por la guerra.

Pero aquí vemos algo fuera de lo común y que hace de este animal un verdadero “grito de pared” de claridad pasmosa: la sangre que tiñe su plumaje. Es destacable cómo una persona, presumiblemente con la misma nobleza que la del ave por el uso del blanco en su mano, la sostiene sobre los dedos y el rojo surge como de una herida profunda para manchar el brazo. Tal parece que el alado ser volviera de combatir sin éxito a la misma muerte.

El fondo negro contrasta con el motivo principal del cartel y muestra la abrumadora soledad de quienes buscan el quimérico sueño de un mundo sin guerras y violencia, para lo cual se necesita, muchas veces, de enfrentamientos que restablezcan el orden y la tranquilidad.

Teniendo en cuenta la resistencia que normalmente ofrece el ser humano a procesar con rapidez palabras y temáticas de negativa implicación, al usar un símbolo como la paloma, se posibilita una mayor aceptación del difícil mensaje a transmitir. Es decir, la forma empleada en este caso se subordinó al imperativo de hacer más asimilable el contenido de la película por el público en general. Curiosamente, el ojo del níveo pájaro casi se satura de la misma sangre que cubre su cuerpo, como si reflejase los horrores contemplados en infinitos suplicios humanos.

Desde una perspectiva histórica, el cartel cinematográfico en la Isla, posterior a 1959, evolucionó para reflejar las tendencias mundiales, los intereses políticos y económicos de la época. Su utilidad propagandística halló fin durante la etapa postrevolucionaria, pues pasó a ser más polisémico, profundo e instructivo.

Tales expresiones de las artes gráficas, específicamente en la primera mitad de los 70, como esta obra de González Linares (1973), se transformaron en productos de excesiva elaboración conceptual. Quedaron atrás los discursos narrativos, las imágenes y elementos descriptivos, así como los puntales de la tipografía. Los diseñadores concentraron esfuerzos en encontrar la combinación precisa de los elementos y lograr una comunicación eficiente, sin distracciones innecesarias y vacías de significado. El refuerzo de la carga simbólica en algunos íconos apeló a la inteligencia del público para interpretar los mensajes de los carteles.

Precisar la idea central de “Sangrienta Búsqueda de la Paz” no representó un problema puesto que título e imagen promocional se apoyan mutuamente y logran establecer una relación muy compenetrada, casi inseparable. Podría decirse que cada uno es la continuidad del otro y cercenar alguno de los dos haría ininteligible el mensaje a transmitir.

Asimismo, la calidad estética es acertada para lograr impactar e interesar al público ya que se sale del repetido estereotipo de la pureza inviolable de la paloma que, como cualquier otro animal, puede defenderse en un momento dado para conservar su existencia en este mundo. De igual manera, la armonía encarnada simbólicamente en el ave, puede estallar en violencia si precisa garantizar su supervivencia y, mediante la guerra, conseguir paz.

0 comentarios