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Isla al Sur

EL SÁNCHEZ BARCAÍZTEGUI, UNA HISTORIA SUMERGIDA

EL SÁNCHEZ BARCAÍZTEGUI, UNA HISTORIA SUMERGIDA

A casi 120 años del naufragio, los restos del buque yacen junto a otras embarcaciones hundidas, en las profundidades de la bahía de La Habana.

MARÍA CARLA O`CONNOR,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Foto: Cortesía de MANUEL R. ALMEIDA.

El buque español Sánchez Barcaíztegui, próximo a cumplir 120 años de su naufragio (2015), es una de las embarcaciones que yacen en el fondo de la bahía de La Habana y cuyo número se desconoce, de acuerdo con datos registrados en el Castillo de la Real Fuerza.

La amplia divulgación que se hizo sobre el accidente, en septiembre de 1895, facilitó las exploraciones que se realizaron por la empresa CARISUB, aseguró el ingeniero Manuel R. Almeida, especialista en conservación de objetos arqueológicos subacuáticos, quien estuvo al frente de las investigaciones.

Explicó que los restos del pecio se encuentran a 22 metros bajo el nivel del mar, a una corta distancia del faro del Morro y durante el bojeo del área se extrajo un conjunto de más de 250 piezas conformado por armas blancas, vajillas, monedas y fragmentos del mismo barco.

García, uno de los guías del museo del Castillo de la Real Fuerza, expresó que el Sánchez Barcaíztegui es una de las colecciones más frecuentadas, porque además están expuestos objetos personales de gran valor que constituyen joyas del patrimonio cultural, histórico y social de la nación, “por ejemplo, una leontina de oro posee cinco inscripciones de bautizo. Se desconoce el nombre del dueño y si los nombres en las medallitas son de sus hijos o ahijados”.

También, resaltó la calidad del trabajo de los especialistas en restauración del patrimonio, quienes con mucho esfuerzo reconstruyeron las piezas oxidadas y corroídas por la acción del salitre, el agua y los desechos.

Documentos del siglo XIX, recopilados en “El Sánchez Barcaíztegui: una reconstrucción histórica a partir de su pecio”, de Yamilé Liguera González, confirman que a pesar de ser un barco de guerra, poseía lujo y confort desmedidos, además de emplear el dinamo destinado a energizar el sistema Edison de luz incandescente, tecnología muy avanzada para la época. Estas circunstancias condicionaron el reiterado funcionamiento de la embarcación en actividades protocolares y como crucero.

Entre los testimonios y escritos que describen los últimos momentos del crucero, se encuentra el boletín Comercial No. 212, del 19 de septiembre de 1895, que informa: “A la media hora de haber abandonado el puerto (…) oyose un pitazo dado por “Sánchez Barcaíztegui”, enseguida otro más e inmediatamente un ruido extraño parecido al de una formidable explosión, percibiéndose que el “Sánchez” pedía auxilio”.

El vapor Mortera, que en ese momento arribaba de alta mar, sin poder retroceder, lo embistió por el costado de babor. La colisión generó una gran succión de agua que precipitó el hundimiento de ambas embarcaciones.

La tripulación estaba compuesta por 150 hombres, de ellos, 31 perdieron la vida. En el Seminario de San Carlos, donde se encuentran guardados los libros de los entierros, no está registrado el nombre de ninguno. Sin embargo, en el Archivo Álvaro Bazán, de España, hay una documentación que informa sobre los funerales de las víctimas del siniestro, pero no se ha tenido acceso a esas fuentes.

Pie de fotos: 1-El buque español Sánchez Barcaíztegui anclado en la bahía de La Habana. 2-Los restos del pecio se encuentran a 22 metros bajo el nivel del mar, a unos pocos metros del faro del Morro.

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