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Isla al Sur

OBSESIONES DE UNA MUJER AMERICANA

OBSESIONES DE UNA MUJER AMERICANA

ANIA TERRERO TRINQUETE,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,  
Universidad de La Habana.

Entre amores, soledades, risas y muertes se arman los versos de Juana de Ibarbourou (1892-1979). Con una profunda lírica, la poetisa uruguaya le canta al olvido, a la sensualidad y a la naturaleza como cómplice del ser humano, y refleja, desde su poesía intimista y tal vez sin proponérselo, la realidad latinoamericana que vivió. Esa es una de las razones para acercarse a su Antología poética.

Juana de América, como la bautizaran en 1929 los grandes escritores de la época, es considerada junto a la chilena Gabriela Mistral y la argentina Alfonsina Storni, precursora de la poesía feminista en Hispanoamérica. Por tanto, su obra ha sido recurrentemente estudiada por críticos del mundo. La profesora María del Rocío Contreras Romo, del Colegio de México, afirmó que “los versos de la Ibarbourou delinean una poética de claras resonancias intelectuales, voz plena de rebeldía y sensualidad que cantará sin ambages al placer del amor”.

También es autora de los poemarios  Raíz salvaje (1922), La rosa de los vientos (1930), Perdida (1950) y Azor, (1953). En prosa escribió, entre otras obras, Cántaro fresco (1920) y una colección de cuentos autobiográficos sobre su infancia, Chico Carlo (1944).

El libro que nos ocupa fue publicado por Ediciones del Sur,  Argentina, en noviembre del 2003 y recoge 69 poemas de varias etapas de la vida de la autora latinoamericana. En sus páginas se agrupan distintos años y diferentes formas de pensar por lo que sus poemas se acercan a diversos temas como la naturaleza en todo su esplendor, los rencores, las nostalgias y, por supuesto, el amor. La autora recurre una y otra vez al impacto sensorial, apela a la fuerza de las impresiones y lo hace solo a través de versos.

Desde un punto de vista técnico, no es fácil clasificar los poemas. Son, por lo general, cortos y de no más de cuatro o cinco estrofas. En la mayoría de los casos, la poetisa prefiere usar rimas asonantes, quizás por su “desordenada musicalidad”. Pero en ocasiones, recurre a las rimas libres o consonantes. Tal es el caso de “El fuerte lazo”, hermoso poema en el que se refiere a una tormentosa relación de pareja.

Tras la lectura de este libro, se puede confirmar que en el desarrollo de la obra poética de Juana de Ibarbourou hay una fuerte influencia del modernismo de la época que, poco a poco, evoluciona hacia una gravedad de pensamiento en torno a la razón de existir.

De ella se ha dicho, incluso, que fue una antecesora del feminismo latinoamericano. Aunque, por la lapso en que vivió, le fue muy difícil reflejarlo en los poemas que escribió y en la vida. Al fin y al cabo, se movió en una sociedad de profundo arraigo machista.

En cualquier caso, leer Antología poética resulta, como mínimo, un paseo por los anales de la poesía feminista de nuestro continente,  aunque la autora, como muchas escritoras de hoy, no reconociera explícitamente su filiación. Por el camino, se aprende sobre el amor, la soledad y otros sentimientos que son sencillamente vida.

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