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Isla al Sur

EL DIABLO RESIDE EN MÉXICO

EL DIABLO RESIDE EN MÉXICO

Texto y fotos:
WENDY GARCÍA MARQUETTI,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Están los que no leen y los que lo hacemos, pero solo textos cercanos en el tiempo. Muy pocos encontrarían fascinante descubrir el siglo XIX de manos de un autor no muy conocido. Una tarea me obligó, por decirlo de algún modo, a encontrar El diablo en México.

La edición consultada fue editada en Ciudad de México por B. Costa-Amic en enero de 1955 y cuenta con un prólogo de Pedro Frank de Andrea, México, D.F. Escrito por el joven mexicano Juan Díaz Covarrubias, se publicó por primera vez en 1858 y reimpreso, que se tenga noticias en Cuba, casi un siglo después en marzo de 1955. Consta de 95 páginas, divididas en siete capítulos y una dedicatoria al joven poeta y amigo Luis G. Ortiz.

En una suerte de cuarteto amoroso, el romance entre Elena y Enrique, jóvenes separados por la situación económica de sus clases y los prejuicios al respecto, también se verá interrumpido por Guillermo y Concha. Estos hermanos intentarán vivir con el amor de sus vidas, que es en cada caso, uno de los integrantes de la pareja protagonista. Las intenciones de la madre de Concha, la amistad de las dos muchachas y una descripción peculiar completan la obra.

Con un final nada esperado se cierra la ficción de manera abrupta, muestra de las características del estilo de Juan Díaz. La sucesión de hechos narrados nos trasladan al México de mediados del XIX para contarnos una historia muy sencilla, pero que no queda varada en su época, pues trata del amor, un tema que no tiene tiempo ni lugar.

El texto, según las características de la narrativa actual, es una noveleta debido a su corta extensión y al respecto, el propio escritor dijo: “Es un boceto novelístico de limitada pretensión, cuadros aislados que no son ni una novela”. Conocer esta historia es descubrir un México de antaño y a un autor excepcional.

El autor, Juan Díaz Covarrubias, nació en diciembre de 1937, hijo de José de Jesús Díaz, poeta famoso en su época. Su padre fue al exilio y durante la adolescencia murió la madre. La tristeza de estos eventos se unió a la del rechazo de la mujer que adoraba, Sofía. Comenzó a estudiar Medicina, pero abandonó la carrera para servir como practicante en la contienda civil donde fue fusilado con tan solo 22 años.

A pesar de haber muerto a temprana edad, dejó varios trabajos divididos entre la prosa y el verso. Su inexperiencia al escribir debido a su juventud está reflejada en los textos mediante personajes sin descripción profunda, falta de suspense y un extremo subjetivismo. Sus obras tienen dos ejes fundamentales: el amor y la patria. Producto de las penas vividas, la desilusión amorosa y la tristeza campean por las páginas y el texto El diablo en México no escapa a ninguno de estos aspectos.  

Sin embargo, ya contaba con un estilo propio, y su muerte constituyó una perdida innegable para las letras mexicanas, pues hasta José Zorilla, el autor de Don Juan Tenorio, lo saludó a los 20 años como a “una de las plantas de buena esperanza del vergel literario”.

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