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Isla al Sur

CUANDO EL MITO SE CONVIERTE EN DEVOCIÓN

CUANDO EL MITO SE CONVIERTE EN  DEVOCIÓN

En la necrópolis habanera Cristóbal Colón, el pueblo adora a La Milagrosa, imagen no asociada a ninguna religión.

NAYARE MENOYO FLORIÁN,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

La única imagen sin asociación a vertiente religiosa a la que se le rinde culto en el país es La Milagrosa, ubicada en el Cementerio Cristóbal Colón, en la capital habanera. Por la capacidad que se le atribuye para conceder pedidos, recibe diariamente alrededor de 200 visitas de devotos cubanos y foráneos, apunta la historiadora del camposanto, Teresita Aloy.

“El rostro que representa a La Milagrosa se corresponde con la joven Amelia Gori, quien después de esperar que su amado y primo José Vicente regresara de luchar por la independencia, contraen matrimonio desafiando la voluntad familiar. Luego del casamiento, la muchacha queda embarazada y por complicaciones en el parto pierden la vida ella y el niño”, precisa la especialista.

Luis Martín, también historiador del cementerio, refiere: “El sentido popular es dado porque tras ser exhumados los restos, el cuerpo de Amelia está incorrupto, con el bebé en brazos. Esto, unido a la fuerza del imaginario idiosincrático cubano, contribuye a que se le atribuya al fenómeno un sentido mítico y se venere como cualquier ídolo”.

En su libro Cementerios de La Habana, el escritor Ángel Oramas explica que Vicente prohíbe el acercamiento al sepulcro, mas diferentes personas violan tal disposición y empiezan a imitar su costumbre de retirarse sin dar la espalda al rostro de la muchacha.

Para un pueblo con tanto sincretismo religioso como el cubano no es inaudito que se adore a una imagen sin asociación con ninguna religión. La gente, simplemente, asume la historia como símbolo de amor materno y la convierte en leyenda. Este fenómeno es único en el país”, apunta la historiadora.

La estatua que representa a La Milagrosa fue construida probablemente entre 1901 y 1906, aunque no se registra el dato exacto, estuvo a cargo del arquitecto cubano José Vilalta Saavedra, quien la esculpe en mármol blanco de Carrara. Es de tamaño natural, reproduce la imagen de una mujer de faz serena, joven y bella, quien mientras sostiene al bebé en el brazo izquierdo, apoya  la mano derecha  en una cruz, narra la historiadora Lohania Arauca en el libro La Milagrosa.

Arauca describe el ritual que siguen los creyentes: todos los que llegan como peregrinos a su tumba tocan tres veces con una de las argollas que está a los pies de la bóveda, sobre la lápida blanca. Los tres golpes tienen un sonido seco, inolvidable, así despiertan a Amelia sus devotos.

“Mi hija nació con siete meses, entonces, visito a La Milagrosa y le pido le diera salud. En  agradecimiento, le puse Milagros a la niña”, cuenta Eridania Palomino, una devota de Amelia. 

Lo más asombroso es cómo la leyenda alcanza límites extraterritoriales, pues en el nicho hay pequeñas placas de materiales grabados de diversas partes del mundo, objetos fabricados por motivos muy específicos como casitas, cunas pequeñas, cadenas de oro, boticas tejidas con mensajes que se repiten infinitamente en espera de que Amelia les conceda su pedido, afirma Aloy.

Pie de foto: Bóveda de Amelia Gori, La Milagrosa, en el Cementerio Cristóbal Colón.

Ficha técnica:

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Tipo de fuentes: Directa; transitoria y secundaria. Documental.
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Otros dos valores noticia: Interés colectivo. Proximidad o cercanía.

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