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Isla al Sur

EL CABALLERO DE PARÍS ANDA

EL CABALLERO DE PARÍS ANDA

Andrés Enrique Pérez Vilahu, primera estatua viviente de la capital, recuerda con su trabajo a uno de los hijos ilustres de la ciudad: José María López Lledín.

Texto y foto:
ELIZABETH K. CARVAJAL SUÁREZ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

El escultor saca todo lo superfluo
y reduce el material a la forma que existe
dentro de la mente del artista…
Giorgio Vasari

Cuando el creador se convierte en arte, el alma de las estatuas se activa al sonido de las monedas. La Habana, la vieja Habana, dedica a sus visitantes una visión mágica, la del Caballero de París, quien no quiso andar más entre los muertos y regresó a la vida para latir desde la calma.

Andrés Enrique Pérez Vilahu apenas se acerca a la imagen de José María López Lledín: el primero, con pelo negro y nariz ancha, dista de los largos cabellos plateados y nariz aguileña que caracterizó al más famoso de los vagabundos capitalinos. Pero algo en salvación los aproxima, la poesía,  de ella dice: “Es la manera de explicarme y explicar esta versión de lo real que todos consensuamos para poder convivir”.

Actor, zanquero,  “músico, poeta y loco”, Andrés Enrique, sin previa formación artística, descubre el Movimiento de Artistas Aficionados. Sus ansias de reinventarse lo llevan a trabajar durante tres años con uno de los grandes maestros del teatro en Cuba, Vicente Revuelta.

“Luego de terminarse el proyecto con Vicente quedé flotando sin hacer nada, junto con otros actores. En ese momento existían alrededor de tres programas de gigantería. Participé con ellos en el festival Somos la tierra. Después, comienzan a salir por la Habana Vieja con los zancos y me llaman”.

“Empezamos a recaudar dinero y a tener problemas con la policía. Hasta que uno de nosotros se acercó a Eusebio Leal y recibimos un permiso de la Oficina del Historiador, para llevar a la calle el performance”.

Un grupo colombiano que experimentaba con barro le adentra en una nueva posibilidad de explorar el arte de la inmovilidad y se convierte en la primera estatua viviente de la capital.

Ante la pregunta, ¿por qué escoges representar, dentro de las leyendas urbanas, la figura del Caballero de París?, contesta: “Siempre me pareció un gran hombre. Sabía que los habaneros, los cubanos todos, estarían identificados con su figura. Además, siento gran apego por esos locos afables que siempre te enseñan que hay otra alternativa”.

Seguidamente, alza con seguridad su mano derecha y continua: “El loco es el aviso y el temor del cuerdo. El loco, más allá de todo, le dice al cuerdo: ¡Mira, hay otra manera! ¡Yo estoy aquí, existo, pero de una forma que no puedes creer posible!”

De lo material, respondió a través del Caballero a un transeúnte que le reclamaba sobre el dinero: “La poesía es mejor que el dinero porque la poesía no te abandona nunca y el dinero tienes que salirlo a buscar”; sin embargo, tras decirlo por segunda vez, una persona añadió: “Sí, pero sin dinero no puedes comer”.

Reconocida su momentánea derrota, continuó: “La poesía te alimenta y el dinero no te puede alimentar, el dinero no sirve para comer, para comer sirven los dientes, por eso el que no tiene dientes come mal al igual que el que no tiene dinero”.

La meditación irisa cada uno de sus movimientos. Las ideas se disponen a veces ordenadas, en ocasiones un tanto anárquicas porque el absurdo también ha encontrado cabida en él, gracias a esa palabra surge un bello axioma de sus labios.

“El absurdo te da una posibilidad de escape ante el escenario cotidiano de la vida. Hizo falta la física cuántica porque la de Newton ya no explicaba cabalmente la realidad, porque ella es mucho más de lo que creíamos que era y más de lo que podemos imaginar que es”.

Así descubrí a Andrés Pérez, ese cartero de los espíritus de mármol y bronce, quien trae un mensaje de vida más fuerte que el epitafio de José M. López Lledín: ”El Caballero de París no yace, anda”.

Pie de foto: El performance se adueña de la céntrica esquina habanera de Obispo y Mercaderes donde Andrés Enrique Pérez Vilahu representa al Caballero de París.

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