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Isla al Sur

CUANDO FALTAN LATIDOS

CUANDO FALTAN LATIDOS

Esta telenovela tocó puntos de conflicto de nuestra sociedad, pero resulta paradójico que al hacerse eco de la cotidianidad termine resolviendo las problemáticas con un “y vivieron felices por siempre”.

EDILMARYS AJETE NARANJO,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Para algunos, Latidos Compartidos es la mejor telenovela realizada en mucho tiempo por la televisión cubana; para otros es solo un paso de avance en la producción nacional. Lo cierto es que esta entrega logró captar la atención de los receptores sentados frente al televisor cada martes, jueves y sábado, alrededor de las nueve de la noche, para su transmisión por Cubavisión.

Bajo la dirección de Consuelo Ramírez Enríquez y Felo Ruíz se abordaron temas como la diferencia de edad en la pareja, los conflictos matrimoniales, la existencia de proxenetas y prostitutas, la violencia en las calles, el racismo, la homosexualidad, la relaciones entre padres e hijos y las contradicciones que trae en determinadas circunstancias pertenecer a una religión.

Algunas de estas temáticas se lograron en el desarrollo de la trama como el amor entre Maykel Yunior y Omaida, una interesante mirada al tema racial y de parejas con diferencias sustanciales de edad; los actos delictivos, que terminan con un final previsible y acusatorio; la relación entre Omarito y su padre, con entendimientos difíciles en la adolescencia; mientras que otras dejan al público en espera de un argumento más sólido, como sucede con el romance entre Gabriela y Darío, supuestamente en los roles principales, pero desplazados de ellos por otros personajes más orgánicos; o el modo poco original en que se presentó la homosexualidad, aunque es de agradecer el respeto hacia su tratamiento.

No falta en esta entrega un toque de humor, a cargo de Miguelito y la Guajira, jóvenes que vienen a " asaltar" La Habana. También se incluye en la historia la abogacía, tema tratado superficialmente sin evidencias de un profundo conocimiento legislativo y  Maykel Yunior es encabezado en un cuento de símbolo sexual poco convincente y que no alcanza la altura del melodrama, ni la sátira o el histrionismo criollo.

Las historias muestran la cotidianidad de los cubanos. Desde hace un tiempo nuestras telenovelas, en su esfuerzo por ser lo más fiel posible a la realidad, no dejan de incluir una paladar, un agromercado o un centro nocturno, lugares en los que se reflejan las problemáticas ciudadanas.

De ese modo se da voz a todos los sectores de la población: a los trabajadores por cuenta propia, a los vendedores y consumidores de los productos agrícolas y a los jóvenes que carecen de centros donde puedan divertirse a un precio estable y aceptable.

El elenco es heterogéneo: desde artistas tan reconocidos como Eslinda Núñez, en su rol de vidente; Jorge Martínez, Osvaldo Doimeadiós, Enrique Molina y Fernando Echeverría, y también hubo oportunidad para nuevas figuras entre ellas Gabriela (Yurelis González), David (Amaury Millán), Isabelita (Carolina Cué). Además, contó con la participación de Ariana Álvarez (Luz Marina), quien una vez más se robó la pantalla sin tener el papel protagónico.

Buenos planos de fondo y un entorno visual que refuerza lo que habla el personaje dan muestras de una escenografía bien representada que se vale de métodos sencillos, como escoger locaciones comunes para  transmitir su mensaje.

Para una puesta en escena con tantos logros, aunque con algunos percances, el final no está a la altura del desarrollo de la telenovela, pues queda muy forzado el encuentro de todas las parejas felices en el mismo lugar y a la misma hora, el malo (Pedro Pablo) en la cárcel y el niño malcriado (Omarito) se volvió bueno, como en un cuento de hadas. La telenovela, entonces, después de lograr un guión que convenció al televidente, cayó en picada con el clásico "final feliz" de cualquiera de las novelas que circulan por el paquete semanal.

Latidos Compartidos tocó puntos de conflicto de nuestra sociedad y los abordó desde lo coloquial, entonces resulta paradójico que al hacerse eco de la cotidianidad termine resolviendo las problemáticas con un “y vivieron felices por siempre”.

La realidad cubana es  más compleja y aunque un final polémico provocara el debate público, lograba un mayor acercamiento al desarrollo de la trama y a lo que verdaderamente somos.

Pie de foto: Latidos Compartidos, a pesar de contar con el agrado del público, dejó lagunas en cuanto a su argumento (Publicada en Somos Jóvenes).
                    

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