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Isla al Sur

CUANDO SE ENSEÑA A CRECER

CUANDO SE ENSEÑA A CRECER

A sus 72 años de edad, Nelson Arteche Lage continúa impartiendo clases en la filial de Metalurgia de la CUJAE en el municipio habanero del Cotorro. Experiencias y compromisos se conjugan en sus actividades diarias mientras con sencillez afronta los avatares de la vida.

Texto y foto:

LÁZARO HERNÁNDEZ REY,

estudiante de primer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación,

Universidad de La Habana.

Despunta el día y la mayoría de las personas comienzan a encarar la jornada: ir al trabajo, visitar a un familiar, ayudar a algún vecino, cumplir un objetivo personal o afrontar el dilema del sustento diario. Pero están aquellos madrugadores que, por problemas de insomnio o necesidad, acompañan al alba y a las horas finales de trabajo de los custodios.                      

A este último grupo pertenece irremediablemente Nelson Arteche Lage, profesor adjunto en la Facultad de Metalurgia, filial de la CUJAE en el municipio habanero del Cotorro. Acostumbrado a secundar el canto de los gallos desde su infancia, Arteche, para los conocidos, sigue fiel al dicho de «quien madruga Dios lo ayuda» y al levantarse emprende la sacramental tarea de preparar el café. Tiene 72 años, es de estatura media y de tez blanca. Transmite confianza con su tono de voz altivo y sereno.

Cuando el café está listo, alrededor de las 5:15 de la mañana, despierta a los familiares. Su compañera, Eneida Capdesúñer Matos, recuerda los valores de su esposo en todos los ámbitos (social, familiar y laboral),mientras resalta la dedicación de este para con ella y su hija, quien estudia Ingeniería Industrial en la CUJAE. Elogios y más referencias al sacrificio escapan de sus labios, no hay ningún reproche de la considerada por él como jefa de la casa.

Mientras se alista a desayunar y tomar el café, Arteche recuerda aquel que se hacía en Sierra Cristal, cuando formó parte de los cientos de jóvenes que desde 1960 (según el libro Historia de Cuba. Nivel Medio Superior) se formaron como maestros voluntarios en Minas del Frío, en Holguín: «Había escasez de maestros y me integré al grupo para ayudar. En aquel momento sentía que era necesario contribuir de algún modo. Luego de cuatro meses nos dieron los títulos de Instructores Rurales y tras regresar a La Habana nos enviaron a Mayarí».

Con el arribo de la Campaña de Alfabetización continuó ayudando a los maestros de la zona. Antes, en el grupo de jóvenes voluntarios, pudo conocer a Conrado Benítez García. «Él era uno más de los colaboradores. Todos estábamos dispuestos a cumplir con nuestra tarea. Desafortunadamente, él pagó ese compromiso con su vida», recalca.

De camino a la Facultad, disfruta el aire fresco de una mañana sin rastros de lluvia, interrumpida por el canto de los gorriones, y recuerda cómo en su vida irrumpió la beca que su padre obtuvo, luego de la gesta alfabetizadora, para que estudiara en la URSS. «Por aquellos momentos esas gestiones se hacían en Guanahacabibes. Gracias a eso pude matricular la carrera de Metalurgia. Nos llevaron en primera instancia a Kíev, en la preparatoria, y luego a Leningrado, actual San Petersburgo, para comenzar los estudios. De ese tiempo recuerdo la ayuda de los soviéticos. Su colaboración quedó impregnada en nuestros corazones. Todos recibimos una preparación muy buena», rememora.

Esa experiencia consolidó su formación teórica, que aplicaría más adelante, primero al incorporarse en la Empresa Siderúrgica “José Martí” (Antillana de Acero), cuando regresó a Cuba en 1968, luego en la fábrica “Casio Martínez” en las fundiciones de San José, en la actual provincia de Mayabeque, donde trabajó hasta 1983. Durante esos años retomó su amor por el magisterio al trabajar como docente en la Universidad Central de Las Villas por breves períodos.

En aquellos instantes había una reestructuración en el sector de la construcción debido a la modernización del transporte y las comunicaciones que exigía el desarrollo industrial y agropecuario.

De acuerdo con el libro Historia del Cotorro, en este municipio el desarrollo de la metalurgia estuvo influido por la situación geográfica: la cercanía a la Calzada de Güines y a la Línea del Ferrocarril Habana-Güines, la presencia de un manto freático y de mano de obra que abasteciera la industria, en un poblado que estaba despertando a la industrialización.

Obras como la Autopista Nacional del Sur, el montaje de las primeras plantas industriales y el impulso de la producción minera constituyeron un incentivo al cual la industria metalúrgica tendría que abastecer. Con tal fin era menester incrementar la producción, refiere el texto 1959-1999. Historia de Cuba, liberación nacional y socialismo.

«Trabajábamos de lunes a sábado en horarios de ocho horas aunque era común extender ese período para ver las reparaciones y el mantenimiento de las maquinarias. Entre los trabajadores había un gran espíritu de colaboración y una responsabilidad por el cumplimiento de los planes. Cada domingo nos enfrascábamos en los trabajos voluntarios, por lo cual durante toda la semana me encontraba en actividad», comenta.

Nancy Alfonso Alfonso, quien laboró con él durante 1968, destaca que Nelson se caracteriza por su dinamismo en el trabajo y para el desarrollo de investigaciones. «Siempre ha tenido un carácter afable y está dispuesto a brindar sus conocimientos con total desinterés», resalta.

Son las 8:00 en punto y Arteche arriba presuroso a la filial de Metalurgia, fundada en la década de los noventa del siglo pasado.Tras haber finalizado su colaboración con la empresa “Vanguardia Socialista” (actual Unidad Básica de Producción [UBP] asociada al grupo industrial ACINOX) y laborar en el Combinado Mecánico del Níquel, en Moa, como tecnólogo y jefe del taller de fundición, se había incorporado al centro educativo sin abandonar sus responsabilidades en la industria.

Eran tiempos difíciles. Período especial, falta de recursos y la urgencia de impulsar la preparación de técnicos para encarar la desfavorable situación. «Acepté el llamado porque se requería la experiencia de trabajadores vinculados con la producción y porque siempre me ha gustado enseñar», destaca.

Y desempeñó esta tarea hasta el 2013, cuando se jubiló y se reincorporó como maestro titular bajo contrata. Quedan en la memoria numerosos trabajos, la instrucción de profesionales y la asistencia a las tesis e investigaciones de los estudiantes, que en no pocas ocasiones han obtenido numerosas distinciones por la calidad de las ponencias.

Cuando se tiene experiencia en una disciplina tan compleja y exigente como la Metalurgia es de vital importancia la comprensión de las deficiencias presentes en los alumnos para fomentar el estudio en base a los problemas, resalta Reinaldo Martínez Hernández, profesor de la Facultad. «El carisma y el incentivo por la práctica para la formación de profesionales integrales son valores presentes en Arteche», considera el maestro.

Pero Nelson no se conforma con el mero ejercicio de la instrucción. Para él hay insuficiencias en la formación de los educandos en la rama metal-mecánica debido a la inexistencia de un vínculo más cercano con las rutinas de producción. «Existen muchos títulos, pero poca destreza en la resolución de tareas que, en la profesión, requieren de habilidades manuales», advierte.

Con  el énfasis de suplir esos problemas trabaja continuamente para inculcar en sus alumnos el ímpetu de incrementar los conocimientos. «Sus clases son muy amenas e instructivas. Uno aprende a inspirarse y continuar con las materias por muy difíciles que éstas sean. Él está dispuesto a prestar ayuda y continuamente insiste en la necesidad de no subestimar el trabajo de los obreros», declara Miguel Ángel Bernal Decoro, estudiante de primer año de Metalurgia.

Por su parte, Héctor Cabrera Araujo, director de la Facultad, resalta el trabajo de Arteche en los cursos para trabajadores, así como su colaboración en numerosas investigaciones, a la postre reconocidas nacionalmente.

Al salir del centro sobre la 3:30 de la tarde, Nelson se entrega a otra pasión: la plantación de árboles. «Eso comenzó cuando trabajé en Moa y se organizaron cooperativas para incrementar el área forestal», recuerda.

Tal vez esa iniciativa corresponda con sus deseos de transmitir salud y bienestar. A pesar de mantener un buen talante, las consecuencias de una fractura que tuvo de pequeño lo siguen aquejando por medio de una recurrente artrosis. Al romperse la tibia con once años de edad, allá por 1955, no pudo acudir a un centro hospitalario adecuado. Luego de varias gestiones, un doctor, llamado Moisés, lo pudo atender en un hospital para adultos. Veinte años después, radiografía mediante, descubre que también tenía fracturado el peroné.

Miembro de la Juventud Comunista en sus últimos años en la URSS, se incorporó al PCC cuando arribó a la Isla. «Es muy revolucionario, le gusta defender sus puntos de vista para conseguir sus propósitos sin importar lo que cueste, pero, sobre todo, se relaciona con todo el mundo», recalca su hija, Iliana Arteche Capdesúñer.

Esa sociabilidad la confirman vecinos como Roberto Galán Aldana, quien resalta la colaboración de Nelson en la gestión de iniciativas comunitarias como la referida plantación de árboles o la gestión de proyectos del CDR. «Él siempre da el paso al frente», expresa.

Delegado de la circunscripción No.45 del 6º Consejo Popular en el Cotorro, del 2002 al 2005, Arteche ha materializado su amor a la naturaleza mediante iniciativas que hoy se ven en lo alto a través de robustos árboles. En el balcón de su casa cuida el crecimiento de ocujes, caobas y framboyanes, mientras reposa tranquilamente luego de cumplir con las tareas hogareñas.

En la noche, cerca de las diez, se acuesta para cumplir con el ciclo recomendado por los médicos. «Me gusta dormir lo que me corresponde para no tener los achaques de la edad», comenta, mientras perdura el compromiso de ver plantados los retoños que dan sombra y los que, en un futuro no muy lejano, deberán encargarse del desarrollo económico del país.

Mientras descansa, los custodios comienzan su trabajo y la gran mayoría de las personas duermen; pero, de nuevo, los que padecen insomnio o tienen alguna necesidad madrugarán acompañando las últimas horas de faena de los vigilantes nocturnos. Con este grupo, Nelson Arteche Lage se levantará a preparar el café, a despertar a su familia y a comenzar el día sembrando esperanzas.

Pie de foto: Nelson Arteche Lage actualmente es el presidente del CDR del barrio.

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