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Isla al Sur

EL HOMBRE MÁS GENIAL Y ABOMINABLE

EL HOMBRE MÁS GENIAL Y ABOMINABLE

El perfume. Historia de un asesino, es la primera novela del escritor alemán Patrick Süskind, y fue publicada en 1985.

ANDRÉS LUIS HERRERO PÉREZ,

estudiante de primer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación,

Universidad de La Habana.

Muchos amigos me lo recomendaron, pero no le di importancia, marginé aquel libro que no tenía portada. Luego de seis meses pasando el Servicio Militar y una biblioteca agotada, reapareció. En la primera hoja –que hacía función de portada- decía: La Historia de un asesino.

Dividida en cuatro partes que contienen en total cincuenta y un capítulos, se convirtió rápidamente en un best-seller y se tradujo a más de cuarenta idiomas.

Ambientada en París, la historia se narra a través de su protagonista Jeam-Baptiste Grenuille, hijo de una vendedora de pescado. La criatura, desechada por su madre, se abrió camino en el mundo con un don especial: ver el universo por la nariz.

Para leerlo solo necesité de un día. ¿Cómo podía alguien idear un personaje tan poco habitual? Mientras más me adentraba en la historia, más deseaba haber sido yo su escritor. Me mostró desde el comienzo un mundo nuevo, desconocido para todo aquel que pasa por la vida sin fijarse en detalles como el olor.

“Grenuille” significa rana en francés, un apodo que le sentaba, ya que su cuerpo y rostro fueron azotados por muchos años de trabajos forzosos con un curtidor de pieles llamado Grimal, gracias a este, conoció a quien sería su primer maestro en el arte de mezclar esencias: Giuseppe Baldini.

De forma poco ortodoxa se introdujo Jeam-Baptiste en la vida del maestro perfumero, en medio de la oscuridad mezcló los frascos que se encontraban en la bodega de Giuseppe y creó una obra maestra, un perfume como ninguno, parecido a los que hacía el diestro Baldini en sus mejores tiempos.

El taller necesitaba un nuevo espíritu, y el maestro lo sabía, ¡Era un genio! Podía darle de nuevo la gloria antes perdida. Adquirió al feo individuo por veinte francos, le enseñó el arte de la destilación a cambio de más creaciones, incuso lo obligó a escribir cien recetas en un cuaderno por si la magia desaparecía.

Después de las diez horas de lectura, los olores llegaron de veras a mi nariz, podía –como Grenuille- ver el mundo diferente, sentía el olor de la lluvia, la tierra, la baranda de mi garita, percibía, incluso, la sucia correa de mi fusil, podía sentirlo todo, o al menos eso creía.

Él sí lo sintió, el aroma de la muchacha de los cabellos rojos que pelaba ciruelas. Anhelaba ese olor, quería conservarlo porque era diferente a todas las emanaciones putrefactas de París, y su deseo era tan grande que la estranguló. ¿Cómo sacar esa esencia que se perdía exudada por el cadáver? Fue entonces cuando intuyó su razón: crear el aroma perfecto.

Jeam-Baptiste Grenuille comenzó un viaje a donde le había dicho Baldini, a la tierra de los perfumistas: Grasse. Evitó los pueblos y ciudades pestilentes solo guiado por su nariz. Perdió por un tiempo su meta, embriagado por la fragancia de la naturaleza libre de humanidad.

Después de siete años enclaustrado en una cueva, una pequeña brizna de aroma, similar a aquella producida por la muchacha de cabellos rojos, lo despertó. Retomó su camino.

Madame Arnulfii, perfumista de Grasse, le enseñó un método para capturar el olor por medio de grasa animal, a cambio de trabajar para ella.

No consiguió que las mujeres se quedaran quietas mientras extraía su aroma, por tanto, eligió asesinarlas. Una y otra, hasta veinticuatro, solo faltaba aquella, la pieza cumbre de su esencia perfecta.

Después de mucho trabajo y perseguido por la policía, el genio lo consiguió, completó su cometido, mas no se sentía realizado. En París  regó sobre sí aquel perfume y murió comido por una multitud que en torno a él se amontonó, todos querían un pedazo de aquel ángel. Esta es la historia del hombre más genial y abominable de su tiempo.

Pie de foto: La esencia de una mujer volvió loco al excepcional perfumista (Tomada de Internet).

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