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Isla al Sur

JOSÉ MARTÍ: LATINOAMÉRICA PARA LOS LATINOAMERICANOS

JOSÉ MARTÍ: LATINOAMÉRICA PARA LOS LATINOAMERICANOS

RANDY SABORIT MORA*,
Cortesía para Isla al Sur.

Guatemala, (PL) Cuando me preguntan sobre lo más asombroso de José Martí, siempre contesto que la coherencia entre su verbo y actos: esa sincronía puede palparse en muchos temas, incluido aquel propósito suyo de querer Latinoamérica para los latinoamericanos.

Sabía muy bien, quien se había comprometido a ser hijo de América con tan solo 28 años, que para equilibrar al mundo se debía empezar por poner en armonía a Nuestra América (región definida por él como la que abarca desde México hasta Chile y Argentina).

Y para lograr el equilibrio en la región, urgía liberar del coloniaje español a Cuba y Puerto Rico. De eso estaba consciente el patriota que sufrió en carne propia los rigores del presidio político en Cuba en 1869 y 1870.

Alguien que conoció Europa, varios países latinoamericanos y Estados Unidos, ni por un instante abandonó su idea de ver libre a su querida isla. También cumplió con su pensamiento “De América soy hijo, a ella me debo”, escrito en carta del 27 de julio de 1881 al director de La Opinión Nacional de Caracas, Fausto Teodoro Aldrey.

Quizás hoy, al ver la institucionalización de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) desde el 3 de diciembre de 2011 en Venezuela, podríamos entender mejor a aquel hombre con la cualidad de “prever y postver”, como él mismo escribiera del intelectual venezolano Cecilio Acosta, fallecido el 8 de julio 1881 en Caracas.

A más de un año de la creación de la Celac, está previsto que  los  próximos  27 y 28 de enero en Santiago de Chile se reúnan los jefes de Estado y de Gobierno de las 33 naciones independientes de América Latina y el Caribe que conforman esa comunidad.

Esa cita -y la III Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo a celebrarse en La Habana, Cuba, a finales de este mes- serán propicias para releer la obra del Maestro.

El desafío de los participantes de ambos eventos debiera ser aplicar la sabia savia del Apóstol -con creatividad- al área latinoamericana para que ande con mejor paso hoy, mientras persisten amenazas desde Estados Unidos.

Latinoamérica para los latinoamericanos quiso Martí, como sugieren sus escritos en la Revista Venezolana, La América, La Edad de Oro y Patria,  publicaciones que dirigió entre 1881 y 1895.

El Maestro estaba en Caracas, en julio de 1881, cuando fundó la primera de las mencionadas, nacida del afecto inspirado por el pueblo venezolano.

Aspiraba "a levantar la fama, y publicar su hermosura, y promover su beneficio. No hace profesión de fe, sino de amor. No se anuncia tampoco bulliciosamente: Hacer es la mejor manera de decir", indicó en el texto “Propósitos”. 

Desde "El Carácter de la Revista Venezolana", el escritor conceptualizó el primer manifiesto estilístico del movimiento literario modernista, años antes de la obra Azul, del poeta nicaragüense Rubén Darío.

"Que la sencillez sea condición recomendable, no quiere decir que se excluya el traje un elegante adorno no hay por qué invalidar vocablos útiles, ni por qué cejar en la faena de dar palabras nuevas a ideas nuevas", expresó.

En abril de 1882 surgió La América como mensuario dedicado al fomento de la agricultura, la industria y el comercio en los países hispanoamericanos y órgano de la Agencia Americana de Nueva York.

Algunos pedían que el periódico fuera exclusivamente literario, sin embargo, el director precisó en enero de 1884 en "Los propósitos de La América bajo sus nuevos propietarios": "Hermoso sería un periódico de este género; pero los tiempos son graves, y acaso temibles, y ni un ápice menos que críticos".

"Se van levantando en el espacio, como inmensos y lentos fantasmas, los problemas vitales de América: piden los tiempos algo más que fábricas de imaginación y urdimbres de belleza", sostuvo el poeta que tenía los pies en la tierra.

Ese medio le sirvió al periodista paradigmático para poner a dialogar a las dos secciones del continente americano, e informar a la clase letrada hispanoamericana sobre la necesidad del comercio entre ambas partes, pero sin explotación para los pueblos latinoamericanos. 

Por su talento y lucidez, lo nombraron cónsul de Uruguay, Paraguay y Argentina desde la urbe estadounidense de Nueva York, misión que nadie ha podido cumplir en la historia. También presidió la Sociedad Literaria Hispanoamericana. 

Sin embargo, entre las tantas responsabilidades, accedió a la proposición del brasileño Aarón Da Costa Gómez, de redactar una revista nombrada La Edad de Oro. De julio a octubre de 1889 salieron cuatro números para los niños de América de entonces y de siempre, que le conversan  a los seres actuales del continente.

El Maestro dialogaba en tono sencillo -como en un cuento- con los niños de Latinoamérica.  Mientras  estaba a kilómetros de distancia de sus familiares, consagraba su vida a fundar la familia continental.

Quería que el público infantil supiera cuál había sido la historia del mundo, principalmente la de las tierras latinoamericanas.

“Los temas escogidos serán siempre tales que, por mucha doctrina que lleven en sí, no parezca que la llevan, ni alarmen al lector de pocos años con el título científico ni con el lenguaje aparatoso",  acotó Martí en el reverso de la contraportada de la publicación.

"Con todos, para el bien de todos. Ese es el lema de mi vida. Ese será el del periódico”,  confesó Martí en carta a Serafín Bello el 12 de octubre de 1889, dos años antes de su célebre discurso "Con todos, y para el bien de todos", pronunciado en la sureña ciudad estadounidense de Tampa.

En esas palabras resumió la línea editorial del Patria, fundado el 14 de marzo de 1892 en Nueva York. El semanario nunca puso en el machón el nombre de su directo. No obstante, los lectores dirigían sus cartas a ese responsable, aunque la publicación especificara que debían enviarse al administrador.

El Delegado del Partido Revolucionario Cubano (PRC)  firmaba los documentos oficiales o el prólogo de un libro, pero nunca sus artículos. Dirigía el equipo en su oficina neoyorquina, durante un viaje de trabajo o desde la guerra independentista reiniciada en Cuba el 24 de febrero de 1895.

Martí tuvo que ir en contra de sus nobles sentimientos de humanidad para fomentar una contienda “justa, breve y necesaria”. Y murió en campaña, aunque le recomendaron que  se quedar como organizador de la misma desde Estados Unidos.

Cumplió así, con aquel Verso Sencillo suyo de morir como bueno, de cara al sol. Decirlo es fácil, pero cumplirlo -como él hizo- es lo complejo en este mundo donde a los seres humanos nos cuesta actuar según nuestro pensamiento.

*Corresponsal de Prensa Latina en Guatemala, Profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

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