Distinguida por presentar la primera demanda de los derechos civiles de las féminas en Cuba, hoy poco se analizan los motivos que la llevaron a ello, y facetas de la insurrecta quedan opacadas por la sombra de la Asamblea de Guáimaro.
INDIRA HERNÁNDEZ ALONSO,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
A 185 años de su nacimiento el 14 de febrero de 1832, Ana María Betancourt Agramonte permanece náufraga en el instante histórico de la Asamblea de Guáimaro, cuando envió la carta —leída por Ignacio Agramonte, secretario de la Cámara— en defensa de las féminas cubanas, donde exigía renunciar al “rincón oscuro y tranquilo del hogar”.
El 14 de abril de 1869 en la misiva planteó que en la nueva República era hora de justa igualdad. Al caer la noche, en un mitin en la plaza, una voz se alzó: “Ciudadanos, habéis destruido la esclavitud del color emancipando al siervo. ¡Llegó el momento de libertar a la mujer!"
“La espartana de origen acaudalado chocó con su siglo como pionera del feminismo continental, pero también resistió prisión, amenaza de fusilamiento y el vía crucis en el destierro”, afirmó la investigadora auxiliar del Instituto de Historia de Cuba, Alicia Conde Rodríguez.
En sus apuntes bibliográficos, el independentista Salvador Cisneros Betancourt describió a la moza camagüeyana como elegante y culta, “no solo por las prendas con que la naturaleza la adornaba, sino por el fino y amable trato social”, y por ello requería un semejante: el patriota y hacendado Ignacio Mora, con quien en 1854 se casó, precisó.
La periodista y autora de la biografía sobre la criolla, de título en alusión a su nombre, Nydia Sarabia Hernández, aseguró que “si bien no tuvieron hijos, en la igualdad de derechos conyugales Mora la convirtió en una joven instruida; la mujer más interesante de la Guerra de los Diez Años, pues parece un caso único en América Latina”.
A su vez, la vicepresidenta primera de la Unión de Historiadores de Cuba, Elda Cento Gómez, subrayó cómo ese matrimonio no resultaba nada común, al compartir Mora con la insurrecta sus conocimientos intelectuales, enseñándola, incluso, a hablar francés e inglés.
La intervención de la patriota, a juicio de la historiadora, no se produjo de la espontaneidad, devino de una incorporación de voces femeninas a la cultura de Puerto Príncipe, famoso por sus damas. “No obstante, las palabras quedaron al viento porque los textos constitucionales mambises excluyeron el derecho de la mujer a ser ciudadana”, refirió.
Ana Betancourt vivió en un patriarcado cuyas señoras, imposibilitadas de cultivarse a la par de los hombres, se dedicaban solo al hogar. El escritor cubano Castor Hierro y Mármol en su libro, La dignidad de la mujer. Obra amena de recreación y buenas costumbres, refleja para 1871 la realidad de ellas en el país: “La situación se mira harto crítica, tiene vedado el empleo civil y profesional (…) no se puede mover sin caer en las garras de una sociedad injusta que descuartiza su honra”.
Por más motivos que los muy divulgados, la mambisa se adelantó a su tiempo. Para Sarabia Hernández podría existir vínculo consciente entre los derechos solicitadospor la camagüeyana y el naciente movimiento feminista de las norteamericanas y francesas hacia 1848.
“Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin son célebres a nivel mundial, pero cuando Ana proclamó de forma pública la redención para el género, solo tenían 2 y 12 años de edad, respectivamente”, señaló Conde Rodríguez, tras referirse a la tendencia eurocentrista de establecer los valores de los centros de poder como modelos universales.
El Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba cuenta cómo prisionera en 1871, en Jobabo, ante la amenaza de ejecución si no le pedía a su cónyuge que se rindiera, dijo preferir ser la viuda de un hombre de honor a convertirse en la esposa de uno sin dignidad.
Desterrada, trabajó en New York como obrera en un taller, reseña el volumen biográfico. Pidió luego, junto a la patriota Emilia Casanova, al presidente de los Estados Unidos, Ulises Grant, el indulto de los estudiantes aún presos por los hechos del 27 de noviembre de 1871.
De acuerdo con Ana Camila González André, estudiante de primer año de Historia, de la Universidad de La Habana, la trayectoria de esta insurrecta, al igual que la de otras, no se aborda con profundidad.
Al respecto, el Máster Fabio Fernández Batista, profesor de Metodología de la Investigación Histórica II, en la carrera, sostiene que al no contarse con una reconstrucción investigativa que nutra a la docencia, se menciona incidentalmente proyectada en Guáimaro.
“Ha cobrado mayor visibilidad el mundo de las clases femíneas subalternas que el de las élites, cultura a la cual perteneció la independentista. Por eso, desde los pocos estudios de género realizados en el país, ella aparece prácticamente invisibilizada”, acotó.
“En Cuba queda mucho por hacer todavía para rebasar la equidad y alcanzar plena igualdad, como reclamó hace más de un siglo Ana Betancourt”, aseveró Osmaida Hernández Beleño, miembro del Secretariado Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas.
Pie de foto: La camagüeyana, quien desafió a su tiempo al exigir que era la hora de renunciar al “rincón oscuro y tranquilo del hogar”, como desterrada trabajó también de obrera en el taller de un israelita en New York (Foto: http://www.pprincipe.cult.cu).
Ficha técnica:
Tipo de título: Genérico.
Tipo de lead: Sumario de Cuándo.
Tipo de nota: Retrospectiva Explicativa.
Tema: Falta de estudio y desconocimiento de facetas de la vida de Ana Betancourt Agramonte, de quien no se habla más allá de una mención poco profundizadora y efímera en la Asamblea de Guáimaro.
Propósito: Reflejar que esta personalidad de nuestra historiografía ha quedado varada en el tiempo solo como la mujer que proclamó los derechos por primera vez de las féminas cubanas, hecho que tampoco se contextualiza.
Objetivos colaterales: Dar a conocer otros datos poco difundidos sobre esta figura. Demostrar las causas de por qué se conoce tan poco de ella. Mostrar que los reclamos por los que luchó aún hoy algunos están vigentes en Cuba. Exponer los motivos por los cuales, a pesar de demandar primero los derechos femeninos, Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin son célebres a nivel mundial. Manifestar cómo lo planteado por la Betancourt no se reflejó en ningún texto constitucional.
Situación problémica: Aunque se alude a Ana Betancourt incidentalmente en la historia –en el contexto de la Asamblea de Guáimaro– ha quedado encasillada en el momento histórico de su reclamo por la igualdad con relación al hombre, sin analizarse si quiera las causas que la llevaron a ello, ni otras facetas que contribuyeron a forjar el temple de la patriota en que se convirtió.
Estrategia de Fuentes:
Documentales:
Páginas Web:
http://www.pprincipe.cult.cu/ciudad-pasado/ana-betancourt-mora.htm
http://edicionesanteriores.trabajadores.cu/2004/diciembre/14/historia/ana_betancourt.htm
Libros:
La dignidad de la mujer. Obra amena de recreación y buenas costumbres, de Castor Hierro y Mármol. La Habana, 1871. Imprenta y librería de Andrés Pego Calle de la Muralla Num.61.
Ana Betancourt Agramonte, de Nydia Sarabia Hernández. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1970.
Mujeres ejemplares, compilación por la Unión de Periodistas de Cuba. Editorial Orbe. La Habana, 1977.
Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba. Primera Parte (1510-1898) Tomo 1. Bibliografías. Ediciones Verde Olivo. La Habana, 2004.
Las luchas por la independencia nacional y las transformaciones espirituales (1868-1898), Instituto de Historia de Cuba. Editora Política. La Habana, 1996.
Activas:
Alicia Conde Rodríguez: investigadora auxiliar del Instituto de Historia de Cuba. Tipo de fuente: Especialista. Tipo de Juicio: De Valor y Analítico.
Nydia Sarabia Hernández: periodista y autora de la biografía de Ana Betancourt Agramonte. Tipo de fuente: Especialista. Tipo de Juicio: De Valor y Analítico.
Elda Cento Gómez: investigadora, profesora y vicepresidenta primera de la Unión de Historiadores de Cuba. Tipo de fuente: Especialista. Tipo de Juicio: De Valor y Analítico.
Ana Camila González André: estudiante de primer año de la carrera de Historia, de la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de La Habana. Tipo de fuente: secundaria. Tipo de Juicio: De Valor.
Fabio Fernández Batista: Máster en Ciencias Históricas, profesor de Metodología de la Investigación Histórica II, de la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de La Habana. Tipo de Fuente: Especialista. Tipo de Juicio: De Valor y Analítico.
Osmaida Hernández Beleño: miembro del Secretariado Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas. Tipo de fuente: Implicada. Tipo de Juicio: Lógico Sintético.
Soportes:
Hecho: No son abordadas las causas por las cuales Ana Betancourt demandó igualdad para ambos géneros, ni otras facetas de su vida igualmente relevantes.
Contexto: A 116 años de la muerte de la mambisa se ve hoy cómo existe un desconocimiento de su figura en toda su magnitud y solo se le hace mención incidental en el escenario de la Asamblea de Guáimaro.
Antecedentes: En la época en que ella vivió el patriarcado prevalecía como base de una sociedad cuyas mujeres se dedicaban solo al hogar e hijos, y no podían ocupar ningún empleo civil, ni cargos públicos, así como constituía un delito cultivarse a la par de los hombres. Ana Betancourt era una mujer culta, quien recibió una educación en concordancia con su origen acaudalado. Se casó con un hombre de su misma clase, pero de ideas patrióticas, que le enseñó idiomas y la trató en la vida de cónyuges como igual. Por otra parte, para aquel tiempo también se desarrollaba en Europa y Norteamérica un movimiento feminista encabezado por mujeres, al cual, según valoran algunos especialistas, no estaba ajena Ana.
Situaciones colaterales: En el desconocimiento de esta personalidad, pudiera incidir como situación colateral la poca importancia que se le atribuye a esta figura, tal vez por su condición femenina, de ahí que no se profundice en ella. Ello constituye un fenómeno muy frecuente, arraigado al modo en que se construye tradicionalmente la historia.
Causas: A la figura de Ana no se le da un tratamiento específico y se queda en la anécdota de su proyección en el contexto de la Asamblea de Guáimaro debido a la nula incorporación de la perspectiva de género en la historia y el hecho de no contarse con una reconstrucción investigativa rigurosa que nutra a la docencia. Ha cobrado mayor visibilidad el mundo de las clases femíneas subalternas que el de las élites, cultura a la cual perteneció la independentista.