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Isla al Sur

UNA MISIÓN CASI IMPOSIBLE

UNA MISIÓN CASI IMPOSIBLE

LÁZARA THALÍA FUENTES PUEBLA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Uno de los mayores sueños de una joven provinciana como yo es ir a La Habana. Este anhelo se cumplió cuando supe que iba a estudiar Periodismo.

Conocer la Facultad de Comuni9cación de la Universidad de La Habana fue una experiencia inolvidable, pero nada comparada con la llegada a la residencia “Lázaro Cuevas”, cita en F y 3ra.

“Nunca juzgues un libro por su carátula”, me aconsejaba mami de pequeña, y no se equivocaba.  Así sucedió con la beca. Mi vista se perdió al contar todos los pisos del edificio, costumbre que tenemos los “guajiros” cuando llegamos a la capital. ¡Qué más podría desear. ¡Tenía una casa gratis en el Vedado, por cinco años y con vista al mar.

Cuando dijeron que me tocaba el piso 15, la angustia se apoderó de mí. ¿Y si se rompe el elevador o se me cae algo por el balcón?, pensé. Los ánimos crecieron al saber que la compañera de cuarto era Laura, una antigua conocida del preuniversitario.

Las puertas del elevador se abrieron y la realidad cambió. El pasillo que comunicaba a los dos apartamentos estaba sucio, las paredes necesitadas de pintura y el cuarto cerrado. Coloqué mis pertenencias en la sala. El piso fue mi asiento durante las dos horas siguientes. Una sábana y las maletas fueron mi única compañía.

Nunca me había sentido tan sola hasta que Laura llegó. Su reacción fue parecida a la mía, ambas nos miramos y coincidimos: ¡A empezar este nuevo camino!

Después de tanta espera, llegó otra de las compañeras de cuarto con la llave de mi habitación. Cuando abrimos la puerta nos recibieron algunas “amigas cucarachas” y algo de suciedad. Con un palo como arma y una  escoba, luchamos contra aquella realidad. Costó esfuerzo y noches de desvelo, pero logramos transformar el lugar, al principio casi inhabitable, nuestro nuevo hogar.

Las decepciones se convirtieron en alegrías. La soledad fue despojada por los amigos;  las carcajadas vencieron a las lágrimas y, día a día, la beca fue convirtiéndose en la casa grande de decenas de jóvenes revoltosos.

Dicen que las experiencias y los momentos difíciles te hacen fuerte,   que después de la tormenta siempre aparecen las estrellas, pero estoy segura de que la beca más que un obstáculo, es una permanente escuela.

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