Blogia
Isla al Sur

GUILLE

GUILLE

Pensábamos redactar esta crónica en tercera persona, pero no podemos hablar de ti sino es contigo. Apretamos las teclas sabiendo que estamos intentando poner en palabras lo que no cabe en ellas, con el consuelo de que estamos escribiendo desde el corazón, tal como tú nos incitabas a hacer siempre, más allá de cualquier falsa ley de objetividad.

Somos todas tus feas y tus flacos reunidos, aspirando ahora como nunca a un cocotazo de chocolate, una historia narrada con tu voz fuerte e íntima, un teclazo ocurrente y un abrazo cálido, acogedor y vivificante como los que solías darnos cuando veníamos a construir junto contigo un sueño apenas vislumbrado.

Las muñecas de pelo azul, los pirograbados, las noticas que te dejábamos cubriendo tu escritorio, todos los besos que se nos quedaron por darte, las grandes confesiones que aún no te habíamos hecho se van junto contigo a ese reino mágico que tienen reservado los genios.

Atravesamos una etapa de descreimiento, de incertidumbre en la que cada hora sin ti se hace más incierta. Nos parece que estarás siempre en tu oficina closet rodeado de tus estelares portadas de Revolución, Juventud  Rebelde y Granma.

Una vez nos sugeriste una dedicatoria para un libro, sin sospechar que te devolveríamos tus palabras. Guille, en cada paso estás. De ahora en adelante hemos decidido integrar una milicia invisible que irá contigo a todas partes, secundándote en esas aventuras que sólo tú eras capaz de organizar. Tu sola presencia bastaba para devolvernos la confianza, la seguridad, la alegría. Hoy Tania decía: Se me fue mi Mago, y tu tropa, esa que era capaz de subir diez veces el Turquino si lo pedías, comprendíamos el significado exacto de la palabra presencia.

Los médicos comentaban alarmados que te estaba creciendo el corazón, mas nosotros sabíamos ese era el precio a pagar por quien amaba sin condición a todo el que estuviese dispuesto a retribuir con cariño el privilegio de tener un lugar en tu pecho gigantesco.

Un rato a tu lado era suficiente para recobrar la esperanza y hoy se nos antoja que El Hueco era un presagio de lo que sentiríamos cuando te marcharas del justo lugar de la creación.

Querido Guille, el único lugar de descanso que tenemos reservado para tu polvo enamorado es nuestra memoria. Tus palabras vuelan, saltan, abrigan como nunca antes, en tanto vamos aprendiendo a enfrentar la vida cuando tenemos la lámpara maravillosa y nos falta quien la habita.

Elizabeth Mirabal Llorens

0 comentarios