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Isla al Sur

AGENTE NARANJA SIGUE TOMANDO VIDAS EN VIETNAM

Durante muchos años de la guerra en Vietnam, los norteamericanos tiraron miles de toneladas de bombas y armas químicas, cuyos nocivos efectos permanecen hasta nuestros días.

PHU DOAN MINH,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Durante la Guerra de Vietnam, Estados Unidos atacó a ese país utilizando armas químicas destructoras para acabar con el comunismo, que entonces protagonizaba la lucha por la independencia nacional del pueblo vietnamita.

El elemento principal usado por el ejército estadounidense fue el conocido Agente Naranja, una mezcla de dos herbicidas hormonales, y un componente cancerígeno: la dioxina tetraclorodibenzodioxina. Ese veneno es  responsable de terribles resultados en la población, como malformaciones, así como una severa contaminación del ecosistema, que daña los cultivos y la vegetación.

A pesar de que cada año Vietnam reclama ante la justicia por los efectos del Agente Naranja, su demanda sigue sin ser escuchada. Para conocer con mayor profundidad sobre las consecuencias que ha tenido para el medio ambiente y la población vietnamita este producto químico, el profesor Hoang Minh Chien, presidente del comité vietnamita encargado de investigar sobre las consecuencias del empleo de armas químicas durante la guerra, accedió a responder varias preguntas vía correo electrónico.

-Profesor, existe aún desinformación con respecto

a las secuelas que tuvo la utilización del Agente

Naranja para el pueblo vietnamita.

¿Puede usted dar su opinión sobre el tema?

Es algo sorprendente que ningún gran periodista haya escrito un libro sobre este crimen cuya magnitud es tan considerable que casi supera el entendimiento.

Es necesario dar a conocer esta inmensa desgracia tanto a nuestros conciudadanos como a la opinión pública internacional. Los estragos causados por el Agente Naranja son incontables, y afectan tanto a la tercera generación de las vietnamitas que sobrevivieron a la guerra, como a los veteranos americanos.

Aún en nuestros días, el Agente Naranja es el responsable de trastornos genéticos considerables, distintos tipos de cánceres, abortos espontáneos, malformaciones congénitas y minusvalías mentales.

Treinta años después de la guerra, seguimos sufriendo la falta de humanismo y respeto por la vida del Gobierno norteamericano.

-¿Con qué objetivo esparció este químico

el ejército estadounidense y

qué es lo que hace tan nocivo?

El Agente Naranja lo utilizaban para intentar quitar la vegetación donde se escondían los combatientes y para destruir las cosechas de los vietnamitas para que así pasáramos hambre y ellos “ganar la guerra”. Echaron cerca de 77 millones de litros y 400 kilogramos de dioxina pura, contaminando más del 10% del territorio sur de Vietnam y el 50% de la selva. Entre 2,1 y 4,8 millones de personas fueron directamente expuestas.

El químico posee una dioxina muy estable que se deteriora lentamente y que se integra en la cadena alimentaria. Sus efectos persisten aún en el medioambiente y estropean la calidad de los cultivos. La selva tropical desaparecida no se regenera y no se puede hacer que vuelva a surgir cuando los suelos erosionados han perdido sus nutrientes, generados por la propia selva y que le permiten crecer y existir.

En Vietnam hay zonas grandísimas en las que está prohibido cultivar o que son de acceso prohibido.

-¿Qué derecho tenían los norteamericanos

de dañar de esta forma la vida

de las personas de Vietnam?

Absolutamente ninguno. Ellos no se basaron en ningún derecho, sobre todo porque el uso de armas químicas está prohibido por las leyes internacionales. Aún no sabemos hasta qué punto pueden llegar los Estados Unidos con tal de establecer su forma de pensar. Lo que sí no es permisible es que se les deje jugar con las vidas de millones de personas y que nadie reaccione ante eso.

La similitud entre los efectos del agente naranja y los del uranio empobrecido es sorprendente, y es sencillamente incomprensible que las autoridades judiciales no acepten nuestras demandas basados en que la ciencia aún no ha demostrado que las malformaciones sean a causa del químico, cuando todo un pueblo inocente continúa sufriendo las consecuencias de ese acto inhumano y genocida.

-¿Han aprendido los Estados Unidos la

lección de humanidad luego

de los hechos de Vietnam?

Claro que no, la administración del estado norteamericano nunca va a dejar de perseguir sus intereses imperialistas, sin importar lo que le cueste al mundo. Hoy siguen las mismas políticas, tan absurdas como injustificables: desde Afganistán a Iraq pasando por Serbia, desde Líbano a Gaza, Estados Unidos, la OTAN e Israel tiran armas de fósforo, de fragmentación o de uranio empobrecido sobre poblaciones civiles que se niegan a sus deseos.

No tienen ningún tipo de respeto por la vida humana. Estados Unidos no es para nada ese vecino amistoso que se preocupa por la seguridad del resto de los países, como muchos tratan de pintarlo. Hay que unirse todos para lograr pararlo.

-¿Existe esperanza para el pueblo vietnamita?

La esperanza depende de tres cosas: que los medios de comunicación apoyen a las víctimas ante la opinión pública, que se haga justicia, y que finalmente se dedique un alto presupuesto económico para hacer avanzar a la ciencia en la descontaminación corporal y medioambiental. Esperamos que algún día podamos alcanzar todo esto para tener un mejor futuro.

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