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Isla al Sur

BAJO EL SILENCIO DE LOS ÁRBOLES

BAJO EL SILENCIO DE LOS ÁRBOLES

Muchos universitarios de las facultades que se encuentran fuera de la Colina, desconocen las historias tejidas bajo la sombra de los laureles que han crecido en los parques de la Universidad de La Habana.

Texto y fotos:
AILEEN INFANTE VIGIL-ESCALERA,
estudiante de cuarto año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

«Este parque es mi lugar preferido dentro de la Universidad, cuando tengo algún problema o necesito tranquilidad antes de un examen me siento aquí un rato y ya. No sé cómo se llama, no existe nada que señale su nombre, ni se me ha ocurrido preguntar por él, solo sé que siempre está aquí para mi».

Así opina Marina López, quien a pesar de estudiar desde hace dos años Cibernética en la Universidad de La Habana, no conoce que el parque ubicado al costado de su facultad es el Jardín de los Ilustres.

Pero ella no es la única, un sondeo realizado por esta periodista en la institución, reflejó que esta realidad se manifiesta en muchos universitarios, sobre todo, de las carreras cuyas sedes se encuentran fuera de los límites de la Colina, quienes frecuentan estos espacios desconociendo su origen o la historia que encierran.

«Nuestra Facultad está bastante alejada de la universidad, así que vamos muy poco. El año pasado fuimos varias veces, pero solo para esperar las clases de Educación Física en el SEDER o para algún que otro acto, dice Ernesto Gómez, estudiante de Periodismo.

«Recuerdo que la mayoría de las veces nos sentábamos en los escalones de la Biblioteca Central o en el parque que tiene en frente. La verdad es que nunca nos preocupamos por saber cómo se llamaba aquel lugar ni los otros dentro de la institución, solo íbamos a pasar el rato y a conocer gente», agrega el futuro periodista.

Como Ernesto hay más estudiantes de otras carreras en la misma situación. ¿Cómo es posible pasar por tan importante centro de altos estudios sin conocer algo tan sencillo como el nombre de sus parques?

RAZONES

Max Barbosa Miranda, vicepresidente de la FEU de la Facultad de Comunicación, atribuye este desconocimiento a la inasistencia de los estudiantes de nuevo ingreso a los recorridos históricos culturales por la Universidad, y Camila Montero, estudiante de Francés, culpa a la distancia entre algunas facultades y el centro rector.

«Yo vengo con mayor frecuencia que mis amistades porque mi novio estudia Filosofía, por eso conozco más la historia de la Colina. Pero los estudiantes que no lo hacen aquí dentro, la ven tan distante que pierden el interés por descubrirla», asegura la Camila. 

Lester Upierre, estudiante de Periodismo, explica que «este mismo año no he visitado ni tres veces la Colina. Desde el cierre por reparaciones en la Casa de la FEU, no he ido más por allá. Yo estudio en el edificio Bohemia y eso no está precisamente cerca de la Universidad de La Habana».

La Facultad donde estudia Yasmany Almeida no está muy distante del centro, pero de igual forma señala el hecho de la separación como eje central del problema. «Aunque el recorrido fuera de pocas calles, influye en el sentido de pertenencia de los futuros licenciados con la institución», agrega.

Lianet González, futura geógrafa, confiesa: «A mí me pasó algo muy curioso al respecto: un día una señora me preguntó dónde estudiaba y al responderle que la Facultad de Geografía estaba en L y 21, me dijo: ¡Entonces tú no estudias en la UH!»

EXCEPCIONES

Si bien es cierto que la expansión de la Universidad hizo necesaria la ubicación de algunas facultades fuera de los límites del Alma Mater, esta no es excusa para el desconocimiento de su historia.

Susana Rodríguez estudia Filología en la Facultad de Artes y Letras, pero no por eso deja de ir un solo día a la UH: «No hay nada como sentarse en la plaza Agramonte justo al mediodía. Ahí lo mismo juegas dominó con los alumnos de Derecho que conversas con un matemático. Ese parque es el centro de toda actividad universitaria». 

«Los biólogos no suelen compartir mucho con el resto de las carreras, pero no es mi caso. Mis amistades estudian dentro de la Colina y, como siempre me invitan a participar en sus actividades, paso mucho tiempo por allí. Yo no veo la separación como una limitante para interesarme por lo que dentro de la institución rectora sucede. Incluso, un estudiante extranjero me preguntó un día si estudiaba Derecho porque le explicaba a un amigo la historia de la Plaza Lídice, al costado de esa Facultad», comenta Mayara Díaz, estudiante de Microbiología.

Para Diane Tamayo, de Física, ser estudiante universitario es vivir la Universidad sin importar dónde radican nuestras carreras. Y el primer paso para lograrlo es conocerla. «En una ocasión, durante mis primeros días pregunté dónde quedaba el Jardín de los Ilustres y un grupo de muchachos me contestó que no conocía ningún lugar con ese nombre. Después supe que popularmente se conocía como el Parque de los Cabezones», recuerda.

HISTORIA

Fabio Fernández Batista, profesor del Departamento de Historia de Cuba y encargado de los recorridos histórico-culturales por la sede universitaria, explica la construcción de estas áreas desde el emplazamiento mismo de la academia en la colina de Aróstegui, al final de la Calzada de San Lázaro.

«A inicios del siglo XX empieza la concepción de la Universidad con un estilo neoclásico en sentido general y una utilización muy importante de los ambientes naturales buscando lograr una combinación entre las edificaciones, los espacios verdes e ideas de las antiguas academias griegas. De ahí que, incluso los árboles sembrados sean simbólicos: laureles, encinas… 

“Así se crean estas zonas de confluencia pública: plazas, parques y jardines que representan, en el caso de las más conocidas, el centro de la vida universitaria», manifesta el catedrático.

Para Maykel Hernández, de Derecho, «todas las facultades tienen su pequeña área de esparcimiento, sin embargo, la Plaza Agramonte es la más popular por su ubicación justo en el centro de la UH y la histórica trayectoria que guarda cada centímetro de su estructura».

«Todo gira en torno a ella, asegura Ana Cecilia Ferrera, de Leyes, aquí lo mismo celebramos el 90 aniversario de la FEU que el Rector le presenta la institución a los nuevos estudiantes. Mi primer día en la Universidad, después de la visita al Memorial Mella y la imponente Escalinata, fue esta plaza el lugar que más llamó mi atención. En aquel momento nos citaron aquí para darnos la bienvenida y presentarnos algunos aspectos importantes del centro.
Recuerdo que alguien declamaba un poema, mientras yo me perdía entre la sombra de sus árboles recorriendo cada uno de sus rincones con la mirada. Desde ese día este pedacito de la UH me enamoró».

Como bien diría el Historiador de la Universidad, el Profesor y Doctor, Delio J. Carreras Cuevas, «en ella, los laureles, los bancos de marmórea juventud, los jardines de diversa flora, han mantenido su encanto desde los primeros años de su construcción y pese a las sucesivas reformas que ha sufrido».

Desde 1973, año del centenario de la caída en combate del estudiante de Derecho, jurista y mayor general Ignacio Agramonte y Loynaz, este epicentro universitario cambió su antiguo nombre de Plaza Cadenas, en homenaje al rector José Manuel Cadenas, por el de Plaza Agramonte. Desde entonces, entre su vegetación se alza la tarja de letras bronceadas que lo atestigua.

Pero, si bien este es el espacio más popular y agitado, existen otros cuyo objetivo esencial es brindar al estudiante un ambiente relajado y armónico para recrearse.

Así tenemos la Plaza Lídice donde, en conmemoración a la masacre hitleriana de 1942, los estudiantes empotraron una lápida que deja perpetua memoria de la solidaridad militante del espíritu internacionalista del pueblo cubano en los años de la II Guerra Mundial. Este no es de los sitios más visitados, según trabajadores del centro, pero sí un espacio muy tranquilo y agradable.

El jardín izquierdo de la Facultad de Derecho, posee más adeptos, pero igualmente es clasificado por los estudiantes como un área tranquila donde reflexionar. Allí una frondosa ceiba sombrea un sencillo monumento al Apóstol José Martí, el único que se conserva en la Colina Universitaria.

«Se encuentra también, asegura el Dr. Delio Carreras en su folleto La siempre Universidad de La Habana, la famosa ceiba de la Constitución que en 1902 dio inicio a las obras que emplazaban a la vieja Universidad en este nuevo sitio urbano conocido como El Vedado».

De igual manera sobresale el Jardín de los Ilustres, con su paseo cubierto por palmeras y poblado por insignes bustos dedicados a perpetuar la memoria de sabios nacionales y extranjeros que contribuyeron al engrandecimiento de la Universidad.

La historia de la UH está ahí, en cada pequeño espacio dentro de la milenaria casa de altos estudios, queda en manos de los estudiantes recorrerla, conocerla, hacerla suya para que siga, imponente, representando el templo de la sabiduría cubana.

Pie de fotos: 1-Naturaleza e Historia confluyen en los espacios dentro de la Universidad. 2-Los estudiantes aprovechan estos espacios naturales para conversar y conocer nuevos compañeros.

Tipo de reportaje: Estándar.

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