En Nueva Zelanda dicen Yo, sí puedo
IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ
Foto: Ricardo López Hevia
Cuando George Tahapehi venció las lecciones de alfabetización por el método cubano que emplea la televisión y el video, la familia se reunió para una comida especial y los hijos y los nietos lo abrazaron. El hombre, que ya anda por los 65 años, lloró. Esa es una de las experiencias más grandes que en su labor como facilitadora del programa Yo, sí puedo ha tenido Marama Clark, de Nueva Zelanda.
En su visita a Cuba, cuenta que ese momento en la familia de los Tahapehi le hizo sentir bien como ser humano porque el empeño de la alfabetización inspiró al hombre en el mejoramiento de su vida: "Antes George no salía de su casa; desde entonces me visita con frecuencia, habla más y se expresa con fluidez".
LA EXPERIENCIA DE NUEVA ZELANDA
En más de 20 naciones Cuba ha cooperado en el combate contra el flagelo del analfabetismo con novedosos métodos que emplean la radio, o la televisión y el video como medios de enseñanza. La Isla, en vocación solidaria, se siente en el deber de contribuir en una cruzada para que todos los ciudadanos alcancen no menos de seis grados.
Nueva Zelanda es un ejemplo. País de 4 millones de habitantes y en el que una de cada cinco personas está por debajo de los niveles mínimos de alfabetización, allí se ensayaron sin éxito cerca de 70 métodos, aunque según afirma Marcia B. Krawll, coordinadora del programa, las verdaderas estadísticas se empiezan a conocer ahora mediante la implementación del programa cubano.
Cuando le preguntaron su opinión acerca de cómo alfabetizar, solo dijo: "Vaya a Cuba". Le respondieron: "Ellos son comunistas". Y ripostó: "Pero están alfabetizados". La experiencia iniciada en junio del 2003 ha permitido que hoy más de mil personas dejaran de ser iletradas, y que en proceso de continuidad para alcanzar la educación básica estén otros centenares de miles.
"Cuba es líder en el sector educacional y siempre tuvimos mucha confianza en el método. Próximamente abriremos una nueva matrícula porque más de 6 000 personas esperan en todo el país. Ustedes pueden afirmar que marchan a la vanguardia del mundo en la erradicación del analfabetismo".
ESPERANZA TAMBIÉN PARA LOS SORDOS
Ruhia King trabaja en la adecuación del programa de alfabetización cubano para su aplicación en sordos y hipoacúsicos, una población que allí supera a las 368 000 personas.
"El método es posible llevarlo a ellos porque pueden visualizar a partir de iconos, símbolos, explicaciones de cuándo se debe observar, escribir, repetir, a lo que se une que las lecciones se explican con buena pronunciación y les permite leer sin dificultad los labios. Otro apoyo lo aportan las expresiones de los rostros".
En la actualidad se realiza un pilotaje en tres comunidades con las primeras 10 lecciones: "A las personas con esa discapacidad el programa les abre las puertas, incluso, hacia otros niveles superiores de educación, y el método, lejos de atemorizarlos, les ofrece confianza".
RESPETAR EL CONTEXTO NACIONAL
Paula Enoka, miembro del equipo técnico de Alfabetización, se une al grupo y asevera que el sistema educacional de su país está basado en el modelo británico, transferido sin tener en cuenta el contexto nacional.
A diferencia de este, que ha frenado los niveles de superación de miles de personas, el método cubano funciona porque respeta las características propias de Nueva Zelanda, incluso para su concepción se consultó a no pocos aborígenes. Y lo más importante: atiende las necesidades específicas de quienes en él están involucrados: "El programa nos hará falta siempre, hasta que forme parte del sistema educacional de nuestro país".
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