AMIGOS DE MARTÍ
IRAIDA CALZADILLA RODRÍGUEZ
Foto: Rafael Torres
Los Clubes Patrióticos Amigos de Martí cumplieron once años y Carlos Manuel Marchante sigue firme en su tenacidad de mantenerlos vivos haya o no financiamiento para la Sortija Cuba, el símbolo más querido de sus miembros, quienes la obtienen en el grado cuarto de la enseñanza primaria.
El Director de la Fragua Martiana coloca el merecimiento de la iniciativa en la labor de extensión de la Universidad de La Habana, pero quienes lo conocen saben que sin Marchante quizás la idea hubiera sido un pasaje fortuito entre la mucha memoria que hay en torno a la figura del Maestro.
En Ciudad de La Habana es donde se ubica la experiencia, y la escuela Pepito Mendoza, situada frente a la Fragua, fue la pionera. Allí se unieron en buen hacer Elizabeth Grau Aballí, entonces directora, y Berta Ponce de León, maestra hoy jubilada. Dos almas martianas tremendas, todo amor, que insuflaron motivaciones al claustro, recuerda con admiración Marchante, y seguidamente comenta que donde mayor fuerza cobra por estos días la idea es en los municipios del Cerro, La Habana del Este y Plaza de la Revolución.
Es bueno hablar más de un proyecto cuya premisa es la voluntariedad de los pequeños para reunirse periódicamente, en horario extracurricular, con el propósito de hablar sobre Martí en homenaje sincero a quien dijo que "los niños debían juntarse una vez por lo menos a la semana, para ver a quien podían hacerle algún bien, todos juntos".
En cuarto grado estudian La Edad de Oro, y quienes de veras hayan aprendido reciben a fin de curso la Sortija Cuba de manos de sus madres, como hizo Leonor Pérez en 1887, al entregar a su José Julián una confeccionada con el grillete del presidio que padeció en las canteras de San Lázaro y que le hizo decir: "Ahora que tengo una sortija de hierro tengo que hacer obras férreas".
Nuestra América es el programa de quinto grado. Un asomo al continente amado del Apóstol, y termina el periodo con el Festival De América soy hijo, a ella me debo, en el que son presentados los mejores trabajos de las escuelas. Ya en sexto, el espacio se dedica a La Revolución del decoro, un paseo por el devenir histórico cubano desde la insurgencia de 1868 hasta la fecha. Como son mayores y la secundaria básica les espera, los muchachos concluyen con el evento científico El Martí que yo conocí, una fiesta del conocimiento acumulado en tres años de participación activa en los clubes.
CUBA EN YUNIESKY Y ELIZABETH
La Sortija Cuba va en la mano izquierda de Yuniesky Torriente desde hace diez años. Entonces cursaba cuarto grado y Berta Ponce la fijó allí con el mismo cariño que la hubiera colocado su madre enferma. A Berta la recuerda mucho. Ella hablaba con ímpetu de Martí, y cuando relataba pasajes de la estancia del Apóstol en el presidio de la cantera de San Lázaro, las lágrimas llegaban sin permiso.
En los días finales del curso le entregó el anillo: "Fuimos de los primeros grupos de estudiantes en integrar los Clubes Patrióticos Amigos de José Martí, y desde pequeños sabíamos explicar su valor; eso nos hacía sentir orgullosos. Conocer la vida y obra del Maestro sin duda fortaleció mi carácter y aprendí a dar el paso al frente sin vacilar".
Hoy maestro de formación emergente de la primaria Juan Pedro Carbó Serviá, de Centro Habana, sus alumnos de segundo grado le preguntan por qué el anillo no se parece a los demás y lleva el nombre de Cuba. Él explica que fue como la alianza de matrimonio entre el Héroe Nacional y su Patria, y le es grato imaginar que cuando lleguen a cuarto, el Club Patriótico haya sido fomentado en la escuela.
Elizabeth Grau ahora es directora de la primaria Raquel Pérez, en Centro Habana. En su dedo meñique derecho está permanentemente la Sortija Cuba: "Defino como humanístico el empeño que en la Pepito Mendoza nos ayudó a formar valores, transformar conductas negativas en positivas, vincular a los padres con la escuela, y a la inserción de la comunidad en las actividades."
AUNAR VOLUNTADES
La experiencia, que por lo que puede extenderse escapa de los dominios de Marchante, desde hace varios años la hizo suya el Ministerio de Educación como una de las iniciativas que en las escuelas cubanas cobran auge para profundizar en la vida y obra del Maestro.
El Director de la Fragua, sin embargo, tiene la insatisfacción de que no siempre se cuenta con el financiamiento para las sortijas, hechas de latón con baño de níquel. Ha habido cursos, incluso, en que no se ha entregado. Y aunque los clubes existen sin el anillo, Marchante estima que llevarlo es el símbolo que identifica a los niños y no se puede renunciar a que se entregue, por lo que urge buscar una solución, aunar voluntades y decir como el Apóstol que "en las grandezas de la Patria y de sus hijos, no es mentira decir que se siente crecer el corazón".
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