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Isla al Sur

AL FINAL DEL TÚNEL

ABEL SÁNCHEZ,

estudiante de primer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación de la

Universidad de La Habana.

En el Forum Estudiantil de la FCOM este trabajo obtuvo Mención en la categoría de Reportaje.

El eco del disparo recorrió el trigal perdiéndose en la lejanía. Una bandada de cuervos levantó el vuelo azorados por el estampido. La mano temblorosa dejó caer el revólver, mientras la otra oprimió la herida sangrante en el pecho. El hombre caminó tambaleante a través del bosque hasta llegar a la casa.

La agonía duró dos días. Junto a la cabecera del moribundo el hermano menor, que acudió en el acto al conocer la noticia, lloraba y sostenía la mano suicida aguardando el inevitable fin. Su último cuadro, Los cuervos, jamás sería terminado. Vincent van Gogh, cansado de una vida atormentada e infeliz, decidió acabarla.

Casos como este pululan en la historia, desde tiempos inmemoriales el hombre ha intentado poner fin a lo más preciado que tiene. Imposible olvidar a Sócrates bebiendo la cicuta, a Aníbal envenenándose para evitar caer prisionero de los romanos, el áspid clavando sus colmillos en las voluptuosas carnes de Cleopatra o las venas abiertas de Séneca por las que escapaba el líquido vital.

En 1897 el sociólogo francés Émile Durkheim publicó un libro llamado El suicidio: un estudio sociológico, donde planteaba que atentar contra la vida propia es más un fenómeno sociológico que un acto individualista, o sea, consecuencia de una inadaptación social del individuo. En cambio, otras teorías psicológicas representadas por Sigmund Freud y Karl Menninger sólo reconocen en las agresiones autoinflingidas mecanismos inherentes a la psiquis humana.

Actualmente quitarse la vida es visto como una enfermedad y numerosos investigadores han estudiado el fenómeno, ya que constituye un problema de salud a nivel mundial. Es una de las causas de defunciones más frecuentes, ocupando entre el quinto y décimo lugar en los países desarrollados de América del Norte y Europa. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que al menos mil personas se suicidan diariamente.

Esta conducta debe considerarse un hecho en el que intervienen factores biológicos, psicológicos y sociales. Los científicos apuntan que es expresión de una falla de los mecanismos de adaptación de la persona a su medio ambiente, provocada por una situación conflictiva que genera un estado de tensión emocional.

La conducta suicida en Cuba

Sara, de 19 años, llegó al hospital en estado de coma. Luego de hacerle un lavado gástrico y enviar las muestras a toxicología, los médicos encontraron residuos de fenobarbital. La joven permaneció una semana en terapia intensiva y después tres meses ingresada en la sala de psiquiatría. Durante su tratamiento demostró encontrarse bajo un severo estado depresivo. La rehabilitación funcionó y hoy asegura arrepentirse profundamente de lo que hizo, pero quedaron secuelas: una disfunción renal que la acompañará durante el resto de su vida, aunque pudo ser peor.

¿Por qué un adolescente renuncia a la vida? ¿Qué puede motivarlo a tomar una decisión tan drástica?

“A pesar de que no se ha hecho un estudio nacional con valores estadísticos de importancia –comenta el doctor Cristóbal Martínez, Profesor Titular de la Facultad de Medicina Manuel Fajardo–, tenemos ideas adquiridas mediante la experiencia, pero que no se pueden tomar como una verdad absoluta. Sabemos que las principales causas por las que los adolescentes intentan quitarse la vida, y a veces lo logran, son fundamentalmente problemas con su autoestima, conflictos familiares, situaciones en la escuela, ya sea en las becas o en un técnico de nivel medio.

“Muchas veces el joven tiene dificultades con el rendimiento académico y eso lo hace atentar contra su vida. Fracasos amorosos, sobre todo en las adolescentes, porque el novio las dejó se sienten deprimidas y hacen un intento suicida. O sea, son problemas emocionales, generalmente en la esfera escolar, familiar o en las relaciones con otros jóvenes. Hemos tenido casos de varones que sus compañeros los han discriminado por algún gesto o manera de hablar, llamándoles homosexuales, y ellos por vergüenza terminan haciendo intentos suicidas. Son múltiples factores, estos son los más comunes”.

“La adolescencia, el nombre lo dice, es una etapa de la vida en la que la persona es muy vulnerable porque no tiene las suficientes aptitudes, los recursos para enfrentar determinadas situaciones en la vida y ya la sociedad le exige como adulto, cuando todavía no ha llegado a adquirir las habilidades necesarias para comportarse como tal. Esto no quiere decir que haya más intentos de suicidio en la adolescencia que en otras edades, pero sí son más vulnerables en ese sentido” concluye el Profesor.

Otros factores de riesgo asociados a la conducta suicida en estas edades son la presencia de desórdenes de la salud mental, el abuso del alcohol y las drogas, sensibilidad excesiva ante eventos humillantes, desvinculación del estudio, integración a grupos de conducta antisocial, antecedentes de conducta suicida en la familia, disfuncionalidad de esta, abuso sexual y el deterioro socioeconómico de la comunidad.

“Un problema que se veía bastante, sobre el cual se ha trabajado, eran los prejuicios contra las muchachas que salían embarazadas –apunta la doctora Ana Sarracén, Profesora Asistente de la Facultad de Medicina Calixto García–, muchas preferían quitarse la vida antes de llegar a su casa con un embarazo, aunque ya en numerosos lugares se ha logrado abrir la mentalidad de la gente y ven esto de manera diferente”.

Por otra parte, varios estudios demuestran que en muchos casos el adolescente lleva a cabo el intento suicida por imitación, ya sea de algún familiar que haya realizado esta práctica, un vecino o ser allegado. También está el fenómeno que la medicina actual denomina Efecto Werther, en honor a la reacción que causó en la juventud alemana del siglo XVIII la novela de Johann Wolfgang Goethe, Las desventuras del joven Werther, en la que el personaje principal acude al suicidio como única salida a sus conflictos amorosos; luego de la publicación de este libro, miles de jóvenes se suicidaron imitando al protagonista. Algo parecido ocurrió después de la muerte de Marilyn Monroe o la de Kurt Cobain.

Los especialistas consideran que un grupo de alto riesgo con propensión a la conducta suicida lo constituyen aquellos pacientes con trastornos psíquicos: deprimidos, esquizofrénicos, alcohólicos, con trastornos de personalidad, neuróticos y pacientes con retraso mental discreto por tener menor capacidad de adaptación al cambio.

No obstante, el doctor Martínez afirma que “sólo un por ciento de las personas que se suicidan tienen trastornos psiquiátricos, la mayoría no presenta ningún tipo de enfermedad mental. Generalmente se suicidan por una cuestión muy circunstancial, del momento en que se produce”.

Algunos mitos en torno al suicidio

Muchas veces, cuando participamos en conversaciones cuyo centro es el suicidio, escuchamos decir: “El que se quiere matar no lo anuncia”, o “el que lo anuncia no lo hace”. Son frases que de tanto oírlas hemos llegado a incorporarlas en el subconsciente como verdades absolutas, pero…

“Esto es falso –asegura la doctora Paula Lomba Acevedo, máster en Psiquiatría Social y miembro del Grupo Nacional de Psiquiatría–, el que lo hace sí lo ha dicho u otras veces lo expresa dando señales con su comportamiento que las personas más allegadas no son capaces de interpretar o no toman en serio por esta errónea creencia”.

“También suele pensarse que hablar sobre el suicidio con una persona que está en riesgo lo puede incitar, todo lo contrario; porque si uno tiene un problema y lo conversa con un amigo –no tiene que ser un psiquiatra necesariamente–, este, con las palabras correctas y dando un enfoque positivo al asunto, puede ayudar a abrir el abanico de posibilidades y mostrar otras alternativas que uno no nota en ese momento”.

“Esto desmiente aquel criterio que afirma que el psiquiatra es el único capaz de prevenir la conducta suicida, totalmente falso, el suicidio lo previene la persona más cercana al paciente, cualquiera que esta sea”.

¿Es posible prevenirlo?

En 1988 surge el Programa Nacional de Prevención de la Conducta Suicida, que comenzó a aplicarse un año después. Luego se perfecciona en 1995.

“En este programa tuvimos en cuenta de manera particular los factores de riesgo –explica la doctora Lomba–, los cuales, para poder intervenir mejor en ellos, hemos dividido en grupos etarios: niños y adolescentes, adultos y adulto mayor, basándonos en las características de cada uno. Y dentro de cada grupo hay factores individuales como la personalidad, la educación, vulnerabilidad, resistencia; o sea, la capacidad que uno tenga para enfrentar eventos de cualquier tipo, las condiciones familiares y los factores comunitarios”.

“Promueve estilos de vida alejados del alcohol y las drogas, de conductas disruptivas, de adicciones. Trabaja sobre la prevención en los grupos de riesgo atendiendo a pacientes que padecen alguna enfermedad mental o están deprimidos, así como en la atención a aquella persona que haya tenido en algún momento una conducta suicida e incluye su posterior rehabilitación”.

“Es un programa comunitario, intervienen variados sectores: cultura, deportes, educación, la Federación de Mujeres Cubanas, todos los organismos de masas, entre otros. Se aplica según las especificidades de cada región, teniendo en cuenta qué situaciones están incidiendo en la conducta suicida del lugar. Porque no es lo mismo analizar la provincia de Granma que la de Cienfuegos, no son iguales. Aunque todos seamos cubanos no tenemos las mismas condiciones, ya sean biológicas, psicológicas o socioeconómicas”.

“En el programa no sólo interviene Salud Pública porque, por ejemplo, esta no controla el nivel de bebidas alcohólicas que se vende en las calles, sino Comercio y Gastronomía. O cuando los muchachos tienen problemas en las escuelas, los niños van a clases desarreglados, no visten adecuadamente su uniforme, no realizan sus tareas, etc. ¿Quién tiene que ver con eso? La maestra, ella es la persona que debe averiguar qué está pasando con ese niño, por qué no aprende, por qué duerme en clases, detrás de eso posiblemente haya una familia disfuncional”, argumenta la doctora Lomba.

Desde que comenzó a implantarse el Programa Nacional de Prevención de la Conducta Suicida en 1989 a la actualidad, ¿ha dado resultados?

“Sí, y podemos asegurar que atendiendo a los factores de riesgo, dando provisiones de atención de salud mental a todos los niveles –especialmente la atención primaria–, y manteniendo este programa bien coordinado con todos los sectores de la sociedad, la conducta suicida es prevenible. Esto lo demuestra la disminución considerable que han experimentado las cifras en los últimos años”.

Quién sabe, tal vez con un programa así Van Gogh se hubiera salvado, y esas pinceladas que le faltan a Los cuervos no estarían ausentes. O Hemingway no hubiese colocado el cañón de una escopeta en su boca. O tendríamos muchas más Cartas desde la selva con el nombre de Horacio Quiroga escrito en la casilla del remitente.

Lo importante: el suicidio es un túnel oscuro y sin salida del que no se regresa, pero, absolutamente evitable. Mucho más cuando apenas se ha empezado a vivir y quedan tantos atardeceres por ver, tanta música por escuchar e innumerables camas que deshacer.

Tampoco es tan difícil, basta la sonrisa de una mujer hermosa, la mano de un amigo, el pecho de una madre o incluso, la voluntad propia, para alejarnos de la tentadora entrada del túnel y seguir de largo.

Recuadro 1:

El suicidio en la antigüedad

Si consultamos la Biblia resaltan dos casos en el Antiguo y Nuevo Testamento, respectivamente: Sansón, quien implorando a Dios para recuperar sus fuerzas extraordinarias derrumbó las columnas del templo y quedó sepultado bajo los escombros llevándose de paso a miles de filisteos, reyes incluidos; y Judas Iscariote, que avergonzado por traicionar a Jesús a cambio de unas monedas, decidió ahorcarse atormentado por la culpa.
En el Japón feudal encontramos el célebre harakiri, que en japonés significa abrirse el vientre, técnica usada por los guerreros samurais para limpiar su honor o evitar caer prisioneros de sus enemigos.

Con el auge e institucionalización del cristianismo el suicidio pasó de considerarse una conducta honorable a un acto pecaminoso condenado por la Iglesia, que promulgaba que el destino del hombre estaba en manos de Dios, dando lugar a la difamación, discriminación y persecución de personas con conductas suicidas.

Recuadro 2:

Términos médicos

El término suicidio viene de las palabras latinas sui: sí mismo, y caedere: matar. En la terminología médica se le llama así a toda lesión autoinflingida que provoque la muerte del individuo.

El intento suicida es, a diferencia del anterior, cualquier acción mediante la cual el individuo se causa una lesión, independientemente de la intención y de la letalidad del método empleado.

Este último se divide en dos grupos, métodos suaves: ingestión de psicofármacos, sustancias tóxicas y otros medicamentos; y los métodos duros: sección de vasos sanguíneos, precipitación desde alturas, ahorcamientos, sumersión, quemaduras, uso de armas de fuego, entre otros.

Ficha técnica

Tipo de reportaje: interpretativo porque se toma un hecho, el suicidio juvenil en Cuba, y se contextualiza exponiendo sus antecedentes y las proyecciones futuras para su prevención.

Tipo de Título: Llamativo.

Tipo de Entrada: Narrativa.

Estructura del Cuerpo: De bloques temáticos.

Tipo de Cierre: De casos.

Transiciones: Subtítulos.

Estrategia de fuentes:

-Fuentes activas:

1- Doctor Cristóbal Martínez, profesor titular de la Facultad de Medicina Manuel Fajardo.
2- Doctora Ana Sarracén, profesora asistente de la Facultad de Medicina Calixto García.
3- Doctora Paula Lomba Acevedo, miembro del Grupo Nacional de Psiquiatría.
4- Pacientes que intentaron suicidarse.

-Fuentes pasivas:

1- “Prevención y control de la conducta suicida, guía para el diseño e implementación de programas locales”. Compendio de autores, Cuba. 2005.
2- “La conducta suicida y su prevención”. Compendio de autores, Cuba. 2005.
3- “Influencia del medio familiar en un grupo de 5 a 19 años con riesgo suicida”. Compendio de autores, Santiago de Cuba, Cuba. 1999.
4- “Anuario estadístico de salud”. MINSAP, Cuba. 2005.

Objetivos: Abordar la problemática del suicidio entre adolescentes y jóvenes en Cuba buscando sus causas y maneras de prevenir.

Planos temáticos: Como antecedentes se exponen algunos casos de personajes históricos que se quitaron la vida y de qué forma era visto el suicidio antiguamente en diferentes culturas. Luego se mencionan las principales causas de suicidio juvenil en Cuba con algunos datos. Dentro de las proyecciones se comenta la aplicación del Programa Nacional de Prevención de la Conducta Suicida con sus resultados.

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