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Isla al Sur

MEMORIAS: SILVIO, VESTIDO Y SIN SOMBRILLA

MEMORIAS: SILVIO, VESTIDO Y SIN SOMBRILLA

JUSTO PLANAS CABREJA,

estudiante de tercer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación de la

Universidad de La Habana.

La historia comienza mucho antes que este lunes de aguas. Comienza con la primera vez que escuché a Silvio, pero sería demasiado injusto que contara mi versión cuando desde las seis de la tarde había fans en la Escalinata de la Universidad de la Habana esperando por él. La noticia había rodado como una bola de boca en boca: Silvio va a dar un concierto a favor de la ecología.

Así mismo se corrió la voz a las 8:30: no iba a venir. Y, aunque la desesperanza mojaba más que el aguacero -¡y mira que el aguacero mojaba!- nadie se movió. A esa hora, hasta el Alma Mater estaba apretada de tanta gente. La Escalinata parecía un mar de ojos ansiosos, de ropa húmeda. El humor con la naturaleza no era muy relajado; si de la multitud hubiera saltado una vocecita inocente gritando: ¡Protejamos el medio ambiente!... pero nadie iba a decir aquello en ese momento.

La ansiedad una hora después por poco hace que el Alma Mater se comiera las uñas. El escenario parecía una sonrisa sin boca...a las 9:40 subió el grupo Trovarroco y todos creyeron que no vendría Silvio. Pero cuando se apagó la música un ángel con guitarra justificó el catarro seguro del día siguiente.

Este concierto es por una cultura de la naturaleza, dijo, y precisamente la naturaleza nos está besando de esta forma. ¡Qué podía hacer su público mojado hasta las ideas sino aclamarlo!: ¡Llegó Silvio!, gritaban todos

Cuando cantó la primera canción Mi casa ha sido tomada por las flores, recordé que no tenía ni un bolígrafo ni una hoja con qué anotar, porque cuando se está frente al Silvio de la cuna, al Silvio de la primaria... cuando se está frente al Silvio de la Universidad, se olvida que uno es periodista y que esta ahí para cubrir el concierto. Alain Rodríguez, periodista de la TV me prestó un bolígrafo. Y cuando ejecutaba la misión imposible de escribir Casiopea en mi mano húmeda, una chica se sacudió los bolsillos y me regaló unos recortes de papel... ¿por qué lo hizo...? Es que todos los fans de Silvio son una gran familia -de todos modos, mis agradecimientos a la muchacha de las hojitas: Vive con la seguridad de que no hubiera podido escribir esto sin ellas.

Pero parece que no era sólo yo el que ejercía como periodista y silvista a la vez, porque Marta María, la reportera de Juventud Rebelde, no dejaba de cantar una sola de las letras y cuando interpretó Roxana, me dijo: "No sé si es superstición mía, pero cada vez que toca una antología comienza a llover". Y ahí estaba, hecho una sopa con su guitarra sobre los muslos, sonriendo como un adolescente, cómo no iba a llorar de emoción el cielo que lo vio pulir sus acordes. Pero esa Roxana era especial, porque la había dedicado a Compay Segundo. Y la noche también parecía de él porque, luego, el Grupo Tovarroco tocó un Chan Chan que iniciaba y concluía a lo Bach, con la Tocata y Fuga.

Los amantes de la campiña, abrieron la segunda entrada de Silvio, que no fue la única. Ya le había dicho al público que le pedía algunas de sus canciones: ¿Ustedes están apurados? Y con esas palabras el concierto venció el clima. Cada vez que hacía ademán de irse, los gritos lo ataban a la silla.

Pero si alguien estaba apurada era Marta María que tenía que escribir la nota para el martes. Iba y venía ansiosa, debatiéndose entre quedarse e irse.

Cuídense, había dicho por adiós, pero hasta las columnas lo seguían aclamando. ¡Silvio, Silvio! Marta María y yo escuchábamos los ecos desde la Plaza Cadena, íbamos hacia el carro de Juventud Rebelde -yo aproveché para coger botella hasta la redacción- . Los sonidos en sombra nos detuvieron, concluía Verónica del mar, la última de la noche. Es que ustedes son los mejores: había dicho antes de marcharse.

Una multitud se nos venía arriba. En unos minutos estaba en el Poligráfico, pero aún no había concluido el concierto, aunque el escenario ya estaba vacío. Aunque al otro día ya no hubiera escenario. Porque los conciertos como esos no mueren, ni envejecen. Viven en la gente. El concierto Con Silvio hacia una cultura de la naturaleza, va a seguir cantando bajo la lluvia, para siempre.

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