ARMANDO DEL ROSARIO: UNA VIDA EN TRES ACTOS
El director de Teatro Universitario de La Habana confiesa estar absorto en la difícil lucha porque la agrupación teatral no muera.
LILIANA MOLINA CARBONELL,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Año 1956. Se representa en el Aula Magna “La zorra y las uvas”. La policía batistiana irrumpe en el recinto. La puesta en escena queda detenida y todos son desalojados del lugar. Es cerrada la Universidad y comienza un período de inactividad para el Teatro Universitario de La Habana.
El entreacto dura infinitos segundos…
Se descorre el telón en el siglo XXI, un siglo sin canas aún, pero con algo de experiencia. El año 1956 ya es historia. Hay otra obra para representar, se espera que esta vez no sea interrumpida. Dos personajes cohabitan en una sencilla oficina, dispuestos a sumergirse en un mar de remembranzas.
Armando del Rosario es el protagonista, aunque realmente él lleva implícito un elenco de primera. Comenzó a estudiar Derecho Diplomático, pero no pudo terminar porque la carrera fue cerrada. Después de cinco o seis años de “asueto académico” se decidió por Historia del Arte e hizo postgrados de actuación y dirección teatral. Desde 1978 es el director de Teatro Universitario de La Habana (TUH) y hace poco más de un lustro mereció la Distinción Por la Cultura Nacional. Su carisma y agudo sentido del humor invitan al diálogo.
El otro personaje, una joven estudiante de Periodismo, se dispone a formular las preguntas a un hombre que lleva el teatro por dentro. El silencio pronto se transfigurará en palabras e indica que la obra va a comenzar.
Primer Acto
Un niño entra al escenario acompañado de sus padres. Mira con asombro un mundo desconocido, futuro cómplice de reales invenciones.
-¿Cómo fue su primer contacto con el teatro?
Era muy pequeñito, pero lo recuerdo bien porque me impactó mucho. Un tío abuelo, hermano de mi abuela, era un excelente actor, incluso había sido fundador del TUH. Una vez hizo en su casa el monólogo de Shylock, de Shakespeare. Cuando terminó, mis padres me llevaron a felicitarlo. Me asusté por el maquillaje tan violento, el vestuario…No lloré, pero cerré los ojos.
No sé si era una especie de masoquismo, pero aquello, a la vez que me asustó, me gustó. Después, mi abuela me llevaba a todas las funciones que se hacían en la Plaza Cadenas, hoy Ignacio Agramonte.
A mí me encantaba el olor del vestuario, la escenografía; estar en la luneta y luego verlo todo desde el escenario me fascinaba. No aproveché la influencia de mi tío, en ese sentido siempre me retraje.
-Cuénteme, entonces, cómo llega al TUH.
Esta agrupación teatral abrió sus puertas el 20 de mayo de 1941. Por aquí han pasado importantes figuras de las artes escénicas cubanas como Eslinda Núñez, Sergio Corrieri, Raquel y Vicente Revueltas. Yo llegué al TUH en el año 1966, mediante un golpe de suerte. Un día me enteré que estaban buscando personas para montar La Celestina, una obra con un elenco muy amplio. Enseguida fui e hice las pruebas. Me tocó interpretar a Pármeno, uno de los criados de Calixto.
Segundo Acto
Armando del Rosario comenzó a dirigir “por accidente” doce años después:”Yo era muy director de los demás, siempre dando indicaciones de cómo debían hacer las cosas. Entonces estaban montando un monólogo que se llamaba Antes del desayuno, de Eugene O´Neill. En medio del montaje se enfermó el director, Ramonín Valenzuela, y me dicen: “Armandito, asume”. Dije que sí, pero con la condición de que fuera otra actriz y propuse a Zaida Castellanos.
“La obra se montó en once días y fue todo un éxito. Eso me elevó el ego e hizo pensar que podía dirigir. Así seguí siempre que se podía, porque realmente mi plantilla era de tramoyista del teatro. Yo llegaba temprano, montaba la escenografía y lo preparaba todo, después me maquillaba y vestía. A veces, cuando no estaba en escena, tenía que estar haciendo un cambio escenográfico. Me decían el hombre orquesta”.
-¿Qué representa para usted llevar las riendas de la agrupación teatral más antigua de Cuba?
Es un honor y una gran responsabilidad. Es una lucha constante porque no muera y en estos momentos estoy absorto en esa lucha. Hace un año que no tenemos teatro. Las personas me preguntan por qué no ensayo en un aula, en algún otro lugar. Pero no es sólo ensayo, es representación, confrontar con el público lo que haces.
Además, a medida que los ensayos avanzan es necesario incorporar elementos de utilería, luces, música y no disponemos de un lugar donde hacer eso. Hay que tener amor y tesón para luchar contra muchos obstáculos.
-En una ocasión dijo que TUH estaba dormido, no desaparecido. ¿Cómo imagina el despertar?
No quiero imaginarlo, quiero que despierte, pero no sé cómo ni cuándo. Estoy esperando el beso del príncipe azul para ver qué pasa. Dicen que para el próximo año se va a reparar todo, pero por el momento, la Sala Talía, donde solíamos presentar las obras, no es ni la sombra de lo que fue.
Habría que hacer como al principio, una nueva convocatoria y empezar a buscar talentos. Yo trabajo con estudiantes, algunos han perdido interés, muchos se han ido para otros grupos. Volver a empezar es un reto, otro reto más.
-¿Considera que la agrupación teatral que dirige influye en la vida estudiantil universitaria?
Pienso que sí y en muchos sentidos. Constituye una forma muy sana para que los estudiantes empleen su tiempo libre. Últimamente estoy tratando nada más de hacer comedias, porque ellos se divierten viéndolas y haciéndolas, incluso, a veces me piden permiso para traer amistades a los ensayos. Al igual que los grupos de danza y la coral, el teatro es una forma de que canalicen sus inquietudes artísticas.
-Anualmente se celebra el Festival Internacional de Teatro Universitario. ¿Qué importancia concede a este evento?
Ahí precisamente es cuando me doy cuenta de la calidad que tienen nuestros grupos de la Universidad. Al Festival vienen colectivos de otros países con escenografías y vestuarios realmente envidiables. Sin embargo, muchas veces las actuaciones y las obras no son nada del otro mundo. Nosotros hacemos teatro muy pobrecito en recursos, pero con una calidad tremenda. No se trata de hacer más con menos, sino mejor con menos.
-¿En qué cree radique el éxito del TUH?
Nunca se ha presentado una obra de mal gusto o con concesiones a la vulgaridad. El primer requisito para poner una obra es que tenga una reconocida calidad literaria. El objetivo no es hacer reír por hacer reír, ni llenar sala por llenar sala. Lo principal es que la gente salga satisfecha.
-¿Cómo ve el Teatro Universitario dentro de la casa de altos estudios?
Como un símbolo, una escuela dentro de la Universidad. La gente lo recuerda como un punto de partida. Además, nuestro trabajo va dirigido fundamentalmente a los estudiantes y esto implica un compromiso muy grande. En cierta medida tratamos de que trascienda los marcos de la Universidad, precisamente para que la gente vea qué tipo de trabajo se hace aquí.
-¿Qué tendría en cuenta para montar una obra teatral por el aniversario 280 de la Universidad de la Habana?
Me gustaría que estuviera basada en las luchas revolucionarias vinculadas con la Universidad y en la relación del TUH con esta institución. También, en todas las vicisitudes por las que ha pasado, aunque lo más importante es que siempre ha salido adelante.
-Dicen que usted es un director muy detallista y exigente…
Es verdad, no lo puedo evitar. Pero me lo agradecen después. Me da mucho orgullo que otros grupos profesionales reconozcan a jóvenes que salieron del TUH y cuándo les preguntas que cómo lo saben, enseguida dicen que por la dicción. Es algo en lo que hago hincapié. La principal arma de un actor es su voz.
-De todas las obras que ha dirigido, ¿con cuáles ha quedado más satisfecho?
Me gustó mucho La Soprano Calva, de Eugene Ionesco; Obra de Arte, de Chéjov; y Las Vacas Gordas, una comedia musical de Abelardo Estorino. También quedé muy complacido con Las Yaguas, de Maité Vera, que fue todo un éxito.
Recientemente se estrenó Gepetto, una obra que tenía a todos con los “pelos de punta”. Imagínate que un muchacho joven se desnuda en escena y yo pensaba qué iba a suceder cuando sus compañeros lo vieran así en medio del escenario. Llegó el momento, pero de acuerdo con el mensaje y la situación, estaba justificado. Hubo un silencio total. Al final la ovación fue de pie y bastante prolongada. Esa es la mayor satisfacción.
-Además de la dirección teatral se dedica a la docencia…
Normalmente el teatro es por la tarde y yo imparto clases por las mañanas. El primer día llego muy serio al aula, pero a medida que va avanzando la clase hago de las mías y se va creando una atmósfera agradable.
Actualmente estoy impartiendo clases de actuación en el Hotel Nacional a un grupo de danza acuática. También doy un curso a licenciados y técnicos de la Unidad Docente de la UH. Son clases sobre conducta social. Desgraciadamente, en nuestro país se ha entronizado la vulgaridad, hay un falso concepto de que ser vulgar es sinónimo de cubanía y no es así. Se puede perfectamente ser cubano, sin ser vulgar.
-Teatro Universitario de La Habana ha sido merecedor de importantes distinciones otorgadas por los ministerios de Cultura y Educación Superior. ¿Qué significan para usted esos reconocimientos?
Un compromiso para que no pierda su prestigio, ni su calidad. A veces me asustan, porque es señal de que estoy viejo. Las distinciones obligan a que cada obra quede mejor que las anteriores. No sé… es algo agradable y a la vez aterrador.
Tercer acto
El tiempo ha pasado, pero la magia del teatro sigue cautivando a un hombre cuyo corazón no envejece. Él y el escenario son un solo personaje.
-Casi medio siglo de vida dedicado al teatro. ¿A qué género pertenecería una obra teatral que resumiera estos años?
Definitivamente sería una tragicomedia.
-¿Cuánto hay de Armando en TUH y cuánto de TUH en usted?
Hay 41 años de Armando, de amor y de deseos que no muera. Yo he tenido oportunidades de pasar a otros grupos, pero me gusta mi trabajo aquí. Ya es algo tan íntimo…TUH ha influido en mi manera de ver la vida, de comportarme, de hablar. Abandonarlo sería como perder un familiar.
-Si tuviera que definir su relación con el teatro…
Es mi vida
Cae el telón.
Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.
Ficha Técnica:
Objetivo Central: Realizar una entrevista de personalidad a Armando del Rosario, vinculándolo a la Casa de altos estudios en su función de director de Teatro Universitario de La Habana (TUH)
Objetivos colaterales: Reflexionar sobre el TUH dentro de la Universidad; Destacar aspectos importantes de su vida relacionado con la agrupación teatral que dirige; Presentar opiniones del entrevistado sobre el estado actual del TUH.
Tipo de entrevista:
Por su forma: Mixta.
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal que se obtuvo: Cara a cara.
Tipo de título: Con el nombre del entrevistado y alusión al tema.
Tipo de entrada: Retrospectiva.
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de conclusión: De comentario del entrevistado.
Fuentes consultadas:
El entrevistado. Fuente directa.
Currículum del entrevistado. Fuente documental.
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