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Isla al Sur

VOZ DE ÁNGEL, ÍMPETU DE FUEGO

VOZ DE ÁNGEL, ÍMPETU DE FUEGO

Luego de participar en más de 15 discos y colaborar con lo mejor de la música en Cuba, Diana Fuentes ha recorrido en 24 años el camino de una artista veterana.

LUIS ALEJANDRO YERO MONTEAGUDO,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Diana Fuentes ha estado desde niña en el escenario. A los tres años comenzó a estudiar ballet, pero a los siete cambió las zapatillas por la música. Luego fue pianista, cantante de coros, e incluso,  llevó la batuta como directora de canto coral. Su voz acompañó a Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Carlos Varela, Aldo López Gavilán, Kelvis Ochoa, David Torrens, entre otros grandes de la música cubana.

Con 15 años de edad inició en el grupo Síntesis su carrera profesional. Debió llevar a la par los fuertes estudios de la Escuela Nacional de Arte (ENA) con los intensos ensayos de la agrupación. A esto se sumaba el trabajo junto a X Alfonso. En ambos hacía de corista.

Una artista de fogueo le envidiaría su discografía. Ha participado en más de 15 discos, dos de ellos nominados al Grammy Latino. A pesar de que su primera grabación como solista, “Amargo pero dulce”, aún no termina de producirse, varias de sus canciones aparecen en la radio con relativa frecuencia.

A partir del 2007, su nombre se conoció por toda Cuba. Primero vino el Concurso Adolfo Guzmán, donde el virtuosismo vocal y el magnetismo de su encanto, le hicieron ganar el Gran Premio. Luego, con el video clip “Música de fondo”, enamoraría a miles con una mirada de niña y la sonrisa de un ángel. Gracias a la dirección de Pável Giroud, fue nominado a varias de las principales categorías de los Premios Lucas, entre ellas, como Video del Año. A casa se llevó los de Mejor Artista Novel y Video Femenino. Un arranque de lujo para quien apenas comenzaba la travesía en solitario.

Y todo eso, en apenas 24 años. Ni un huracán le haría sombra.

Come mucho cuando está sin hacer algo. Así entretiene la ansiedad aunque luego le sobren un par de libras. Quizás, el secreto de su triunfo sea el mucho trabajar o el tener buenos amigos: “Siempre me han acompañado, en mis conciertos y en cada día de mi vida. Gracias a ellos ahí está mi disco.”

El periodo especial interrumpió los sueños de convertirse en gran bailarina: “Yo vivo en Playa, la cátedra de ballet está en el Vedado. Son unos cuantos kilómetros. Mi papá debía llevarme hasta allá en bicicleta. Los ensayos eran por la tarde y terminaban a las ocho de la noche. En uno de los viajes, al hacerme una pregunta y no responderle, me toca y yo estaba rendida en la parrilla. Por tanto, era preferible cambiarse de carrera, a tener un accidente.”

-¿De dónde viene la vocación por la música?

Al no seguir en el ballet, una amiga de mi mamá llega un día a la casa y me oye cantando unas canciones de Michael Jackson. Imagínate, en el inglés chapurreado de una niñita. Entonces le dice: “Por qué no llevas a Diana a una escuela de música”.  Hago las pruebas en el Conservatorio Alejandro García Caturla, aprobé, y bueno, hasta el sol de hoy.

Ahí aprendió piano básico, teórica de la música, canto coral y dirección coral, la cual continuaría su estudio en la ENA. En aquellos años, llegó a Síntesis siendo aún una adolescente.

“Después de una presentación en un homenaje a Lennon, donde integraba un cuarteto junto a M Alfonso, mi prima y mi hermano, Carlos Alfonso, director del grupo, me ofreció participar en el disco “Habana a flor de piel”. Ahí canté en todos los coros. Luego, en el 2001, a propuesta suya pasé a formar parte del grupo.”

-¿Cómo afrontaste el reto de integrar con 15 años una agrupación de tanto prestigio?

Te voy a ser sincera. Al principio fue la emoción de entrar a una banda, pero a mí no me cayó la presión hasta un tiempo después. Fue en mi primer concierto con ellos, en el Teatro Nacional, cuando ensayamos con José María Vitier, Hernán López-Nussa, Pablo Menéndez, Amaury Pérez, y ahí fue que dije: “Oye, esto está duro”. Pero al principio lo tomaba como un juego divertidísimo. Estaba haciendo lo que más amaba en la vida. Además, era como en casa, porque conocía desde antes a los Alfonso. Vivíamos cerca, mi hermano y mi prima estudiaban con M. Teníamos muy buena amistad. 

-¿Cómo sobrellevaste los estudios en la ENA y el trabajo con Síntesis?

Dificilísimo. Ahí sí el apoyo de mi profesora Natacha Vidaurrazaga, a quien estaré eternamente agradecida por haberme aguantado. Yo faltaba mucho a clases por los ensayos con el grupo. Y había que estudiar. Mi especialidad, dirección coral, es complejísima. Son un montón de obras, muy largas, muy cargadas, con muchas voces. Me gradué rápido, en abril, porque necesitaba terminar o iba a volverme loca.

-¿Cuán útil te ha sido tu formación académica?

Muchísimo. Los trabajos hechos con Aldo López Gavilán, Alejandro Vargas y otros jazzistas, requieren de conocimiento. Hay que leer partituras, sentarse en el piano, estudiar intervalos muy complejos. Tener tal formación es un paso de avance muy grande. Sin embargo, cuando sales de la escuela son nuevos códigos; por ejemplo, yo salía de cantar en coros y de pronto estaba en una banda donde se cantaba música afrocubana. Uno debe ponerse las pilas porque es otra escuela. 

-¿Recuerdas tu primera experiencia en un escenario?

Tenía como dos o tres años. Mi tío me llevó a un concurso para bailar el solo del Cisne Negro. Tenía tremendo nerviosismo. Solita frente a un montón de gente mirándome. Olvidé por completo la coreografía. Lo único que se me ocurrió fue gritarle a mi tío: “¿Qué viene ahora?”.

-¿De qué fuentes bebes para hacer tu música?

Oigo de todo: jazz, rock, pop, hip-hop, rap, r&b, soul, blues, salsa, guaguancó, merengue, regué. Reguetón, no, pero bueno, si hay que bailarlo en una fiesta, lo hago. De la música brasileña, es mucho: María Rita, Elis Regina, Caetano Veloso, Gilberto Gil. Más cercano: Black Eyed Peas, Fergie, Michael Jackson, Stevie Wonder… Oigo a un montón de gente. A Elena Burke, a pulso, Isaac Delgado, los Van Van. ¡Todo!

-¿En qué te inspiras para escribir tus canciones?

Algunas son hechas por encargo. Hay un tema llamado “Dentro de mi piel” del disco “Breathing Havana”, el cual escribí junto a Esteban Puebla, integrante de Síntesis. Empezó por una melodía y después le fuimos poniendo la letra. Pero hay otros sobre mi vida. Por ejemplo, “Música de fondo” la escribí hace cinco años a mi primer novio, ese gran amor que todos tenemos en la adolescencia. Y así ha pasado con la mayoría de mis canciones. “Amargo pero dulce” surgió con Descemer Bueno, quien produjo el disco, en mi casa. Mi mamá traía un café y nos dijo: “Esa canción le pudieran poner algo como el café, amargo pero dulce”. Y así salió la letra.

-¿Con qué tipo de público te sientes más cómoda?

Tengo la dicha inmensa de hasta ahora tener una buena aceptación, así sea público universitario o un poquito mayor. Mientras uno se sienta cómodo con uno mismo puede hacer sentir bien a los demás. En mis conciertos por Italia, Ibiza, México, Venezuela, me fue muy bien. Pero la conclusión es que prefiero al de mi país. El público cubano es exigente y muy agradecido. Desprende una gran energía. Aquí me conocen bien, aquí están mis raíces.

-A partir del 2007 Diana Fuentes se ha hecho un nombre conocido. ¿Qué trajo la notoriedad de positivo y negativo?

Malo, nada. Un poco más de trabajo, pero eso me encanta. No puedo estar sin hacer algo. Cuando estoy inactiva me siento perdida. Adoro sentir esa presión de hacer las cosas bien, de no perder tiempo, de tener un montón de gente a la expectativa. Pero como dice mi abuela, uno no es dulce de guayaba para gustarle a todo el mundo. Hay gente que se siente más identificada con mi música, otros no.

Además, está mi disco, con colaboraciones de tremendos productores extranjeros: Echon, de Tego Calderón, Miguel Matheus, de Black Eyed Peas. Para mí es “pellízcame que estoy soñando”. Están los dos temas junto a mi amigo y el hombre que más admiro en la vida, Carlos Varela. Y también, el iniciarme como compositora.

Detrás de sus videos clips han estado dos talentos del audiovisual cubano: Pavel Giroud y X-Alfonso. El trabajo de la imagen ha sido admirable en la carrera de Diana.

“Todo parte de ideas mías. “Música de fondo” se filmó en casa de un tío. Ahí estaban miles de recuerdos familiares, hasta los cuadros de mi tatarabuela. La guitarra era de mi padre cuando joven. Dentro de todo lo deslucido, una belleza increíble para fotografiar. Quería esa dualidad de lo feo con aquella imagen de una mujer que está extrañando a alguien.

“Mi imagen la transformé para filmar “Amargo pero dulce”. La canción con los metales tiene un toque medio añejo y a mí me daba como de época. Por eso el corte de cabello más corto. Algo así como la Amelie de la película francesa. Dar la sensación de antiguo pero con matices modernos.”

-¿Qué te motivó a iniciar tu carrera en solitario?

Se dio la oportunidad y me monté en ese tren. Aparecieron dos personas que confiaron en mí. Descemer Bueno al escuchar “Música de fondo”, dio el primer empujón al proponerme grabar un demo. Y un año después apareció Pável. A él le gustó la canción y quiso hacer un video con ella. Además de Carlos Varela, quien me brindó mucho apoyo y libertad. A ellos tres les estaré eternamente agradecida. Voy a la EGREM, presento mi proyecto, y ahí está, esperando el término de su fabricación en México.

-¿Qué ha significado para ti Carlos Varela?

Todo. Alguien en quien confío profundamente. En la actualidad es mi director porque formo parte de su banda. Pero a la vez me da toda la libertad del mundo para desarrollar mi carrera en solitario, y la alienta, además. Tenemos una química tremenda para trabajar porque compartimos sentimientos en común y vemos la música desde una misma perspectiva.

-¿En qué punto del camino te ubicarías ahora?

En el comienzo, muy al comienzo

-¿Nunca te has sentido nerviosa en un escenario?

Todos los días. El día que no lo sienta, ahí se murió la magia.

-¿A qué no renunciarías nunca?

A vivir intensamente cada día de mi vida.

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