CON EL PERIODISMO DE LA MANO
Juan Marrero González, vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba y Premio Nacional, ofrece valoraciones acerca de la profesión que ha ejercido durante medio siglo.
ALIET ARZOLA LIMA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Marrero González deja todos los quehaceres y me atiende. Se muestra cordial como, según sus compañeros, es usual en él. La abarrotada mesa de trabajo indica que, aunque no está vinculado directamente a un medio de prensa, aún labora día a día en este oficio que llena su vida: el periodismo.
Junto a él se acumulan varios ejemplares de periódicos antiguos, tal vez con decenas de años de viajes de un lado a otro, los cuales, me contó, utiliza para escribir sobre el aniversario 50 de la Revolución.
Al comenzar el intercambio se quejó por tener que hablar de sí mismo, pero luego, apenas sin transición, confesó su eterna pasión por el béisbol, deporte que practicó en su etapa de estudiante: “Me gustaba mucho la pelota, era fanático del Habana y jugaba las posiciones del cuadro en el equipo de la Universidad que participó en el Campeonato Junior Amateur, dirigido por Ramón Carneado”. Años más tarde, Carneado dirigió el equipo Industriales de la Serie Nacional de Béisbol.
Con asombrosa precisión recuerda anécdotas de hace más de medio siglo, cuando ya se evidenciaba su sentir revolucionario: “Al empezar a estudiar periodismo en la Escuela Márquez Sterling quería ser cronista deportivo por mi afición hacia la pelota, y a diferencia de muchos, no deseaba estar en la prensa para tener una botella o para ganar publicidad, mis ideales eran muy distintos”.
Al conversar sobre sus primeras experiencias prácticas habla sin prisa acerca de los inicios en la radio y de los colegas que le aportaron conocimientos para abrirse paso en el turbulento mundo de las publicaciones antes de la Revolución: “Tras graduarme de Periodismo empecé a trabajar en Radio Voz como redactor auxiliar con dos destacados poetas, periodistas y escritores cubanos, Ángel Augier y Rafael Enrique Marrero, de quienes aprendí mucho”.
Tras la victoria de los barbudos estuvo en los días fundacionales de la Agencia Prensa Latina en la que encontró a unos de sus más grandes maestros: Jorge Ricardo Masetti.
-¿Qué representó Masetti en su carrera?
Me enseñó cómo debía comportarse un periodista revolucionario, siempre comprometido con un ideal, y ser objetivo aunque no imparcial, porque entre el bien y el mal, entre lo justo y lo injusto, entre el oprimido y el explotador no se puede ser imparcial.
Estas ideas lo impulsaron a separarse del camino deportivo para dedicarse a las problemáticas internacionales, en las que después se convirtió en un verdadero experto: “Cuando empecé en Prensa Latina me olvidé del deporte, allí me dediqué más al trabajo de temas extranjeros como los relacionados con Colombia y otros países latinoamericanos”. Agradece, por tanto, parte de su formación a la agencia.
En 1965 se abrió su página más fructífera como periodista al crearse el diario Granma, en el cual ocupó diversos cargos de dirección y trabajó incansablemente ganándose el respeto de sus compañeros: “Yo integré el equipo fundador y años después fui jefe de la sección de Internacionales. Era muy exigente con la calidad, sobre todo, porque me pedía mucho a mí mismo. Trataba que las cosas salieran siempre bien, aunque nunca corregí ningún trabajo sin consultar primero con los periodistas”.
Incontables fueron las coberturas que realizó para Granma, “su más querido diario”, y recuerda particularmente los sucesos del barco Cerro Pelado en 1966, cuando nuestros deportistas fueron a participar en los Centroamericanos de Puerto Rico y el gobierno de Estados Unidos quiso impedirlo.
“Esos días fueron de mucha intensidad. Pensábamos que el viaje no se realizaría ya que los norteamericanos no nos querían en San Juan. E ignorábamos que iríamos a Puerto Rico atravesando las aguas del Caribe. Estuvimos en peligro todo el tiempo desde que salimos de Santiago de Cuba a bordo del Cerro Pelado. Aviones norteamericanos sobrevolaban el barco y lanzaban mensajes amenazadores. José Llanusa, jefe de la delegación, leyó la declaración ante todos los atletas reunidos en la cubierta del barco en la que decidimos afrontar todo riesgo. Al final, el objetivo se cumplió y algunos logramos desfilar en la inauguración de los juegos”.
De Puerto Rico no olvida el apoyo de los boricuas a la delegación nacional, sobre todo el de un joven que anduvo todo el tiempo detrás del equipo de béisbol de Cuba en señal de solidaridad y apoyo contra las agresiones de grupos contrarrevolucionarios. “La gente nos apoyó mucho, por ejemplo, un muchacho pasadito de peso siempre estaba con la bandera cubana alentándonos. Nosotros lo llamamos el Gordo de Caguas, al que vimos por última vez dando gritos y saltos en una playa cuando retornábamos al barco Cerro Pelado, al pairo a tres millas de San Juan. Sobre esto escribí una crónica con el título El Gordo de Caguas”.
Considera que las coberturas de las cumbres del Movimiento de Países No Alineados de Argel, Sri Lanka, Nueva Delhi y Harare, fueron complicadas. Se refiere a que acompañó al Comandante en Jefe en tres de ellas y, además, en visitas que efectuó a varios países de África, Asia, Europa y América Latina. “Trabajar con Fidel era complicado, había que tener mucha responsabilidad. También estábamos obligados a buscar por dónde transmitir y en todos los lugares no existían las mismas condiciones. Recuerdo que en la gira africana había mucho riesgo por la situación de guerra del continente y las comunicaciones eran muy complicadas”.
Este hombre que arriesgó su vida en destinos vietnamitas cubriendo la guerra de aquel país evoca, además, las marcadas limitaciones que los periodistas enfrentaban en sus labores para poder brindar una información precisa y pormenorizada a los lectores.
-¿Cómo podía un reportero en esos años trabajar
con tantas restricciones, por ejemplo, sin Internet?
En aquellos tiempos debías tener tus propios archivos para documentarte porque no había Internet ni ninguna otra facilidad tecnológica que permitiera acceder a todos los detalles que hoy obtenemos sin levantarnos de la silla. Además, estábamos bloqueados por los norteamericanos y eso representaba una restricción aún mayor. Aquí había medios y periodistas que pacientemente habían ido formando sus propios archivos con documentos de un inmenso valor, y, además, usábamos como fuentes a los funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores, del Partido y los centros de estudios que nos brindaban datos imprescindibles.
Tampoco vacila a la hora de destacar las marcadas diferencias entre el periodismo de la Cuba revolucionaria y el puesto en práctica bajo el mandato sumiso y capitalista de los gobiernos neocoloniales: “En el periodismo revolucionario se da una especial atención al análisis y no al desarrollo del sensacionalismo, las frivolidades o la prensa amarilla. Para nosotros el periodismo no es negocio, está totalmente apartado del mercantilismo y representa pensamiento, instrucción y educación”.
A pesar de haber influido notablemente en varias generaciones, no se considera un superdotado en la docencia: “Enseñar nunca ha sido mi fuerte, no obstante, mis alumnos hoy me aprecian y reconocen, aunque yo solo les transmití mis experiencias para que se formaran como buenos periodistas y seres humanos”.
Se ve emocionado cuando el tema de la familia viene a la conversación. Una inmensa pasión por hijos y nietos es evidente, aunque habla, sobre todo, de su compañera en el camino de la vida: Ángela.
“Llevo 35 años casado y ella ha logrado comprenderme porque también es periodista. Nosotros nos hemos ayudado uno a otro, cuando ella necesita que le revise algún trabajo yo lo leo y le doy mi opinión, y lo mismo sucede cuando reclamo sus criterios.”
Esa es la filosofía de un hombre que ha escrito tanto como le ha sido posible, nunca se ha detenido y hoy no se atreve a seleccionar sus mejores trabajos, pues acumula miles en su haber: “Cada libro, cada reportaje ha tenido su valor, aunque algunos han sido más útiles que otros. Durante años escribí casi diariamente para las páginas de Granma sobre temas internacionales y nacionales. Fueron miles de escritos, cada uno con un significado diferente, de ellos seleccioné, según mi criterio, los mejores para conformar el libro Apremiado por el cierre.
Señala, además, que considera como maestros de periodistas a José Martí y Fidel Castro, ya que han demostrado todo lo bueno que se puede hacer en esta profesión: “Martí siempre me atrajo, él marcó pautas, es increíble cómo contaba acontecimientos que no había vivido; desde el punto de vista periodístico era un genio. Fidel, por su parte, siguió su ejemplo siendo muy claro en tiempos diferentes”.
En 2003 Marrero mereció el Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de toda la vida y es considerado una voz muy autorizada para comentar sobre las principales deficiencias que aparecen en los medios nacionales: “El gran déficit está en la información. Aquí no existe la conciencia de que toda noticia útil e interesante debe ser publicada. Faltan muchos datos que el pueblo no conoce. La prensa debe informar más que comentar, ya que en muchos casos estos comentarios están llenos de lenguaje administrativo, retórica y carecen de los detalles que el público necesita escuchar. Falta mucho para tener un buen periodismo, pero tenemos que lograrlo y espero estar vivo”.
-¿Cómo valora el papel de las nuevas generaciones
en la construcción de un periodismo diferente?
Los jóvenes se están formando muy bien, sólo deben poner en práctica lo que se les enseña y comprender el país en que viven y al que representan, para cumplir con el reto de eliminar el periodismo gris y poco atrayente. Nuestro objetivo debe ser lograr que la gente se sienta satisfecha con la labor que realizamos.
Al preguntar sobre lo que puede quedarle sin hacer, este hombre con más de siete décadas vividas no tiene límites en su carrera: “Yo he hecho de todo y hoy por hoy siempre estoy escribiendo. Mientras tenga lucidez lo seguiré haciendo, porque es lo que más me gusta”.
Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.
Ficha Técnica:
Objetivo central: Indagar en la personalidad de Juan Marrero, tanto en su vida profesional como personal. Conocer aspectos destacados de su trayectoria como periodista.
Objetivos colaterales: Conocer sus inicios en el periodismo. Recopilar información acerca de su papel como fundador de Prensa Latina y Granma. Indagar en las coberturas de eventos que realizó durante su carrera. Obtener criterios autorizados acerca de la situación actual de la prensa cubana. Obtener valoraciones sobre la formación de los nuevos periodistas.
Tipo de entrevista
Por los participantes: Individual
Por su forma: Mixta
Por su contenido: De Personalidad
Por el canal que se obtuvo: Encuentro directo
Tipo de Título: De alusión al tema y al entrevistado
Tipo de entrada: De presentación
Tipo de cuerpo: Mixto
Tipo de conclusión: Opinión del entrevistado
Fuentes consultadas:
Entrevista “Apremiado por el cierre”. Autor: Iraida Calzadilla (http:/ islalsur.blogia.com)
Biografía de Juan Marrero González (http:/ quienesquien.cip.cu)
Artículo “El periodismo en la Revolución Cubana”. Autores: Ernesto Vera, Roberto Pavón y Juan Marrero (http:/ cubaperiodistas.cu)
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