DE LAS VENTAJAS A LAS DECEPCIONES
Las terminales livianas o clientes ligeros parecen ser la respuesta al ahorro en el mundo de la informática. Sin embargo, esta alternativa no goza de popularidad en Cuba por dificultades en su funcionamiento.
Texto y foto:
JAVIER ORTIZ HABER,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Las computadoras, a diferencia de otros equipos electrónicos, están diseñadas para tener una vida útil corta y es inusual que resistan más de cinco años. Por esa razón, y para facilitar y abaratar la informatización de la sociedad cubana, el corporación COPEXTEL está sustituyendo los equipos existentes en escuelas, centros laborales y otras instituciones estatales, por un nuevo tipo de computadora denominada clientes ligeros.
A mediados del 2008, la corporación instaló 300 de estas máquinas, solo en sus propias oficinas, con el propósito de probarlas, y posteriormente expandirlas a todo el país.
El detalle que diferencia a esta tecnología de una PC normal, reside en que el chasis o torre de la primera no tiene una serie de elementos físicos (hardware) indispensables para la última. Dentro de un cliente ligero no hay discos duros, ni floppy disk, ni CD-ROM, ni la mayoría de los componentes clásicos que se encuentran dentro de una computadora ordinaria.
Además, en su interior no se almacenan los sistemas operativos ni otras aplicaciones de software (programas, procesadores de textos o cualquier tipo de archivo), a los cuales se accede a través de una máquina distribuidora, o servidor, encargada de suministrarlos por medio de una red.
El objetivo básico de estos equipos es ahorrar electricidad, espacio (los modelos más recientes que han salido al mercado, son del tamaño de una cartuchera escolar) y, principalmente, dinero. Los defensores de esta tecnología esgrimen todo tipo de argumentos difíciles de ignorar en momentos de crisis mundial, anunciando, incluso, que a nadie le interesaría robarse un cliente ligero, porque su precio es insignificante.
Como su servidor puede soportar entre seis y diez clientes, el costo monetario ya no es un problema. Una terminal liviana, como también se les puede llamar, cuesta 160.55 CUC.
A pesar de sus ventajas, este tipo de computadora no ha sido bien recibida en donde fueron instaladas, pues no les preceden buenas referencias. ¿Es una fama inmerecida?
Para Alejandro Renaro, a cargo del servidor de los clientes ligeros en el periódico Tribuna de La Habana, el problema radica en la velocidad de la red en que se instalen estos equipos: “El requisito mínimo, para un funcionamiento óptimo, es de 100 Megabytes por segundos (Mb/s) y yo solo dispongo de 10”.
Javier Serrano García, informático radicado en la Isla de la Juventud, halló la culpa en la errónea administración de estos equipos: “El sistema operativo Windows es pésimo para el trabajo en los clientes ligeros. Aquí desechamos su uso, cambiándolo por otro, el Linux Centos. Modificamos el servidor e incrementamos el número de tarjetas de red. A partir de ese momento, conseguimos mejorar el rendimiento y ahora funciona de maravilla, a una velocidad respetable, en una red obsoleta de 10 Mb/s.”
Aclaró que si existe una distancia superior a los diez metros entre un servidor y sus terminales, el desempeño de estos equipos se reduce, a menos que se cambie Windows por otro sistema.
Desde Ciego de Ávila, la informática Zunilda Linares tiene una historia distinta que contar. Describió a los clientes ligeros como malísimos: “No han funcionado adecuadamente. Los instalábamos y a las dos semanas dejaban de trabajar. Arreglábamos el servidor y al poco tiempo volvían a romperse. Tienen poca estabilidad; todos los días presentan un problema diferente. Algo falta por conocer para encontrar una solución.”
El ingeniero Jaime Chiang, de Las Tunas, observó que en los bancos y las oficinas de Correos de Cuba, las terminales livianas funcionan eficientemente: “Hay que configurar todo de acuerdo con las funciones y el uso que se le dará al cliente. Una cosa es teclear un texto y otra muy diferente es programar una aplicación.”
En el momento de su nacimiento, las terminales livianas fueron aplaudidas por quienes las veían como una forma innovadora de economizar recursos sin sacrificar calidad. Por desgracia, la expectativa y la curiosidad con que fueron recibidas en un principio, han sido rápidamente sustituidas por la decepción.
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