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ELIÁN EN LA ACADEMIA UN DECENIO DESPUÉS

ELIÁN EN LA ACADEMIA UN DECENIO DESPUÉS

Temas: Objetividad, Subjetividad, Parcialidad e Imparcialidad en el Periodismo. Construcción de la noticia. Validez del periodismo interpretativo. Oponente: Máster Iraida Calzadilla Rodríguez.

ROUSLYN NAVIA JORDÁN,
respuesta a la oponencia para
la tesis de licenciatura en Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

1-Al referirse a la noticia -entendiéndose esta en el texto como nota informativa, pues la sitúa en el desglose que realiza de géneros periodísticos-, la estudiante plantea que “transmite una información objetiva sobre un hecho, sin introducir opiniones personales del periodista”, y más adelante agrega que “la regla principal ha de ser la objetividad, separando lo que es información de lo que es opinión. La opinión es libre, la información ha de estar basada en la veracidad y la comprobación”. Sobre esas bases:
a) ¿Podemos afirmar que en el periodismo somos objetivos e imparciales?
b) ¿Ciertamente la opinión es libre? 

Según Miguel Rodrigo Alsina (2005), “El concepto de la objetividad periodística, a pesar de las múltiples criticas que ha recibido, sigue siendo uno de los elementos claves para comprender la ideología que sostiene el modelo liberal de la prensa”. Sin embargo, como plantea Shudson(1978), el concepto de objetividad no ha sido inmutable a lo largo de la historia de la prensa.

Carey (1980) observa que “El reportaje objetivo se convirtió en el fetiche del periodismo americano en el periódico de la rápida industrialización”. Sin embargo, según cuenta Alsina (2005), en los años 60’ se comenzó a criticar el concepto de objetividad basándose fundamentalmente en la manipulación de la información. Crítica que dura hasta hoy. (Carey en Alsina 2005))

Para Bechelloni (1982), el problema de la objetividad periodística no está en que los medios de comunicación masiva dan una versión subjetiva de la realidad, sino que es el propio modelo liberal de la prensa el que limita la objetividad.

Alsina (2005) además considera como causa de la falta de objetividad no tanto el modelo en general del sistema informativo, como la producción específica de la noticia y en concreto,  la actividad de los periodistas.

Basándose en investigaciones de Kline (1982), Alsina  (2005) plantea que “la objetividad es un concepto social distinto según sean la culturas estudiadas”.

Plantea además que la subjetividad del periodista se ve reflejada durante el proceso de producción noticiosa y ello se evidencia por:

-La jerarquización y tematización de los contenidos por parte de los medios.

-La selección de las fuentes (si por ejemplo, siempre se emplean las mismas excluyendo a otras posibles).

-El ángulo para explicar el acontecimiento cuando los referentes no están consensuados.

-El sesgo retórico en la organización de los materiales brutos de una noticia por razonamientos por inferencias o relacionando diferentes aspectos de un acontecimiento.

El surgimiento del Nuevo Periodismo causó la crisis del concepto de objetividad, pues tiene un estilo mucho más subjetivo donde lo anecdótico es lo esencial en la construcción del discurso.

En ese sentido, Marletti (1983) señala que no es fácil establecer cuáles serán los contornos posibles del modelo de construcción de la realidad que se gesta a través de los medios.

También ocasiona la crisis el hecho de que los periodistas comienzan a contar hechos que no presenciaron como si hubiesen estado presentes. Esto, según Alsina  (2005), demuestra que “la construcción social de la realidad difícilmente será universal”.

La utilización de los medios de comunicación con fines políticos (guerras) es otra forma de manipulación que acrecentó la crisis del concepto de objetividad. A finales del siglo XX, la comunicación comienza a cumplir con una función elemental de la estrategia militar. Ya la información pasa del hacer saber (informar) al hacer creer (persuasión) y al hacer sentir (sensacionalismo emocional).

El no dar información, la censura y autocensura de los medios, su colaboración con uno de los dos bandos de la guerra, el suministro de información desde instancias oficiales, políticas y militares, la difusión de noticias falsas y la difusión profusa de noticias favorables a un bando y desfavorables al enemigo, genera gran desconfianza en los medios de comunicación.

Para Ramonet (1998), los medios han entrado en una era de sospecha y afirma que existe “escepticismo, desconfianza e incredulidad de los ciudadanos respecto a los media”. (Ramonet en Alsina 2005)

Por otra parte, Tuchman (1980) analiza el concepto de la objetividad periodística como ritual estratégico y opina que ante las posibles críticas de la audiencia, el periodista va a reafirmar la objetividad de su trabajo. El término “objetividad” se utiliza como ritual estratégico de defensa.

Grossi (1981) critica estas conclusiones y afirma que “la profesión periodística no puede ser descrita simplemente como rituales estratégicos que sirvan para reafirmar el status quo” y que se debe estudiar el concepto de objetividad no sólo como un legitimante de la actuación. (Grossi en Alsina 2005)

Taufic (1976) por otro lado señala que la realidad existe de forma objetiva, independiente del sujeto, pero que no siempre el reflejo de la realidad hecho por los medios es verdadero o fiel y hace una distinción entre objetividad y neutralidad cuando afirma que mientras “la primera es deseable, la segunda es imposible”. (Taufic en Alsina)

Gouldner (1978) enuncia que el objetivismo es un discurso que enfoca unilateralmente el objeto, pero oculta al sujeto hablante e ignora la influencias del discursos del sujeto sobre la construcción social del objeto.

En la búsqueda de una salida a la crisis de la objetividad como concepto, Bechelloni (1982) plantea que la objetividad no existe pero sí una tendencia hacia ella. Sitúa de este modo la objetividad como un problema de la voluntad del individuo.

Según Marletti (1982), la objetividad “es el resultado que sólo se puede conseguir gracias a un preciso empeño profesional, a la comprensión de los hechos y a la evolución tendencial de los mismos en la relación entre la experiencia y la memoria colectiva”. (Marletti en Alsina 2005)

Puedo afirmar entonces que la objetividad como concepto es deseable, pero en la práctica solo podemos hablar de honestidad y profesionalidad. La subjetividad siempre estará implicada en los trabajos periodísticos y la imparcialidad y neutralidad son por completo imposible.

En cuanto a si la opinión es libre, no. Los medios de comunicación siempre responden a un poder, ya sea estatal o privado, con intereses e ideologías definidas a las que debe acogerse el periodista.

2-Los teóricos coinciden en apuntar que un acontecimiento por sí mismo no es nada. Los hechos no tienen existencia, salvo para sus protagonistas directos e indirectos y solo cuando son seleccionados y elaborados por los medios de comunicación de acuerdo con normas y valores socialmente determinados, los hechos pasan a formar parte de la realidad social.
a) ¿Cómo influyeron los procesos de construcción de la noticia en la actualidad periodística del caso de Elián González?

Comenzaré diciendo que la noticia es una institución de carácter social. La construcción de la realidad se asienta en la selección de los hechos, como materia prima, que van a constituir la noticia a partir de situaciones y personajes que servirán de base para la narración del discurso periodístico en sus diversos géneros en correspondencia con la línea editorial del órgano de prensa en cuestión y los intereses que representa.

Alsina (2005) plantea que la noticia no es el hecho mismo sino la percepción que de este tiene el reportero, planteando al periodismo como una mediación.

El proceso de producción noticiosa comienza con la selección del acontecimiento periodístico por parte de los medios de comunicación masiva. Para ello se utilizan diversos criterios de selección o valores noticia en dependencia de las especificidades del medio en cuestión y de los destinatarios del mensaje periodístico. La selección de las fuentes periodística y los géneros para la elaboración del texto periodístico influyen también en la construcción de la realidad que hacen los media.

La noticia es el producto de una institución social, es el producto del profesionalismo donde el periodista se arroga el derecho de interpretar lo que ocurre cada día a los ciudadanos y otros profesionales. Por tanto, Alsina (2005) resume que la noticia no es un reflejo de la realidad sino la construcción que de la misma hacen los medios, es el acabado de un proceso productivo.

Heriberto Cardoso, por su parte, agrega que “no es el hecho o el acontecimiento, sino el relato, la comunicación, la exposición o la explicación del hecho, el género periodístico por excelencia”. (Cardoso en Alsina, 2005)

Podemos decir, entonces, que la actualidad periodística, como producto que se ofrece a los receptores, está influenciada por la subjetividad de los periodistas que la elaboran.

Sin embargo, Schramm (1982) señala que “si conceptuamos la ‘actualidad’ no ya como todo lo que sucede en el mundo sino únicamente como los acontecimientos a los que tienen acceso los mass media, aún así la ‘actualidad’ transmitida en forma de noticias no es más que una pequeña parte de estos acontecimientos”. (Schramm en Alsina 2005)

Aún así, dice Alsina  (2005), todos nos vemos obligados a acceder al conocimiento de cierto entorno a través de esa ‘actualidad’.

Por otro lado, en el estudio del hacer comunicativo del discurso periodístico informativo, hay que tener en cuenta que nos encontramos ante un discurso social inserto en un sistema productivo con características propias. Debe recordarse que la construcción de la noticia es un proceso de tres fases: producción, circulación y consumo.

Los periodistas son, ciertamente, constructores de la realidad social pero además, plantea Alsina  (2005), dan una forma de narración a esta realidad y difundiéndola, la convierten en una realidad pública sobre el acontecer diario.

En ese sentido, Veron (1981) plantea que “los mass media son los que crean la realidad social. Los acontecimientos son conocidos gracias a los mass media y se construyen por su actividad discursiva”. Y termina afirmando de forma categórica que “en nuestra sociedad son los mass media los que producen la realidad social”. (Veron en Alsina 2005)

Concluye entonces Alsina  (2005) que de esta manera “el proceso de la construcción de la realidad social depende enteramente de la práctica productiva del periodismo”.

Sin embargo Berger y Luckmann (1979) plantean que la noción de construcción social de la realidad se sitúa al nivel de la vida cotidiana en la que se da, sin embargo, un proceso de institucionalización de las prácticas y los roles.

Completa Alsina (2005) este planteamiento cuando afirma que los periodistas tienen un rol socialmente legitimado e institucionalizado para construir la realidad social como realidad pública y socialmente relevante. Alsina continua diciendo que “no debe olvidarse sin embargo, que este proceso de construcción social tiene en cuenta no sólo al proceso de producción sino también a la circulación y el reconocimiento”.

Por otro lado, De Fleur y Ball Rokeach (1982) apuntan que el grado de contribución de los media a la construcción de la realidad social del individuo está en función de la experiencia directa con los fenómenos y de la dependencia de la información de los medios sobre estos fenómenos.

Alsina (2005) también plantea que un elemento fundamental en la construcción social de la realidad que hacen los medios es el temario o agenda setting. Otra forma de influir en la actualidad periodística es la selección de un hecho noticioso para su inclusión en la agenda temática de los media. Alsina  (2005) sostiene que “lo que no aparece en los medios difícilmente aparecerá en el temario público”.

En ese sentido McCombs (1976) señala que “si los medios no nos dicen nada sobre un tema o un acontecimiento, en la mayoría de los casos simplemente no existirá en nuestro temario personal o en nuestro espacio cotidiano”. (McCombs en Alsina 2005)

Wolf (s/a), dentro de su estudio sobre la agenda setting de los media indica que la conexión entre los criterios de importancia aplicados por los media, el umbral de visibilidad de los temas y los efectos de agenda diversamente articulados como resultado de la relación entre los dos anteriores se evidencia mediante la denominada tematización.

Entiende Wolf (s/a) por tematización de un problema a su colocación en el orden del día de la atención del público, concederle la importancia adecuada, subrayar su centralidad y su significatividad respecto al curso normal de la información no tematizada.

Rossiti (1982) afirma que su función es “seleccionar ulteriormente los grandes tema sobre los que concentrar la atención pública y movilizarla hacia decisiones. Lo que por tanto distingue a un tema de un acontecimiento o de una clase de acontecimientos a la que ya le haya sido asignada importancia y mayor interés comunicativo es, en esta acepción, no sólo el recoger una serie de acontecimientos en la indicación de un problema que tenga significado público y que reclame una solución (o decisión)”. (Rositi en Wolf s/a)

Otro elemento que Alsina  (2005) considera fundamental en el proceso de producción informativa son las fuentes y afirma que la relación entre acontecimiento-fuente-noticia es esencial para la comprensión de la construcción social de la realidad informativa.

Podemos concluir entonces que el proceso de construcción de la noticia por parte de los medios de comunicación mediante la tematización del tema, el uso de los criterios de selección (valores noticia), la determinación de la fuentes periodísticas y el empleo intencional de los géneros periodísticos, influyen de manera directa sobre el producto noticioso que se le brinda al público, construyendo así la actualidad periodística del tema mediante una imagen que no representa un reflejo de la realidad sino una construcción social de la realidad hecha por los media.

Específicamente la actualidad periodística del caso Elián a través del seminario Girón, de Matanzas, podemos decir que existió una tematización del tema, que se mantuvo durante siete meses en la agenda temática del medio de forma permanente.

Podemos hablar de los valores noticia empleados, que influyeron en el producto comunicativo de manera directa, la importancia y el interés humano como criterios de selección determinaron trabajos periodísticos de gran efectividad, pues según plantea Alsina  (2005), “la efectividad del discurso periodístico está en el hacer saber (informar) aunque también pueden hacer creer y hacer sentir”. Esto también se vio fortalecido por la selección y el uso de las fuentes periodísticas que se vincularon estrechamente con los criterios de selección al corresponderse las fuentes institucionales con la importancia y la novedad principalmente y las fuentes espontáneas con los valores de proximidad e interés humano.

Todo esto complementado por la determinación y el empleo de los géneros periodísticos en aras de lograr productos comunicativos atractivos y que cumplieran con la intencionalidad de los mensajes.

3.-La autora suscribe el criterio de no pocos especialistas de que “el periodismo recoge varios géneros divididos en dos grandes vertientes o ramas: el periodismo informativo y el de opinión”.

a) ¿Para usted no es válida la propuesta del periodismo interpretativo?

Los orígenes de este tipo de periodismo se remontan a los finales de la Primera Guerra Mundial, con la aparición del llamado timestyle, en 1923 y se pone en vigencia un nuevo modo de periodismo propuesto por Briton Hadden y Henry Luce, quienes dieron vida al semanario Time bajo la consigna de que los lectores obtuvieran las claves de los acontecimientos relatados, junto con una clara explicación de los hechos, con un nivel más profundo, buscando su sentido histórico social.

Podemos afirmar que el surgimiento del periodismo interpretativo se corresponde con una real y creciente necesidad del hombre moderno de comprender los hechos y no ser sólo informado de los acontecimientos.

Al respecto, Concha Fagoaga (1982) comenta que el periodismo interpretativo proviene de la difusión que hicieron las escuelas norteamericanas de periodismo, diferenciando un tipo de mensajes que ya no se codifican conforme al relato objetivo de los hechos, pero que a su vez se distancia de lo editorial. Y señala que “los periodistas no sólo reproducen lo que ven y oyen, ejercen también una investigación sobre lo acontecido porque los hechos no se producen descontextualizados de una situación económica, social y política concreta. Los hechos no surgen aislados de una realidad más amplia, se insertan en ella…” (Fagoaga en Valdés, 2007)

Santibáñez (1983) presenta una visión similar al expresarse sobre este estilo cuando afirma que “interpretar, desde el punto de vista periodístico, consiste en buscar el sentido a los hechos noticiosos que llegan en forma aislada. Situarlos en un contexto, darles un sentido y entregárselo al lector (o auditor) no especializado”.

Para Martínez Albertos (1983), los géneros interpretativos están matizados por su carácter híbrido, pues se encuentran entre la información y la opinión.

Santibáñez (1983) coincide al apuntar que “el periodismo interpretativo se sitúa, de alguna manera, en un punto intermedio entre la opinión pura y la información aséptica y objetiva”.

Lester Markel profundiza más en el tema al señalar que “la interpretación es un elemento esencial de la parte informativa de un periódico. La opinión, por el contrario, debe ser confinada, casi religiosamente en la sección editorial”. (Markel en Martínez Albertos 1983)

En este sentido, Martínez Albertos (1983) agrega que “la interpretación no es opinión: es información en un segundo nivel de mayor profundidad y documentación respecto al simple relato objetivo”.

Por otro lado, Fagoaga (1982) parte del punto de vista de que “generalmente los mensajes interpretativos no aportan relación de acontecimientos inéditos (…) los hechos no son suficientes por lo que el proceso de elaboración se inicia a partir de unos hechos que se han difundido con anterioridad como mensajes informativos directos”. (Fagoaga en Valdés 2007)

Martínez Albertos (1983) amplía esta idea al agregar que la operación lingüística no va directamente del hecho al relato. El periodista actúa ya sobre una considerable cantidad de relatos previos que han dado cuenta valorativa de un mismo hecho. Cada noticia es el resultado de un acontecimiento objetivo al que se ha añadido una suma de diversas valoraciones acumuladas a lo largo de todo el proceso de elaboración del relato en su versión última añadiendo además antecedentes, documentación y análisis.

El venezolano Enrique Castejón también señala dos dimensiones en los mensajes de tipo interpretativo clasificándola de analíticas: explicativa y descriptiva.

La primera “busca básicamente darle sentido al espectro informativo en torno a un caso determinado” y de la segunda “se espera no sólo ubicar en su contexto a un suceso o problema, sino también en estimar las posibles consecuencias”. (Castejón en Valdés 2007)

Podemos decir, entonces, que el periodismo interpretativo no es información en el sentido tradicional más estrecho porque no se limita a dar cuenta de un hecho o acontecimiento sino que trata de profundizar y explicárselo al lector, incluyéndolo dentro de un marco de referencia más amplio o contexto y señalando sus raíces y eventuales proyecciones. Tampoco es opinión porque en esencia trata de que la afirmaciones que se incluyan tengan respaldo, sean atribuidas a personas con autoridad para emitirlas y no sean simples comentarios desde el punto de vista personal o ideológico del autor.

Por otro lado para Concha Fagoaga (1982) “el primer elemento (…) es la referencia a unos hechos de actualidad, la cual determina la presencia de los otros elementos del relato: el background, datos antecedentes que proporcionan una situación de fondo; el análisis, datos que intentan valorar los hechos referidos; y por último la valoración, datos estimativos que intentan prever consecuencias a las que los hechos conducen”. (Fagoaga en Valdés 2007)

Una de las formas más empleadas para la construcción de un mensaje interpretativo está estructurada en el siguiente orden: hecho principal, background, reacciones, análisis, valoraciones del periodista.

Para algunos autores, el mayor peso de la información en el cuerpo del relato, va sobre los hombros del background. Mitchel Charnley lo define como “todo material subyacente o circunstancial relacionado con el hecho que origina la noticia”. (Charnley en Valdés 2007)

El objetivo principal del background es contextualizar al lector en lo referente al acontecimiento, no determina el significado del hecho pero brinda herramientas para su mejor comprensión por parte del lector. Es el pie forzado para estimar y analizar los resultados, es el enlace entre los sucesos pasados relacionados con el tema en cuestión y su desarrollo presente”.

En el caso de los antecedentes, varios autores lo definen como par del background. Para Concha Fagoaga (1982) es el mismo concepto y Martínez Albertos (1983) lo ubica como parte del background, aunque queda claro que los antecedentes hacen referencia a hechos anteriores relacionados de forma directa con un tema de actualidad.

Por lo general, la presentación de los antecedentes no lleva consigo análisis ni valoraciones. La información puede ser resultante de declaraciones de las fuentes o la investigación propia del periodista.

El objetivo de su utilización es brindar a los lectores datos vitales para la comprensión del hecho. Los antecedentes son utilizados también por el estilo informativo aunque con una función diferente a la del interpretativo. En el informativo aparecen por lo general en los últimos párrafos o después del lead.

No se deben perder de vista las respuestas originadas en los lectores, fuentes, personas o instituciones objeto de las noticias según sus interpretaciones. Es claro que los periodistas deben poseer un alto grado de profesionalidad. Es poco frecuente que se hagan públicos trabajos, que revisados en reiteradas ocasiones, den pie a decodificaciones aberrantes.

Por lo general las actitudes generales por una determinada interpretación son previstas por los medios y los periodistas. En el estilo interpretativo están presentes rasgos subjetivos e ideológicos del periodista.

Para atenuar las posibles consecuencias se aprovecha al máximo el recurso de la fuentes autorizadas (citas de expertos, autoridades o institucionales), testigos del suceso en cuestión o personas implicadas en el mismo.

De aquí que los periodistas sean tan cuidadosos a la hora del análisis y la valoración. Fagoaga (1982) cita a Paul White quien define el análisis como “la presentación de los antecedentes y de todo material tangencial que permita al lector llegar a sus propias conclusiones una vez en poder de los elementos de juicio necesarios”. (Fagoaga en Valdés 2007)

Por su parte, Charnley define valoración como “la explicación personal y subjetiva de lo que una persona cree que la noticia significa”. (Charnley en Valdés 2007)

Fagoaga (1982) resume que “el análisis sería una explicación objetiva basada en el conocimiento a fondo de una situación y la valoración, por el contrario, sería un juicio subjetivo”. (Fagoaga en Valdés 2007)

El estilo interpretativo no pretende ser objetivo, al menos de la misma manera que el informativo, ni impersonal. Esto es prácticamente imposible cuando el periodista emite criterios valorativos donde están  implícitos rasgos de subjetividad. Todo mensaje que se construye con el propósito de relacionar hechos mediante el análisis lleva incluida la valoración aunque sólo se explicita con la aparición de elementos de juicio emitidos por el periodista, incluso hecho con la mayor discreción posible.

De cualquier manera, los elementos valorativos están presentes en la lógica del análisis que es producto del uso del background.

En este sentido Santibáñez se pregunta: “¿Cuál es la razón que hace del periodista interpretativo una especie de semidiós, autorizado a decir a los públicos cuáles son los verdaderos significados de los hechos?” (Santibáñez en Martínez Albertos 1983).

Martínez Albertos (1983) coincide luego con él al decir que sólo existe una razón: “la valía profesional de cada uno. El periodista bien capacitado profesionalmente, el que acierta una y otra vez en la formulación adecuada de los puntos de vista de sus relatos interpretativos, ese contará con la confianza de los lectores”.

Y más adelante agrega que “lo que se dice de un profesional aisladamente, vale todavía más para el equipo humano que constituye el periódico”.

Por otro lado, Santibáñez (1983) se preocupa por establecer las diferencias entre el Nuevo Periodismo y el periodismo  interpretativo. En ese sentido afirma que “esencialmente se trata de un problema de estilo” y explica que mientras el primero “tiene el ritmo y la organización de una novela”, el segundo “no abandona jamás la tierra firme de la investigación y la organización periodísticas”.

Para contextualizar el Periodismo Interpretativo desde su especificidad cubana, quisiera comentar que a pesar de que se ha logrado crear una clara conciencia de la necesidad del uso de este estilo, aún existe en una gran parte de los profesionales del periodismo un notable apego por el estilo informativo tradicional.

También en su trabajo “Interpretar los sabores y olores de la vida misma”, Iraida Calzadilla (2007) apunta que los principales obstáculos para la definitiva inserción del estilo interpretativo en nuestros medios pueden estar dados por la premura con que se trabaja, la falta de espacio y las decisiones de editores que prefieren generalmente lo expedito e instantáneo.

En el caso específico de Girón, podemos afirmar que durante el tratamiento periodístico que este medio de comunicación le brindó al tema del secuestro de Elián González, encontramos la ausencia absoluta del género o estilo interpretativo. Por diversas razones que van más allá del marco de la investigación que desarrollamos, pero que asumimos que se corresponden con las planteadas por Iraida Calzadilla (2007) y que mencionábamos anteriormente.

En consecuencia, podemos concluir que esta carencia fue en detrimento de la calidad de la información que se le brindó a los receptores por parte de este medio de comunicación, en particular partiendo del mismo concepto que se hace del estilo interpretativo y su importancia a la hora de armar a los destinatarios del mensaje periodístico de las herramientas necesarias para contextualizar e interpretar los hechos que acontecen en la sociedad.

Bibliografía:

Batalla por la liberación de Elián González. Editoriales, comentarios, mensajes y notas oficiales publicadas en los periódicos Granma, Trabajadores y  Juventud Rebelde, entre el 28 de noviembre de 1999 y el 3 de julio del 2000. Editorial Política, La Habana, 2000.

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GONZÁLEZ CONSUEGRA, Osmaira (s/a). La interpretación: mirada contemporánea a los géneros. Disponible en URL: http://www.latecla.cu/bd/dentro/interpretacion_osmaira.htm Consultado: 25 de junio de 2009.

MARTÍNEZ ALBERTOS, José Luis (1983). Curso general de redacción periodística. Editorial Mitre, Barcelona. 1983.

RODRIGO ALSINA, Miguel (2005). La construcción de la noticia. Editorial Paidós, Barcelona, 2005.

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VALDÉS, Alain (2007). Carrera por la noticia. Tesis de Licenciatura. Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana, Cuba. 2007.

WOLF, Mauro (s/a). La investigación de la comunicación de masas. Editorial Pablo de la Torriente, La Habana, s/a.

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