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Isla al Sur

A BORDO DE UNA GALERA TURCA

A BORDO DE UNA GALERA TURCA

Se cumplen 44 años del Centro Nacional de Investigaciones Científicas.

VIVIAN SÁNCHEZ,
Asesora de la Televisión Cubana,
Cortesía para Isla al Sur.

…Cuando nació apenas tenía yo 9 años. Conocí de su existencia cuando mis pasos se enrumbaron a su quehacer. Entonces sus conquistas ya eran noticias…Nuestro primer encuentro ocurrió en los tiempos de desandar pasillos universitarios, en la época que muchos de mi generación ansiaban convertirse en aprendices de esa nave que sembraba ciencia. 

El día que crucé el umbral de su majestuosa edificación, firmamos un pacto que permanecerá vigente por siempre: él me entregaría la mejor enseñanza… la mayor realización, yo formaría parte de la incontable tropa que integró su amplia tripulación y que en él dejó sus huellas. No exigió nada más a cambio. Hoy, me abre nuevamente sus puertas… yo le rindo homenaje…le entrego mi mejor recuerdo, ese que me permite evocar sus logros en los primeros 44 años de fructífera vida.

Su atípica arquitectura siempre fue enigmática… Algunos especialistas compararon su diseño con una galera turca con sobresalientes remos de hormigón. Así salió a navegar hace más de cuatro décadas muy lejos de todo el bullicio capitalino. Su estatura blanca, gigantesca, descolló en el apacible paisaje circundante. Inconforme con su soledad mantuvo rumbo, pero dejó subir a bordo a muchos remeros dispuestos a dirigir el timón hacia esa aventura llamada ciencia.

Desde hace más de veinte años el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC) plantó bandera en la formación de generaciones de científicos. Sus resultados, hallazgos, y múltiples aportes a la labor científica del país lo convirtieron en “El padre de la ciencia cubana”. Subamos a cubierta y descubramos el por qué, ahora que arriba a un nuevo aniversario.    
 

Navegando se aprende…

El CNIC nació el 1 de julio de 1965 como entidad autónoma nacional por decreto presidencial, y como paladín de un movimiento promovido por el líder de la Revolución, Fidel Castro, cuando afirmó que “el futuro de Cuba tenía que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia, de hombres de pensamiento…”

Sus primeros esbozos no estuvieron exentos de dificultades. Corría la década de los sesenta y el país no disponía de escuelas formadoras de técnicos especializados. Sin embargo, el montaje de sus laboratorios de Bioquímica, Genética, Radioquímica y Química, entre otros, requería de sabias soluciones.

Así surgió la convocatoria. Al llamado acudieron jóvenes sin experiencia alguna en la actividad, pero decididos a convertirse en grumetes de la naciente embarcación. Una selección rigurosa, seguida de intensos cursos teórico-prácticos impartidos por reconocidos marineros de experiencia, permitió la entrada en cubierta de lo que hoy puede denominarse la tropa de técnicos empíricos del CNIC, “buque insignia de la ciencia cubana”, calificativo asignado por el ilustre maestro Gaspar Jorge García Galló

Su excelente preparación, el nivel de motivación logrado, la exigencia sistemática y los desafíos que enfrentaron los convirtieron en navegantes capaces de abordar cualquier tarea en cada proyecto investigativo… Muchos continuaron estudios superiores.

Otras generaciones siguieron los pasos de los técnicos empíricos. Nos lo cuenta Elena Martí, técnico del área de Biotecnología, con 36 años de vivencias en la institución.

“Aunque tenía formación como tecnólogo químico orgánico, el propio trabajo me obligó a superarme en cursos promovidos por la dirección de posgrado, no solo en los afines con las investigaciones, sino también de idiomas, economía y computación”.

Refiere, además, que la superación  promovida por el CNIC le permitió la posibilidad de publicar y presentar resultados en eventos, tal y como lo hace cualquier graduado universitario, y que todas esas opciones fomentan en los trabajadores un sentido de pertenencia al centro.

“La colaboración multidisciplinaria es algo que siempre se ha mantenido. En la actualidad, mi departamento colabora con el Centro de Productos Naturales (CPN) en la extracción de principios activos para luego ser evaluados con fines biomédicos”.

Experimentados remeros

Graduada de Ingeniería Química, Doctora en Ciencias y con casi 40 años de trabajo en el CNIC, Leila Cabrera dice que desde sus inicios el centro fue interdisciplinario, existía en él un amplio diapasón de temáticas y de especialistas con diversa formación, que abordaban cada nuevo proyecto de investigación en colectivo.

“Ingresé ante el llamado que se realizó a los egresados de mi especialidad para fortalecer la producción de alimentos. Así fue como surgió la rama de Bioingeniería, área que desde sus inicios logró resultados aplicados a la producción y la industria, pero que además garantizó una formación de excelencia a sus especialistas.”

Leila considera que aquella etapa inicial resultó muy importante, pues en ella se dieron los primeros pasos para aplicar el ciclo completo, desde la fase investigativa hasta su comercialización.

El velero no dejó de enarbolar nuevos gallardetes y atracó con un nuevo plan de formación para los jóvenes. Tomás Moreira, Director de la División de Capital Humano y Relaciones Internacionales, con una trayectoria de 39 años en el CNIC, relató el nuevo proyecto docente de la institución, dirigido a técnicos de centros del Polo Científico.

“El proyecto contempla tres carreras: Ingeniería Informática, Ingeniería Química y Licenciatura en Farmacia. Para inscribirse, los aspirantes deben transitar por un curso de nivelación y luego realizar las pruebas de ingreso, como todos los interesados en cursar carreras universitarias. Tiene como objetivo principal el anclaje de técnicos con perfiles afines a las temáticas que se abordan en los centros del Polo. En el curso que culmina en el 2009 se graduarán los primeros cuatro ingenieros informáticos que han transitado por este nuevo plan de formación”.   

El también Ingeniero Químico y Doctor en Ciencias reitera que en sus 44 años de vida el CNIC ha tenido dentro de sus resultados más relevantes la gestación de centros y apoyo al surgimiento de otros, dentro de los que pueden mencionarse el Centro de Sanidad Agropecuaria, el de Investigaciones Biológicas y el de Ingeniería Genética y Biotecnología, además de la preparación de recursos humanos que ya sobrepasa la cifra de 25 mil especialistas.

Astilleros seguros

El ascenso inicial al galeón estuvo encabezado por un grupo de médicos convocados a la investigación. Luego se unieron a la tripulación ingenieros y químicos. Pero todos ellos necesitaban apoyo. Así, en 1970 surgieron los talleres del CNIC, otro proyecto que ha combinado durante estas cuatro décadas la labor de mantenimiento con la construcción de instrumentos de laboratorio.

Esa área constituyó un verdadero soporte a la tarea principal de la institución, pero es, además, un ejemplo de colaboración e integración. Departamentos como el del vidrio y el plástico son verdaderas leyendas en la historia del centro.

Así lo reitera Domiciano Rosendo Ruiz, quien se unió como electricista hace 42 años a la productiva tropa. “Gracias al desarrollo promovido en los talleres, hoy y desde hace algunos años, se comercializan equipos de laboratorio con calidad”, afirma.

Después agrega que el CNIC tiene el logro de la formación intelectual, pero cada joven que ingresa en el área de mantenimiento desarrolla habilidades manuales; se prueba como plomero, electricista, albañil, mecánico. Muchos de los que entraron como obreros hoy son ingenieros y así se unieron con más calificación a brindar servicios a esa área.

Algunos de los equipos construidos en los talleres optimizaron resultados científicos, otros representaron novedades o sirvieron de arranque para la creación de instituciones especializadas como el Centro de Inmunoensayo o el de Neurociencias, y colaboraron en la creación de otras dependencias como el Centro de Investigaciones del Ozono o de áreas de investigación y desarrollo dentro de la misma institución como la encargada del Diramic.   

Relevo en la proa

“Soy el resultado profesional de los experimentados investigadores que me anteceden, he ido retomando de cada uno de ellos sus enseñanzas y consejos más oportunos, a ellos les debo mi actual formación”, así afirma Sarahí Mendoza, investigadora del CPN y una de las más jóvenes Doctoras en Ciencias del CNIC.

Graduada en 1998 de Licenciatura en Farmacia, Sarahí recuerda que comenzó como estudiante en la institución, periodo que le ofreció como fruto su tesis de diploma en un tema vinculado con el Policosanol (PPG), uno de los principales resultados del centro en los últimos años.

“Entrar aquí significó para mí dar continuidad a las aulas, solo cambiaron mis profesores”, destaca Sarriá y añade que “la motivación por lo que estás investigando te invita a seguir superándote. Mi plan de formación y posgrado, así como los resultados de trabajo me permitieron que alcanzara el grado científico en el 2006, con la evaluación farmacológica de un producto con potencialidad como suplemento nutricional, obtenido a partir de la cera de la caña de azúcar.

“La carrera está en marcha, debe continuar. Todo mi camino abonado por los más experimentados ahora sirve a quienes comienzan, como ocurrió con el Centro de Productos Naturales, que acopió y aplicó las enseñanzas de la institución que lo engendró”.

Lo que bien se aprende

Un refrán popular dice “lo que bien se aprende nunca se olvida”. Siempre que se menciona al CNIC, se reitera su innegable papel en la formación de científicos cubanos. Cabe preguntarse: ¿A qué se debe ese trascendental logro?

Todos los que navegamos en él recibimos de su cartilla elementos claves: disciplina, rigor, exigencia y tenacidad, respeto a los más curtidos y a la tarea asignada en cada momento. En su día a día lograba mezclar camaradería, pero con aliento y ritmo para avanzar, siempre en colectivo. Su sentido de pertenencia se alimentó en cada proyecto, jornada o resultado terminado. Quizás en cada uno y a la vez en todos esos ingredientes está la receta del CNIC desde su primer día, ahí pueden estar las semillas cultivadas a lo largo de su historia.

Recuadro:

Referentes necesarios

"El futuro de nuestra Patria tiene que ser, necesariamente, un futuro de hombres de ciencia, de hombres de pensamiento". Frase del líder de la Revolución, Comandante en Jefe Fidel Castro, en su histórico discurso el 15 de enero de 1960, durante la celebración del vigésimo aniversario de la Sociedad Espeleológica de Cuba, en el recinto de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana y razón por la que haya sido designado el Día de la Ciencia cubana.

Gaspar Jorge García Galló. Doctor en Ciencias Filosóficas y Profesor de Mérito. Extraordinario revolucionario. Fue asesor de diversas instituciones y del Comité Central sobre temas filosóficos. Estuvo vinculado durante varios años al CNIC como profesor principal de cursos de posgrado de Filosofía. Murió en La Habana en 1992.

Centro de Sanidad Agropecuaria (CENSA). Constituido en 1969 es una institución que tiene como misión contribuir a preservar y elevar la sanidad animal, vegetal y humana. Sus instalaciones diseñadas con tecnologías agropecuarias de avanzada permiten el desarrollo de proyectos de investigación y desarrollo con el objetivo de insertar nuevos productos en el mercado mundial. Se encuentra ubicado en San José de las Lajas.

Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología. Institución científica cubana fundada en 1986 con alta capacidad científico técnica y elevado nivel de investigación, desarrollo, producción y comercialización de productos biológicos obtenidos por métodos biotecnológicos modernos. Sus resultados son aplicados a la salud humana, las producciones agropecuarias, acuícolas y al medio ambiente.

Centro de Inmunoensayo. Se inaugura en 1987 y nace de un grupo de investigadores del área de Biomedicina del Centro Nacional de Investigaciones Científicas. Fue la primera institución del país dedicada a fabricar equipos con la capacidad de calcular automáticamente los resultados. Dentro de sus objetivos se ha mantenido la de desarrollar metodologías de diagnóstico con reactivos, equipamientos y sus softwares para detectar diversas enfermedades, con potencialidad para realizar pesquisajes en la población con fines de prevención.

Centro de Neurociencias. Fundado como institución independiente el primero de enero del 2005. Sus inicios se remontan al Departamento de Neurofisiología en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas cuya misión era introducir métodos cuantitativos y la computación en el análisis de la actividad eléctrica espontánea y evocada del cerebro. Por su notable desarrollo se crea en 1982 la Dirección de Neurociencias del CNIC con el objetivo de introducir las tecnologías diseñadas en el Sistema Nacional de Salud. En 1990 y hasta su creación como centro se desarrolla como unidad científico productiva del CNIC, tiempo durante el cual aplicó tecnologías avanzadas para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades del cerebro.

Centro de Investigaciones del Ozono. Dependencia científica del Centro Nacional de Investigaciones Científicas. Fundado el primero de mayo de 1994. Dirige los estudios y aplicaciones del ozono en todo el país. Además de sus laboratorios y áreas de apoyo a la investigación cuenta con dos clínicas, una nacional para el desarrollo de protocolos de investigación dedicados a la ozonoterapia y una que ofrece servicios de Turismo de Salud. Además posee una planta para la producción de aceite de girasol ozonizado de uso tópico (OLEOZÓN), medicamento registrado para el tratamiento de la epidermofitosis.

DIRAMIC: Producto biotecnológico cubano introducido desde los inicios del año 2000 en la red de centros asistenciales del país. Es un sistema que permite detectar la sensibilidad antimicrobiana en 4 horas y diagnosticar la infección urinaria.

Policosanol (PPG). Producto obtenido a partir de la cera de la caña de azúcar con propiedades hipolipemiantes y otros efectos beneficiosos para la salud cardio y cerebro vascular. Reconocido como uno de los logros relevantes del CNIC, se comercializa con varios países del mundo. 
 

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