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Isla al Sur

EL INDIO DE SIERRA MAESTRA

EL INDIO DE SIERRA MAESTRA

Roberto Pavón, Arnaldo Clavel  y Miguel Ángel Gaínza evocan a un maestro en el arte del reportaje, magnífico entrevistador,  revolucionario  y amigo: Rolando Castillo Montoya, Premio Nacional de Periodismo José Martí (1999).

YESIKA QUESADA PANTOJA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
 Universidad de La Habana.
      

“¡Cuca prepara la cafetera que viene visita!” Estas serían las primeras palabras de Rolando Castillo Montoya, el Indio, como le llamaban sus amigos y familiares más cercanos al ver que algún conocido venía subiendo la lomita que conduce a la casa donde vivió los últimos años de su vida, y que convirtió en gigantesca biblioteca cuando no tuvo dónde más poner sus libros.

Este paradigma de la prensa nacional nació el 3 de febrero de 1924 en Palmarito de Cauto, actual municipio Mella, en la provincia de Santiago de Cuba. Estudió en la Escuela de Periodismo Mariano Corona Ferrer y comenzó su carrera colaborando en los periódicos Ya, Juventud en Marcha, la Emisora CMKW y la revista Alma Mater. Por su colaboración en esta  última tuvo que marchar al exilio, en Miami, durante la dictadura de Fulgencio Batista. En esa ciudad fue miembro de la redacción de las publicaciones Sierra Maestra en el exterior y  Diario de las Américas.

Regresó a Cuba con el triunfo de la Revolución, el primero de enero. Integró la redacción de Surco. Un año después, en 1960, trabajó como corresponsal del periódico Sierra Maestra en Holguín y a partir de 1963 en Santiago de Cuba.

Junto a otros compañeros fundó la Unión de Periodistas de Cuba, fue profesor del género de reportaje en el Curso de Corresponsales Pablo de la Torriente Brau durante varios años y ostentaba al morir el Premio Nacional de Periodismo José Martí (1999) y la Réplica del Machete de Máximo Gómez. Muchos lo consideran un cronista del proceso revolucionario porque escribió notablemente sobre  la Revolución.

La Editorial Oriente publicó varios de sus libros sobre la lucha insurreccional, entre ellos, Clandestina, Proezas de Camilo Cienfuegos, y la novela  Uvero, primer libro impreso por esa editorial.

Durante una charla con Roberto Pavón Tamayo, amigo y compañero de Castillo, contó una anécdota impactante de cuando trabajaban en la corresponsalía de Sierra Maestra, en Holguín: “Lo enviaron a Cueto -poblado situado a una hora de viaje desde la ciudad- a cubrir un incendio provocado por una banda de contrarrevolucionarios de la zona, el cual había destruido varias casas.

“Allí nadie sabía quién era ese hombre de piel cobriza, mirada penetrante, andar pausado y voz firme. La población, irritada por lo sucedido, llevó a Castillo a la Estación de Policía; algunas personas lo escupieron y pedían que fuera linchado. Cuando logró comunicarse con la redacción y explicó lo ocurrido, fuimos a buscarlo enseguida. No imaginábamos que el pueblo reaccionaría de esa manera.

“Fui uno de los primeros en hablar con él, estaba lleno de fango, le aconsejé: ‘Báñate, cámbiate y después escribe. A eso te enviaron’. Adoraba escribir y lo hacía con excelencia. Era muy laborioso y dedicado a esta profesión.

“Por todas sus cualidades, durante el tiempo de mi traslado desde el periódico de Santiago para el de Holguín, ocupó mi lugar en la redacción”.

El director de Sierra Maestra, donde Castillo trabajó durante más de 25 años, Arnaldo Clavel, expresó: “Con él compartí grandes momentos de mi vida. Era de mediana estatura, cabellos blancos y lacios. Un profesor magnifico, serio y a su vez jaranero, humilde y sabio. Especialista en reportaje, magnifico entrevistador, supo ser maestro y amigo, le agradezco todas las enseñanzas que me transmitió.

“Poseía una extraordinaria memoria sobre asuntos vinculados con la historia, aunque olvidaba otros más recientes. En varias ocasiones ocurrió que por la mañana llegaba al periódico en su carro y al terminar la jornada, se marchaba para su casa a pie. Lo recuerdo, rodeado de jóvenes discípulos ansiosos por aprender del maestro”.

-Clavel, ¿cuál es la temática principal

del libro sobre la clandestinidad?

Clandestina se refiere a las madres, hermanas e hijas que, impulsadas por su instinto maternal y su compromiso con la patria, ayudaban a los combatientes en la lucha de las ciudades y la sierra. La valentía de estas mujeres no puede ser olvidada.

-¿Qué  significado confiere a  la novela Uvero?

Es una mezcla de testimonio y reportaje. Su pequeño aporte al conocimiento de la historia de la última etapa del proceso de lucha por la liberación de nuestra patria. Aborda la vida de los pobladores de ese intrincado y antes de la Revolución olvidado paraje de nuestra geografía, donde muchos morían de enfermedades curables por la falta de un medio de transporte hacia Santiago. Aunque no participó en el combate ocurrido allí, describe magistralmente todos sus detalles.

-De Proezas de Camilo Cienfuegos

se dice que es la biografía más completa

hasta el momento del Señor de la Vanguardia.

¿En qué se apoyó su autor para escribirlo?

En los testimonios de las personas más cercanas a Camilo, aquellos que lo conocieron mejor, sus amigos, aunque no estén todos, pues un libro, en ese caso, sería insuficiente. Habla de la grandeza de un hombre convertido en multitud, esa es la mayor proeza que puede un ser humano realizar. Además, relata muchas de las epopeyas del comandante Cienfuegos.

El libro refleja cómo veía el pueblo cubano a uno de los más genuino ejemplos de liderazgo revolucionario y patriotismo. Al igual que Fidel, el Che y los demás paradigmas de nuestra lucha. 

En conversación telefónica con Miguel Ángel Gaínza, alumno y compañero de Castillo, autor de la mayoría de los artículos y entrevistas publicadas sobre este gran periodista santiaguero, comentó cómo lo conoció en 1969 y se desarrolló la amistad entre ellos, y las preferencias del amigo: leer y tomar café.

-Gaínza, ¿qué enseñanzas le transmitió Castillo?

Leer mucho, visitar la biblioteca a menudo, investigar todo lo posible del tema a tratar, mantenerme informado y observar minuciosamente todo a mi alrededor.

Siempre decía: “Para ser un buen periodista se debe tener buen ojo para los detalles. Si vas a realizar un reportaje sobre la  reconstrucción de la carretera Bayamo-Manzanillo describe cómo los camiones vacían el relleno, cómo los obreros musculosos lo esparcen hasta cubrir los baches y cómo las máquinas terminan de aplacar el asfalto. Hablaba como escribía, pasaba de un tema a otro con gran habilidad, sin que se perdiese el hilo de la conversación.

A veces salía del trabajo y pasaba por su casa a saludarlo con la idea de irme rápido y solo después de dos horas y de algunas tazas de café bajaba la lomita donde está situada la casa de Castillo. Esas charlas me servían de mucho, conversar largas horas con él era como pasar un semestre en la Universidad. Algo muy curioso ocurría durante mis visitas, comenzábamos en la sala y terminábamos en la cocina. En la conversación se incluía también Cuca, quien lo  ayudaba a recordar anécdotas, mientras cocinaba y nos hacía café.

-¿Cómo catalogaría el

periodismo que hacía Castillo?

Hoy se habla mucho del periodismo investigativo, para mí siempre ha existido y ese creo que era el tipo de trabajos que él hacía.

-¿Alguna anécdota que recuerde en particular?  

Sí, muchas, de Castillo y sus ocurrencias se podría escribir un libro. A su esposa en el año 1975, cuando la fiebre porcina, a la salida de Palma, en el punto de control la dejó abandonada y como a los dos kilómetros se acordó y regresó a buscarla.

Recuerdo que cuando me impartía clases se fue con el grupo para  una movilización en la costa norte. Después del almuerzo, bajo un árbol inmenso cerca del cañaveral, daba las clases.

Era un santiaguero ante todo, amaba su provincia. De niño vivió en algunos municipios, pues su papá trabajaba en los ferrocarriles. Nunca se vanagloriaba de haber escrito varios libros, lo veía como algo normal, era muy sencillo. En él era notable como, a pesar de que siempre andaba fuera de la provincia reportando, también se interesaba en los quehaceres del hogar y combinaba su trabajo con la crianza de los hijos; Cuca, a su vez, lo apoyaba mucho.

Escribía con gran pasión. Para Castillo la crónica era el principio de la emoción, el género periodístico que más se acerca a la literatura por el tratamiento evolutivo del lenguaje. En ella el periodista no conversa sino convence. Expresa la visión subjetiva y la emoción que su autor intenta y debe transmitir al lector.

Por otro lado, el  reportaje narra los hechos y le da a uno la posibilidad de resaltar los más importantes. Se desenvolvía muy bien en ambos. Decía: “Nunca se puede predecir la reacción del lector, pero con la práctica diaria y el esfuerzo diario, se llena la cabeza de ideas que ayudan a hacer un mejor periodismo.

-¿Sabe qué sentía Castillo por Sierra Maestra?

Sierra le permitió entrar en todas las casas y en los corazones de los santiagueros. La redacción era su segundo hogar. 

-Él fue uno de los fundadores de la Unión de

Periodistas de Cuba, ¿qué importancia

le confería a esta organización?

Necesitábamos en ese momento una organización que nos agrupara y representara a todos; su creación ha sido algo colosal y él le daba esa dimensión. Hoy podemos manifestar inquietudes y plantear grandes problemáticas ante una institución que responde a nuestros intereses.

En 2002 la muerte tomó por sorpresa a uno de los periodistas más destacados del proceso revolucionario, al que deberíamos leer para aprender de su manera de concebir el reporterismo. Un cronista de todos los tiempos. Hombre de valores morales excepcionales, inigualable reportero, comprometido con la obra de la Revolución. Supo poner en lo más alto su amor y vocación de periodista. Un cubano y santiaguero  que el pueblo llevará por siempre en la memoria y en el corazón. Ese fue y seguirá siendo Rolando Castillo Montoya, el Indio de Sierra Maestra.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación sobre los Premios Nacionales de Periodismo José Martí, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

Ficha técnica:

Objetivo central: Resaltar la labor periodística de Rolando Castillo Montoya, aspectos y características de su personalidad. El alcance  de sus artículos y libros  publicados y la influencia de esta personalidad en la prensa de nuestros días.

Objetivos colaterales: Conocer los trabajos que realizó, los libros que escribió. Dónde desarrolló la mayor parte de su labor periodística y  las opiniones de sus compañeros y amigos 

Tipo de entrevista:
Por los participantes: Colectiva.
Por su forma: Mixta.
Por su contenido: De personalidad.
Por el canal en que se obtuvo: Vía telefónica.

Tipo de titulo: Llamativo.
Tipo de entrada: Biográfica.
Tipo de cuerpo: Mixto.
Tipo de preguntas declaradas: 1-Directa. 2-De opinión. 3-Informativa. 4-Directa. 5-De opinión. 6-Abierta. 7-Abierta. 8-De opinión.
Tipo de conclusiones: De comentario del entrevistado.

Fuentes consultadas:
Roberto Pavón Tamayo, periodista, Premio Nacional de Periodismo José Martí (Amigo y compañero de trabajo).

Arnaldo Clavel, periodista y director del periódico santiaguero Sierra Maestra (Alumno y compañero de trabajo).

Miguel Ángel Gaínza, periodista del periódico santiaguero Sierra Maestra (Alumno y compañero de trabajo).

Internet:
http://www.cubaperiodistas.cu Premios Nacionales de periodismo. Consultado: Viernes 14 de noviembre de 2008.

¿Quién es quién en la prensa cubana? Consultado: Lunes 17 de noviembre de 2008.

Tipo: Directas y documentales.

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