SER MAESTRO ES NO ESCATIMAR SACRIFICIOS
Berta Fernández Rodríguez, Doctora en Ciencias Pedagógicas, asevera que la tradición en la calidad de los docentes ha sido, es y será la premisa fundamental del Varona en 45 años de trabajo.
Texto y foto:
CLEISBEL FONSECA GARCÍA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
En una casona verde de la calle 51, en Marianao, una señora espera impaciente. Mira a través del póstigo de la puerta y abre sin que yo pronuncie palabra alguna. Ya adentro, me dice: ”Pensé que no vendrías, llegas tarde”. Pequeña, menuda, con ojos azules ”habladores”, transmite dulzura y vitalidad envidiable. Tiene 65 años, es formadora de varias generaciones de estudiantes, y se enorgullece de ser fundadora del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona (ISPEJV).
Ha participado en eventos nacionales e internacionales, colabora en publicaciones especializadas en temas pedagógicos y entre sus múltiples reconocimientos se encuentra la distinción Silla de Educador Ejemplar. Sin embargo, muestra gran sencillez al expresar: ”Mi mayor satisfacción es que los alumnos me recuerden con cariño”.
A la Doctora en Ciencias Pedagógicas Berta Fernández Rodríguez, siempre le gustó ser maestra. En los primeros años de la Revolución terminó el preuniversitario y, en 1964, cuando el ISPEJV abrió convocatoria de exámenes, se presentó y aprobó. En 1967 se graduó en la Carrera Profesoral Superior de Biología y fue seleccionada, junto a tres compañeros, para quedarse impartiendo clases en el Varona. Así comenzó como profesora de secundaria básica y luego en preuniversitario. Berta siguió superándose.
-¿Cómo obtuvo el título de
Doctora en Ciencias Pedagógicas?
Después de graduarme continué estudios de posgrado. El Instituto, mediante la Comisión de Ayuda Mutua entre los países socialistas, tenía un plan de colaboración para la superación política de los docentes, y los profesores universitarios íbamos a diferentes regiones de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviética (URSS) para realizar los doctorados. Yo centré mi tesis en los medios de enseñanza, en esa temática fui de las pioneras en Cuba.
-¿Qué hizo para adaptar los conocimientos
adquiridos en la URSS, teniendo en cuenta
las diferencias entre la enseñanza cubana
y la de las repúblicas soviéticas?
En aquella época existía una cooperación entre los países socialistas. Los sistemas educativos cubanos se guiaban por las líneas de enseñanzas soviéticas, por lo que los profesores tuvimos que traducir muchos libros y, poco a poco, adaptamos nuestros programas en dependencia de la situación y la necesidad del momento.
Predominaba el método expositivo, la conferencia tradicional, donde el alumno era más pasivo, recibía los conocimientos y tenía que operar con ellos para garantizar su aprendizaje, pero el sistema no era tan colaborativo como los es hoy día. Nosotros tuvimos que transformar los programas para que la interacción entre el profesor y el alumno fuera mayor.
-A partir de 1959 se produjo una evolución
en la educación cubana, desarrollándose programas
para erradicar el analfabetismo en la Isla
y en otros países. ¿Participó en alguno de ellos?
En 1974 preparé a jóvenes del Destacamento Pedagógico Internacionalista Che Guevara, en la carrera de Biología, específicamente impartí las asignaturas de Botánica y Embriología.
-¿Cómo fue la experiencia con estos
jóvenes que se prepararon en poco tiempo
y que iban a colaborar en un país lejano?
Cuando surgió la necesidad de crear el Destacamento, se hizo un concentrado de la carrera pedagógica, se crearon las condiciones, desde el punto de vista logístico, y los muchachos tenían que estudiar a tiempo completo. Pero este grupo de alumnos estaba muy interesado, eran estudiantes de alto rendimiento académico que estaban motivados y emocionados por la misión que iban a cumplir.
Realmente el mérito fue de ellos, no de los profesores que les dimos clases. Recuerdo que en el tiempo libre conversábamos sobre Angola, nos pusimos todos a leer, estudiar y buscar libros sobre este país, ya que no sabíamos a cuáles provincias les tocaría ir. Sí tuvo una significación emocional importante para ambas partes, la solidaridad y el optimismo estaban en el ambiente.
-Actualmente en el Instituto está
involucrada en otros proyectos
internacionalistas, ¿en qué consisten?
Colaboro como asesora, coordinadora y miembro del Comité de Maestrías y Doctorados en universidades latinoamericanas, sobre todo de Brasil y Bolivia.
-¿Cómo es la educación de
posgrado en esos países?
El trabajo con personas adultas que superan el cuarto nivel es muy interesante, pero hay grandes diferencias con el sistema educativo cubano. Aunque existen universidades públicas y privadas, los que llegan a esta enseñanza son los que tienen dinero, salvo que logres una beca que te facilite los estudios. Allí si no pagas, no tienes acceso. Por ejemplo, para poder recibir los cursos que nosotros impartimos, gratuitamente en Cuba, los interesados de esos países tienen que pagar entre 3 500 y 8 000 dólares.
-¿Cuáles son las principales diferencias
entre la educación cubana y la de los
países de la región latinoamericana?
Las principales diferencias están dadas en el subdesarrollo educacional de los países tercermundistas. A los gobiernos elitistas no les interesa el bienestar de las masas, y la política influye en la enseñanza; mientras que Cuba, país libre de analfabetismo desde 1962, está llevando los fundamentos fundacionales de que todos tenemos derecho a la educación.
Esta ideología hace que ayudemos a países como Bolivia, Uruguay y Venezuela, donde en muchos lugares las personas no soñaban con coger un lápiz y papel, no conocían lo que era un maestro ni una escuela. La ayuda no ha sido económica, sino de calidad humana, porque la solidaridad es el principio que nos guía.
-A partir del 2000, con las transformaciones
en todas las enseñanzas mediante la Batalla
de Ideas, se ha dado un vuelco a la educación
en Cuba. ¿Qué opina sobre esos cambios?
En un país como el nuestro, donde el cambio ha sido obligatorio, ningún aula se puede quedar sin maestro y la Revolución hace todo lo posible para evitarlo. Debido a las condiciones de trabajo y los bajos salarios, muchos profesores abandonaron sus puestos en los años del Período Especial, por lo cual se hizo necesario buscar soluciones que erradicaran el problema.
El profesional no se puede formar de un día para otro, pero la situación hizo que se buscaran personas que resolvieran la crisis inmediata y, a la vez, se fueran superando. Por eso surgieron diversos programas como el de Profesores Generales Integrales y los maestros emergentes. Además, a Fidel Castro se le ocurrió la idea brillante de crear la universalización de la enseñanza.
En Ciudad de La Habana el déficit era mayor, por eso fue indispensable que muchos jóvenes cubrieran las plazas de maestros en la capital, fundamentalmente en las secundarias. Esto trajo como consecuencia la lucha entre cantidad y calidad, se corrió el riesgo de que la rapidez, el nivel y los resultados no fueran los adecuados.
Era inevitable que se afectara la calidad en comparación con la especialización de antes, pero se ganó en cuanto a eliminar el enciclopedismo y el ”memorismo”. Ahora la educación es más integral, capaz de resolver problemas, de preocuparse por cada alumno de forma individual y, en unión con la familia, busca conocer a fondo al estudiante, mediante el diálogo y la comprensión.
-Entonces, ¿cree que es la
solución más adecuada?
No se me ocurre pensar en otra. Aunque es bueno aclarar que en este curso, con la primera graduación de jóvenes maestros y la reincorporación de profesores jubilados, se tomó la decisión de aumentar un año más los estudios sin ejercer, es decir, que el estudiante que se prepara en la carrera pedagógica no imparte clases hasta tercer año, con el propósito de que tenga más consolidados los conocimientos.
-Como fundadora del Instituto,
¿cuáles son para usted los principales
aportes de este como rector de la
educación pedagógica en Cuba?
El principal aporte es su esencia, la cantidad de maestros que ha formado en los diferentes niveles de enseñanza durante 45 años. La tradición en la calidad de los docentes ha sido, es y será la premisa fundamental del Varona en casi medio siglo de trabajo. Formar buenos profesores y doctores en Ciencias Pedagógicas, quienes realizan estudios para resolver los problemas educacionales del país, nos identifica.
-¿Qué significación personal tiene el Instituto?
Llevo 41 años en él, es mi casa, mi familia, todo. En el Varona me formé y he enseñado a otros. Gracias a él he dado clases para formar masters y doctores en diversas provincias de la Isla y en países de América Latina. Otras oportunidades laborales mejores, en el sentido de comodidad, se han presentado, pero no las acepté porque somos una gran familia, tenemos una meta en común: mejorar la educación.
-¿Por qué surge la Facultad de
Ciencias de la Educación?
En los institutos todas las facultades tienen un ciclo de formación pedagógica. Independientemente de las asignaturas de la especialidad, se estudian otras de corte pedagógico que enseñan a trabajar al joven como maestro. Es decir, además se imparte materias como Psicología, Higiene escolar, Didáctica, Metodología de la Investigación, cuya función la asume la Facultad de Pedagogía, que posteriormente pasa a llamarse Facultad de Ciencia de la Educación.
El único Instituto que tiene una facultad dedicada a esta especialidad es el Varona, por ser rector y matriz del resto de los pedagógicos del país. En todos los demás solo existen departamentos docentes.
-Muchos han sido los alumnos y
las generaciones que ha educado,
¿qué hecho o anécdota la ha impactado
en todos sus años de trabajo?
No diría un hecho en particular porque lo que me marca, realmente, es ir por la calle y que me digan: “Profe, ¿no se acuerda de mí?” El hecho de dejar recuerdos y huellas en los alumnos, a pesar de los años, saber que les transmití mensajes e influí en la formación de sus valores y conocimientos, me hace feliz.
-Ha participado en numerosos eventos
pedagógicos nacionales e internacionales,
¿con qué objetivos se realizan estos y
cuánto han contribuido al desarrollo
de la enseñanza en Cuba?
El objetivo es posibilitar el intercambio. Es necesario que se conozca nuestro trabajo y se valore. El desarrollo se logra con el análisis, la confrontación y la asimilación de literaturas de las especialidades. Esos son los momentos imprescindibles para actualizarnos sobre lo que se ha investigado y socializar lo que uno hace, siempre buscando soluciones. Además, nos permite estar informados.
-Ha colaborado como autora en
la creación de folletos, guías de estudio y
materiales docentes, ¿cuál ha sido su
publicación más destacada y por qué?
Pienso que en el plano de los medios de enseñanzas, he colaborado en la creación de las líneas principales por las que se guía esta especialidad en el país. Las potencialidades de los medios de enseñanza, artículo llevado a una página web, es la publicación más importante en que he trabajado para la formación de maestros.
-¿Reconocimiento con el que
se siente más satisfecha?
Con la Placa de Fundadora del Instituto.
-¿Qué es indispensable para ser maestro?
Amor por la profesión, no verla como una forma de enriquecerse, sino ejercerla por placer, por querer ayudar a los demás. También, hay que ser muy sacrificado.
-¿El momento cumbre de su carrera profesional?
Existen dos momentos: cuando me reconocieron como maestra y haber recibido el título de Doctora.
-Si pudiera cambiar algún aspecto del
sistema educativo cubano, ¿cuál sería?
Las condiciones de trabajo del maestro, pues deberían ser mejores. Y trataría de buscar los mecanismos para que se logre un mayor reconocimiento social de los educadores.
-Como maestra, ¿la máxima meta a alcanzar?
Educar, para eso trabajamos. Ser maestro es no escatimar sacrificios.
Esta entrevista forma parte del libro en preparación Rostros del Varona, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario 45 de la casa de altos estudios pedagógicos.
Ficha Técnica:
Objetivo central: Dar a conocer la trayectoria y los aportes de esta profesional en la enseñanza, y sus opiniones sobre la situación actual de la educación en Cuba.
Objetivos colaterales: Ver, a través de la entrevistada, los diferentes momentos por los que ha transitado el sistema educacional del país.
Tipo de entrevista:
Por sus participantes: Individual.
Por su forma: Clásica.
Por su contenido: De opinión con elementos de personalidad.
Por el canal que se obtuvo: Vía directa con el entrevistado.
Tipo de título: De cita textual.
Tipo de entrada: De presentación.
Tipo de cuerpo: Clásico.
Clasificación de las preguntas: 1,2,3,4,5,6,7,14,15,16,17,18,19 y 20 (preguntas directas); 8,9,10,11 y 12 (preguntas de opinión); 13 (pregunta abierta).
Tipo de conclusión: De opinión del entrevistado.
Fuentes consultadas y clasificación:
Berta Fernández Rodríguez (Directa).
Currículo de la entrevistada (Documental).
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