LA MARAVILLOSA TELEVISIÓN CUBANA
ANABEL MIERES PÉREZ,
estudiante de segundo año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Por estos días la Oveja Negra retoma su peña, esta vez, en el cine Acapulco. Ello implica gran esfuerzo de los apasionados por el humor, pues desprenderse de la pantalla chica cubana, ¡no es nada fácil! Si asistiéramos a cuanto espectáculo humorístico se presentase en cartelera, dejaríamos de ver, aproximadamente, unos 350 ágiles e interesantísimos capítulos de una novela brasileña y sus inteligentes guiones incapaces de decepcionar a sus televidentes.
Bueno, realmente serían 700 si tenemos en cuenta que cada propuesta es repetida en más de una ocasión por la televisión, lo cual representa una ventaja para el público cubano, pues si no entendió los complicados parlamentos la primera vez, tiene la seguridad de que en el mismo año los volverá a escuchar.
También nos privaríamos de los novedosos e instructivos spots, sobre todo si pretenden reflejar fielmente la vida de los que nos representan en el Poder Popular. La televisión le permite ampliar su capacidad de análisis y dudar si entre las funciones de un delegado, que hace su trabajo por activismo, está resolver materiales o exigir que cumplan con su cometido los funcionarios que cobran por solucionar los problemas de la comunidad. Mientras usted se pregunta si los realizadores se asesoraron con los especialistas de la Asamblea Nacional, desde la pantalla le recuerdan que así son nuestros delegados.
¡Y qué decir de las críticas cinematográficas dominicales! Cualquier ateo rezaría para que una presentación de su interés no se efectuara en horas de la tarde, pues sería una lástima perderse los reiterados segmentos de la película que estrenarán en pocos minutos, aunque ya haya sido disfrutada por la casi totalidad de los habitantes del archipiélago en el canal Multivisión y de los interesantes datos que se le ofrecen del filme, como la trama, solo el nombre del director y de los protagonistas, pues al parecer las imágenes de los mismos en televisión están sobrevaloradas.
Pero lo más doloroso sería privarse de la reseña del capítulo de la serie que saldrá al aire en segundos, ¿quién no desea conocer el conflicto por el conductor, antes de descubrirlo uno mismo? Aplaudo a quienes practican esta efectiva técnica, pues así explican al televidente lo que presenciará durante 45 minutos y los libera del peso que representa imaginar la trama.
De efectuarse el espectáculo en horas de la noche, las privaciones se multiplicarían, pues no estar informado es serio. Es imperdonable perderse las noticias de los sobrecumplimientos de producciones en el país sin la explicación de lo que esto representa para la población, al igual que los reportajes sobre temas de alta prioridad en los que los periodistas no indagan en los antecedentes y consecuencias.
¡Ni hablar de las informaciones culturales! Es inconcebible que en el país más culto del mundo estas se dejen de ver, y más cuando resulta tan agradable hacerlo. El lenguaje técnico utilizado por los profesionales de la prensa se entiende a la perfección, así como el de los creadores, quienes, modestamente y como bueno mortales, expresan la misma idea desde todas las variantes posibles.
Similar tónica se repite en las entrevistas, donde interrogantes novedosas como ¿qué representa para usted? son las que más abundan en el género, parejo además, con las acertadas y oportunas preguntas como ¿qué piensa de nuestro país?, dirigidas a los visitantes sin tiempo de conocer más allá del camino desde el aeropuerto al hotel o las conjeturas de reencarnación cuando precisan que si volviera a nacer, ¿haría lo mismo? Es comprensible, pues para lograr la primicia, todo cuenta. ¿Por qué no habrá definido Jorge Timossi la cantidad de malas entrevistas que son necesarias realizar previamente para lograr una buena?
Seguramente Amaury Pérez y Magda Resik podrán informar el dato, pues parecen haber descubierto la fórmula para que los televidentes ajusten su horario y dejen pasar una presentación teatral: con dos buenos espectadores críticos que se quieran…basta.
A pesar de lo que implica asistir al espectáculo del grupo humorístico, realice un gran sacrificio y visite su peña, que pasará un rato entretenido, aunque sin comparación con el que le ofrece la Televisión Cubana, la cual concibe sus atractivas propuestas pensando en usted.
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