LA ESPERANZA DE CUBA, DEL MUNDO
LUIS A. GÓMEZ y NELSON G. BREIJO,
estudiantes de segundo año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Nadie ha logrado aún burlar el paso del tiempo. Los años llegan unos tras otros en una fila interminable y, cuando nos damos cuenta, llevamos en las espaldas un montón de vivencias que nos moldea. Para muchos, los recuerdos de la niñez son los más alegres y despreocupados.
Es en esta etapa cuando comienzan a formarse la personalidad y el carácter, cuando aparecen las primeras luces de esas potencialidades que nos acompañarán toda la vida. Tanto a nivel de familia como de gobierno, en Cuba son visibles los esfuerzos para garantizar al menos las condiciones indispensables que requiere el desarrollo pleno en las edades tempranas. Para los niños se trabaja porque, como dijera José Martí, con ellos crece la esperanza del mundo.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha destacado en reiteradas ocasiones que los índices conseguidos por esta ínsula en la protección de la niñez son los mejores de América Latina y el Caribe, equiparables con lo alcanzado en los países altamente desarrollados.
A pesar de las limitaciones impuestas por el bloqueo estadounidense a la Isla, y los efectos de la crisis económica, en todo el archipiélago constituye una prioridad garantizar el desarrollo de la infancia en temas tan esenciales como la educación formal, la cultura ambiental, la conciencia económica y la recreación sana y útil.
Gracias al esfuerzo de cada cubano y la voluntad política del gobierno, hoy no se conocen en la Isla fenómenos que laceran el desarrollo de la infancia en otras latitudes. La prostitución, el tráfico de menores, la pornografía infantil, las redes internacionales de pedofilia y otras tantas aberraciones apenas perviven en la memoria de los más viejos como oscuros recuerdos de otras épocas. En el país actualmente se conoce de ellas, sobre todo, por los contenidos que difunden los medios acerca de otras regiones.
Los códigos de la Niñez, la Juventud y la Familia figuran en la Constitución de la República como instrumentos rectores en la protección de los derechos de la infancia. Bajo su égida se diseñan, ejecutan y evalúan constantemente políticas sociales y programas para perfilar el desarrollo en los primeros años de vida.
Si bien el camino hacia la satisfacción de las necesidades y el aumento del nivel de vida de la población en general constituye un reto constante para la Isla, basta desandar un par de calles para comenzar a entender la magnitud de los logros de este país en la protección de las niñas y los niños.
En cualquier lugar, ya sea un improvisado terreno de pelota, una escuela o parque, puede verse a estos «príncipes enanos» en su peculiar ajetreo. Algunos exhiben una carcajada desbordada de inocencia y otros dejan ver la picardía de quien planea una pequeña trastada, en los más serios, quizás pueda adivinarse algún futuro científico.
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