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Isla al Sur

EL ONCE: UN NÚMERO IMPAR, PRIMO Y...

EL ONCE: UN NÚMERO IMPAR, PRIMO Y...

LESLIE ALONSO FIGUEROA,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Los centros educacionales con internamiento, o con beca, como se conoce por sus egresados, fueron característica de la formación preuniversitaria en Cuba; pero hace alrededor de cuatro cursos escolares se decidió prescindir de este método de enseñanza y sustituirlo, debido a las carencias económicas, por los pre urbanos en cada municipio.

En la provincia de Matanzas, con más o menos eficacia, por no contar con la infraestructura mínima en cuanto al claustro de profesores y la cantidad de espacios físicos, también se adoptó esa medida y se eliminaron todas las escuelas del plan citrícola de Jaqüey Grande.

Como en el resto del país, según las orientaciones del Ministerio de Educación de promover el interés por las carreras de las ciencias técnicas, biológicas, puras y especializadas, se mantuvo en la ciudad de los puentes el funcionamiento del Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) "Carlos Marx".

La vocacional, como es común entre los matanceros, sufre, junto a otros tres IPVCE del país como el de Guantánamo, la condición de tener restringido una vez al mes el pase para sus alumnos, la llamada oncena, pues permanecen 11 jornadas en la beca.

Esta escuela, desde la fundación en el año 1978, por su concepción arquitectónica, sobrelleva serios problemas con el abastecimiento de agua, con récords de cinco días, y la permanencia de toda su matrícula por dos semanas, complica más la situación.

Desde la estancia de mis padres por el instituto, luego la mía y ahora la de mi hermana, se ha dialogado con las autoridades pertinentes en la provincia y solo variadas excusas dan respuestas a tan desatinada y arbitraria decisión.

Citar algunas de ellas nos llena de ira a los que hemos vivido gloriosas oncenas en este sitio, porque en vez de recuperar turnos de clases se cubre el horario con operativos y jornadas masivas de limpieza; además, el resto de los pre en los municipios no tienen que asistir los fines de semana y, sin embargo, ambos centros tienen concebidos el mismo plan de estudio y examen final.

Quizá la excusa del transporte haya silenciado a los primeros padres que decidieron quejarse, porque el precio del combustible en el mercado mundial está cada vez más alto y poder distribuir a los alumnos por los catorce municipios de la provincia, desde Cárdenas hasta Calimete o desde la Ciénaga de Zapata hasta Limonar, es difícil.

El silencio de estos padres no perduró mucho, pues es fácil presenciar en los parqueos de la escuela, un domingo de visita durante esas oncenas, que la mayoría de los carros en los que se trasladan los familiares son propiedad del Estado, y el combustible que usan, distribuido por la empresa a la que pertenecen.

La alimentación está crítica, desde desayunar los sábados agua con azúcar hasta almorzar harina con boniato. Entonces, los alumnos ante un hambre indomable, aunque esto no sea una justificación convincente para cometer indisciplinas, se fugan del perímetro de la escuela para comer en las cafeterías particulares de los vecinos, y hasta ponen en peligro sus vidas porque tienen que cruzar la Carretera Central.

Permanecer en una beca por una semana es agobiante, por no tener las comodidades del hogar; además, las exigencias de la escuela, por su condición de mantener un índice de 85 puntos como mínimo, agotan física y mentalmente.

Momentos de diversión no faltan para las tensiones de un sábado de oncena: un chapuzón en el río de atrás de la montaña, un paseíto al Coppelia, el futbol en la piscina sin agua, o los agarrados en el tabloncillo en ruinas; pero eso también se disfruta en las tardes de miércoles o en las mañanas en las que se ausenta el profesor, por haber realizado una obstinante guardia durante el fin de semana.

Los domingos, aún desconozco el motivo, no abre el comedor, y los padres que no franquean ese día deben pedirle a su jefe la jornada libre.

La historia de la Vocacional de Matanzas es tan complicada como los problemas de genética, la geometría del espacio o los poemas del barroco que estudian sus alumnos.

Los egresados de este IPVCE recuerdan las ropas azules, por el uniforme; el rojo, por el monograma; las escaleras, por el anfiteatro; y el once, por ser un número primo, impar y ...

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