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Isla al Sur

JAVIER SOTOMAYOR: 2´45, UNA ALTURA CONVERTIDA EN UTOPÍA

JAVIER SOTOMAYOR: 2´45, UNA ALTURA CONVERTIDA EN UTOPÍA

KIARA GONZÁLEZ ESCOBAR,
estudiante de tercer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Ni el pertiguista ucraniano Serguéi Bubka, ni el saltador de longitud estadounidense Mike Powell imaginaron jamás que sus registros lograran sobrevivir ante el desarrollo del deporte mundial contemporáneo. Y como ellos, tampoco el cubano Javier Sotomayor creyó que su mejor marca de por vida, establecida en Salamanca, España, el 27 de julio de 1993 (2,45 metros) en la modalidad de salto de altura, llegara imbatible hasta nuestros días.

Lo cierto es que cada segundo que pase es un nuevo récord para este antillano, a quien los títulos no le opacan la sencillez, la ecuanimidad, y esa auténtica cubanía que lo caracteriza.

Acostumbrado al asecho de la prensa aún después de retirarse del deporte activo, aceptó gustoso tener este intercambio en el que además de abundar sobre su vida como atleta, hizo algunas consideraciones sobre el desarrollo actual de la disciplina en Cuba y el resto del mundo.

El tiempo avanza, pero para Sotomayor todavía es casi increíble que nadie haya logrado sobrepasar la altura de la varilla en los 2´45 metros: “Desde que hice mi primer récord (2’43) en 1988, estoy convencido de que alguien lo va a superar. Para suerte y orgullo mío, ha durado bastante, por supuesto cada día que pasa me siento más contento”, comentó.

Hasta hoy solo seis atletas han logrado, además de él, saltar sobre los 2´40. Algo que llama la atención es que en la actualidad los grandes eventos se ganan con marcas bien distantes de esa altura, “todavía no se vislumbra quien pueda romper el récord mañana o el año que viene, aunque puede ser que aparezca alguien de momento y en un día de suerte lo sobrepase”, agrega.

-En el caso de Cuba, el salto de altura

carece de figuras representativas,

¿qué opinas al respecto?

“Bueno, tuvimos a Víctor Moya, quien llegó a saltar 2´35, incluso fue medallista de plata en un mundial y campeón panamericano. Pero hace poco más de dos años sufrió una lesión de la cual no se ha recuperado, sobre todo mentalmente. A mí no me parece que quienes lo siguen sean atletas como para superarlo.

“Por ejemplo, lo mejor que tenemos hoy es un atleta que salta 2´25 metros, marca que puede aumentar en unos centímetros, pero no muy alto. Podría llegar a los 2´30 para estar sobre la altura mundial, aunque no entre los mejores.”

Indiscutiblemente el nivel competitivo en esta modalidad ha disminuido. “Agradezco mucho que me haya tocado la mejor época del salto de altura. Los mejores competidores de la historia estuvieron en mi momento; la rivalidad en la competición fue lo que propició que yo saltara tanto. Estoy casi seguro que si estuviera saltando en la actualidad lo haría sobre los 2´40 más o menos, no creo que llegara a 2´45”, precisó.

Javier Sotomayor cobija todos los premios habidos y por haber dentro de las competiciones del atletismo mundial que le tocó vivir: seis Campeonatos del mundo,  tres Juegos Centroamericanos y del Caribe, igual número de títulos en Juegos Panamericanos y el Oro Olímpico en Barcelona´92.

-Detrás de los grandes deportistas por

lo general siempre encontramos

excepcionales entrenadores,

¿en qué medida son estos últimos

responsables de los triunfos del atleta?

“Soy de la opinión de que un atleta tiene que nacer para destacarse, y eso lo logra preparándose. Pero también debe contar con la suerte de tener un entrenador a su lado que le permita explotar todas sus capacidades. Creo que pone más el atleta que el entrenador; sin embargo, los resultados solo se ven si tiene un buen guía. Diría yo que representan entre el 30 ó 40 por ciento de los resultados.

“Mi primer entrenador en Limonar (Matanzas) influyó mucho sobre todo en iniciarme en el atletismo, era muy atento, siempre estaba detrás de los atletas, ayudó a que me gustara el deporte, me enseñó la disciplina para tener buenos resultados. En la EIDE (Escuela de Iniciación Deportiva) también tuve otros que hicieron lo propio, pero al que más agradezco es a José Godoy Sánchez, quien estuvo conmigo desde al año 1982 hasta 1990 cuando falleció, con él llegué a saltar 2´44. Él me educó no solo en el terreno deportivo sino fuera del mismo. Todos mis resultados y creo que también mi vida, socialmente hablando, se la debo a él.”

Aún cuando los triunfos abundan, también hay momentos que marcan negativamente y por supuesto quedan en la memoria de todos los seguidores en el mundo entero. Sotomayor fue  acusado  de dopaje cuando ganó la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, en 1999, fue suspendido por dos años, sanción que se redujo a solo uno, pero impidió la preparación completa para los Juegos Olímpicos de Sidney en el 2000.

“Para mi ese fue el peor momento de mi trayectoria. Porque me acusaron de algo que no había cometido y es por eso que mi conciencia estuvo y estará siempre tranquila. Para suerte mía, muchas personas creyeron en mi inocencia y me apoyaron. Fue un año de mucho sufrimiento e incertidumbres.”

-De todos los premios que

recibiste, ¿cuál representa más?

“Para casi todos los deportistas la medalla olímpica es lo más deseado. Para mí no es que la ponga en un segundo plano, pero si  yo hubiera tenido el récord del mundo por poco tiempo, lo más importante hubiera sido la medalla de oro en los Juegos Olímpicos, pero contar con el éste casi por 25 años no tiene comparación. De hecho, en el mundo los aficionados me conocen más por el récord del mundo que por ser campeón olímpico, aunque muchos lo saben.”

En el 2001 se retira del deporte activo y once años después de tomar tal decisión confiesa haberse acostumbrado un poco. “Al principio fue muy difícil para mí. Estuve un año, yendo a la pista sin llegar a la media luna del salto alto, es decir, sin pisar el lugar donde saltaba. Cada vez que veía cualquier evento o mitin deportivo, me sentía con mucha nostalgia. Y hoy igual la siento, pero en menor medida, me he adaptado a la idea de que ya no puedo saltar más.

“Siempre me gustó la música y estuve alrededor de cuatro años con un proyecto musical; fundé el grupo Salsa Mayor que me hizo sentir bien, sobre todo conmigo mismo. Fueron años que no sabía qué hacer con el tiempo libre que había obtenido luego de que me retiré y lo empleé en algo que me fascinaba. No se trata de que haya sido útil o no, pues para mí, sí lo fue.

“Quienes empezaron en aquella época en Salsa Mayor también se sintieron muy bien, para la mayoría fue una escuela, allí se dieron a conocer y hoy algunos siguen en la agrupación, otros pertenecen a orquestas de primera, como la de Pupy y los que Son Son, la Charanga Habanera, Elito Revé y el Charangón, etc.”

A partir de 2005 se desempeñó como manager del equipo nacional de atletismo, labor que realizó hasta hace unos meses. Eso significa que “representaba a los atletas, coordinaba todas las competencias internacionales con los organizadores de cada uno de los mítines en el mundo entero. Me encargaba de garantizar la infraestructura necesaria para ellos, hospedaje, comida, transporte interno, aéreo, etc. No era una tarea fácil.

“Nunca me dediqué a entrenar directamente. No por falta de interés, solo que me  hubiese sentido frustrado por no encontrar a un atleta que lo hiciera como yo.”

Javier o “el Soto”, como también se le conoce, es de esos cubanos que al pasar hay que voltear la cabeza, amante de la comida criolla, pero que no se resiste ante una buena pizza, se confiesa fanático de la timba, prefiere estar acompañado de las buenas amistades y tener la vida ocupada.

-Después de tantos éxitos puede parecer

que cumpliste todos tus deseos, el retiro

permite pensar en las cosas que

quedaron, ¿qué te faltó por hacer?

“Pues me hubiese gustado saltar 2´47. Las continuas lesiones y la muerte de mi entrenador en 2000, fueron dos factores que me impidieron lograrlo, pero ese era mi objetivo”.

Mientras muchos atletas ven caer sus récords una y otra vez, Sotomayor se acerca a 25 años sin encontrar candidato fuerte a ocupar su plaza. Los 2´45 se han convertido en utopía inalcanzable en el atletismo contemporáneo.

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