BEISBOLERO O FUTBOLISTA, ¿DOBLE PASIÓN?
DIANELIS REMEDIOS SEGUÍ,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
El beisbol es una parte esencial de la cultura cubana, sin embargo, ha sido opacado en estos últimos tiempos por el fútbol.
¿Quién dice que no es emocionante un jonrón de Antonio Muñoz definiendo la victoria para Cuba contra Japón en el mundial de 1980, o ver cómo el pitcher avileño Dachel Duquesne domina, jugador tras jugador, en el último juego de la final de la 55 Serie Nacional de Beisbol?
Parece ser que las bicicletas de Cristiano Ronaldo o los balones de oro de Leonel Messi están en el top de las conversaciones entre la joven generación y también de algunos, no tan jóvenes, que se han dejado llevar por la algarabía de bubuselas de merengue o catalanas.
He escuchado varias veces fuertes discusiones por intentar convencer a alguien que Ronaldo o Messi es el mejor futbolista del mundo, y para ello saben de memoria una lista de récords de su favorito acompañado de un montón de defectos del contrario, hasta parecen sus agentes personales. Sin embargo, siempre hay algún que otro sensato que para no entrar en disputa finge que prefiere a Zlatan Ibrahimovic o Wayne Rooney.
¿Acaso nadie se acuerda de cuando los altercados eran sobre Germán Mesa y Eduardo Paret o entre Juan Padilla y Antonio Pacheco? Los primeros, un dúo de torpederos espectaculares y los segundos, dos camareros fuera de liga.
En caso de alguna duda preguntemos a un muchacho de secundaria, o de pre, o cualquier joven y de seguro sabrá quién es el pichichi de la Liga española, y ¿conocerá que Orestes Kindelán es el mayor jonronero de la historia de nuestro deporte nacional?
Cuba se solía dividir entre Santiago o Industriales, ahora hay pasiones dobles, se clasifican entre ellos mismos como pinareños-madridistas, o avileños- barcelonistas y viceversa. Pareciera que los españoles están intentando colonizarnos otra vez, pero mediante el deporte.
En las calles ya no caben tres bases y un pitcher, pero sí hay espacio para “un cinco pa´ cinco” y dos porterías. Pocos extrañan el estadio Latinoamericano repleto y muchos solo sueñan con ir, algún día, al Santiago Bernabéu o al Camp Nou.
Arlys Zamora Sanamé, director del comisionado capitalino de Beisbol, asegura que varios juegos de la serie provincial se tuvieron que suspender por falta de guantes; y hubo que rellenar plantillas con jovencitos de quince años, que deberían jugar en juveniles.
Es aquí cuando pienso de nuevo en Antonio Muñoz, el Gigante del Escambray, que bajó de aquellas lomas jugando tremenda pelota porque tenía un terreno donde practicarla.
Mientras la televisión cubana sigue usando recursos para transmitir juegos en vivo de la Liga española, la Liga de Campeones y hasta la Liga alemana, los estadios municipales parecen cañaverales y en ocasiones las pelotas no alcanzan para terminar un juego.
Quizás la magia está en que a Sergio Ramos y a Dani Alves no se le acaban las esféricas y juegan en terrenos verdísimos y gigantes, pero en el beisbol cubano nunca se ha tratado de eso, sino del amor que ponen los jugadores y aficionados, y juntos hacen de este deporte un espectáculo emocionante que aún muchos disfrutan.
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