CUANDO EL AMOR NO ALCANZA
DANIEL MONTERO PUPO,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
Hace poco leí un trabajo referente al alarmante número de peloteros que habían dejado el país durante el pasado año (2015). No recuerdo la cifra exacta, pero eran más de ochenta, lo cual supone casi tres equipos completos. Sin embargo, en mi mente quedó una duda, ¿a cuánto ascenderá el número de atletas de cualquier deporte que tomaron el mismo camino? Esa es una estadística que me gustaría conocer.
Todos nos enteramos cuando se marcha una estrella, sobre todo si es del pasatiempo nacional, el estruendo se escucha en cada esquina del país. Pero la realidad es que mucho talento joven, tal vez las estrellas del futuro, son quienes predominan en estas situaciones.
Cuando se entera, la gente entabla discusiones en cada esquina. “Hizo bien”, “hizo mal”, “ya veremos qué pasa con él”. Pero creo que la verdadera discusión debería ser por qué pasó, y qué hacer para evitar la recurrencia.
La carencia de terrenos e implementos se hace sentir desde la base. Sin embargo, la calidad de los deportistas cubanos evidencia que el talento no falta, al menos eso no. Crédito aparte y destacado para los forjadores de ese talento, los entrenadores que apenas con casi nada hacen casi todo para lograrlo.
Pero creo que el principal detonante de quien se marcha es lo bajos que son los salarios de los jugadores, incluso de los mejores. Nuestro deporte es amateur y responde a ideales de igualdad social y de la no privatización, pero es necesario remunerar mejor a hombres que de estar en otro país ganarían millones de dólares, y están conscientes de ello. Quede claro que en ningún momento estoy diciendo que nuestro país pueda o deba pagar esas cifras, pero no creo que tampoco pueda ni deba seguir pagando las actuales.
Cabe destacar que los de ahora son los más altos del deporte revolucionario. Las normativas aplicadas hace un par de temporadas para el aumento de los salarios a deportistas suponen un reconocimiento al cambio necesario, aunque no lo considero suficiente, no son consecuentes con los años de sacrificio y devoción a una disciplina, ni al reconocimiento social que alcanzan.
En una reciente entrevista, Carlos Yanes, gran pitcher de nuestras series nacionales y actual entrenador de pitcheo del equipo de la Isla de la Juventud, comentaba que es complicado mantener motivados a los jóvenes del conjunto ante sus perspectivas. Sobre todo, considerando que el equipo pinero es uno de los que mayor cantidad de jugadores pierde cada año. Esa situación la viven casi todos los equipos en mayor o menor medida, y no solo en el beisbol.
Por otro lado, tenemos las contrataciones de atletas cubanos en ligas foráneas. Tema impensable en el pasado y que se ha convertido en un gran estímulo, pues ya no es la salida ilegal la única manera de jugar en ligas diferentes, y cabe decir, mejores. No es menos cierto que ese proceso apenas está comenzando. Hay mucho que analizar y tener en cuenta, pues tampoco se ha de dejar de lado nuestra serie de beisbol, por ejemplo.
Existe también un componente ético y de ideales que ya no es el mismo que en otros tiempos. Muchos tienen aspiraciones que son diferentes de lo que nuestro deporte y nuestro país les ofrecen. Y contra eso hay poco que hacer.
Está claro que el amor no está siendo suficiente. Es tiempo de dejar de actuar en consecuencia con la idea que se tiene de cómo deberían ser las cosas y empezar a reaccionar ante la realidad de las mismas. No podemos cambiar la manera de pensar de las personas, ni podemos crucificar moralmente al atleta que decida probar suerte. Lo que podemos hacer es tratar de adaptarnos a los nuevos tiempos de la mejor manera posible, y buscar en el espejo antes de mirar a la distancia.
0 comentarios