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Isla al Sur

LENGUAJE DE NIÑOS

LENGUAJE DE NIÑOS

Aunque para muchos el juego es una pérdida de tiempo, en realidad es un medio  fundamental para el desarrollo psíquico-motor de los pequeños.

VENUS CARRILLO,

estudiante de primer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación de la

Universidad de La Habana.

Foto: ALDO MEDEROS


Un bebé acaba de abrir los ojos después de la siesta. Mueve las manitas en busca de algo. Tal vez solo  tenga hambre, o desee el calor de la madre. Se le complace, y acompañado de esto sus padres le dan un juguete. Ahora el pequeño juega con su maruga. ¡Y pensar que algo tan simple como agitarlo, llega a ser una de las primeras formas de relacionarse con el mundo que le rodea!

Estos lazos de afecto que se establecen en las primeras etapas de su vida, contribuyen a sentar las bases de las relaciones que tendrá en la adultez. Él  aprenderá mediante de la acción; por lo tanto, a medida que crezca necesita gozar de mayor libertad para explorar y jugar.

Las acciones son sus palabras

El juego es el lenguaje adecuado del niño para expresar sus fantasías, sus conflictos, sus sentimientos, su modo de captar y transformar la  realidad. Le ofrece la posibilidad de desplegar su iniciativa y de ser independiente, en vez de dejarse llevar por lo que ya está dado.

La  licenciada en Psicología Infantil, Regla Morales Correa, comentó que la actividad lúdica es un medio necesario para la gestación y consolidación de  la seguridad del niño. La conducta activa que pueda desarrollar durante su esparcimiento le hará asumir un rol protagónico en las relaciones interpersonales y aceptar sus propias limitaciones.

“Durante el juego, el niño encuentra situaciones apropiadas para ejercitar su poder, expresar su dominio y experimentar un sentimiento de gozo ante el descubrimiento de lo nuevo y de sus posibilidades de invención”, agregó la licenciada.

En la formación de la personalidad  las experiencias lúdicas toman un gran valor, pues todo lo que se aprende por este medio luego se transfiere a la vida; o sea, tanto los comportamientos, como los capacidades, hasta llegar a exteriorizar su particular modo de reaccionar ante el mundo, y aquellas inclinaciones que señalarán rasgos de su futura vocación.

El contenido del juego -explicó la psicóloga-, expresa un nivel de desarrollo instintivo, así como también un nivel de organización de las estructuras cognitivas (de pensamiento). El juego que se desarrolla en la niñez es sin duda la mejor base para una adultez sana, exitosa y plena.

El juego, ¿fantasía o realidad?

Según la pediatra del hospital Juan Manuel Márquez, Caridad Ávila, el niño distingue muy bien entre la realidad del mundo y sus juegos. Lo que ocurre es que toma en serio ese mundo fantástico pues está íntimamente ligado a él.

¿Cómo ocurre esto? Muchas emociones penosas pueden convertirse en situaciones más ligeras o, incluso, motivo de jarana, al darse en un ámbito protegido, en el que nada malo puede pasarle, lugar donde vuelca grandes afectos.

“De la relación dialéctica sujeto-objeto, nace en el ser humano la posibilidad de transformar la realidad y de crearla, transformaciones y creaciones que se hayan subordinadas al desarrollo cognitivo y a la capacidad creadora de cada sujeto.

“El juego es un elemento mediador de la comunicación. Compromete al cuerpo como un eje que evoluciona hacia la relación del cuerpo con el objeto, y culmina con la utilización  de reglas como espacio entre lo externo y lo interno”.

Por tanto, el juego se convierte en un ámbito de verdad para el niño. Es decir, primero funciona como escenario de su mundo interno, y luego marcha hacia la inclusión de condiciones reales. Esto permite el acceso al conocimiento de la verdad, definida entre la necesidad y la satisfacción. Es la  propia actividad física lo  que lo ayuda a resignarse ante lo imposible, y superar su mundo imaginario.

Cuando yo juego a las casitas creo que ya soy grande como mi mamá, porque hago la comida y tengo hijitos. Pero sé que solo es un juego, a mi me gusta ser una niña todavía. Eso respondió la pequeña Thalía, al preguntarle sobre sus actividades recreativas. 

El jugar es un deseo, el deseo de ser adultos. De esta forma, los niños imitan lo que conocen de la vida que les rodea, aprenden e interiorizan roles y actitudes; y al tomar esos elementos de la realidad, crean su propio mundo.

“Mamá, déjame otro ratico más”

“Es muy bueno que los niños jueguen, pero no se le puede dedicar tanto a una actividad que no les reporta mucho. Además, no dispongo de tanto tiempo para dedicarme a jugar con ellos”.

Así como Marilín Pérez, madre de dos niños, muchos padres subestiman el valor de la actividad lúdica en el desarrollo infantil, por lo que no ofrecen a los pequeños las oportunidades suficientes para jugar.

Sin embargo, la buena disposición de los adultos frente al juego es una de las condiciones importantes para que ellos aprovechen al máximo los beneficios del mismo.

Para el adulto lleno de ocupaciones es más fácil tener al pequeño en el cuarto provisto de juguetes, que admitir su presencia y participar en su actividad. Pero no es suficiente con esto.

Según Daisy García, logopeda de la escuela primaria Celia Sánchez, del reparto San Agustín del municipio La Lisa, los miembros de la familia pueden ayudar al niño asignándole tareas sencillas con instrucciones claras, proporcionándole objetos para sus juegos y sugiriéndole nuevas actividades, sin llegar a dominarlos. Sólo deben observarlo atentamente y seguir sus ideas.

“Deben ser pacientes y tener confianza cuando el niño insiste en hacer algo solo. Si ellos juegan son aptos para desarrollar una forma personal de vida y convertirse, ocasionalmente, en una persona adulta. Siempre que esté a salvo de cualquier peligro, esforzarse por hacer algo nuevo y difícil es un avance para el desarrollo infantil”.

Además, en este mundo de prisas y apuros que se vive, los padres se olvidan de lo más valioso que les pueden otorgar a sus hijos: tiempo para compartir con ellos. Tiempo para educar y adquirir hábitos. Tiempo que el niño necesita pasar con sus padres. 

Cuando el niño es pequeño necesita sentirse amado y cerca de sus seres queridos. Que no sólo lo quieran por sus logros o porque se porte bien, sino tan solo por ser una parte esencial de la familia.

“Quiero tiempo pero no tiempo apurado, tiempo de jugar que es el mejor, por favor me lo da suelto y no enjaulado dentro de un despertador”. Tal vez si se les brinda el momento suficiente, no sea necesario que nuestros niños canten esta canción  de M. Elena Walsh. 

La carriola o el video juego

No hay niño que ya no sepa de la existencia de los videojuegos. Es más, para muchos suelen ser sus juguetes favoritos, al contrario de los esparcimientos tradicionales que al parecer han quedado en  el recuerdo. Jugar de una forma no implica desechar la otra. Ambas son complementarias y cada una le aporta beneficios.

Los juegos “a los que se ha jugado siempre“, estimulan la imaginación, fortalecen el cuerpo  y facilitan la comunicación entre los participantes. Por ejemplo, las bolas mejoran la coordinación y la percepción espacial a la hora de trazar los recorridos de las mismas. La gallinita ciega es buena para desarrollar el sentido del tacto y la orientación. Jugar a la pañoleta estimula la atención y la apreciación de las distancias entre los dos equipos que compiten.

Según el libro Juegos Infantiles de Caridad Santos, en estos ejercicios de grupos es donde se alcanza la mayor socialización de los miembros, al poner a prueba la capacidad de los pequeños en la vida colectiva y el cumplimiento de las normas que el grupo impone.

“A mi me gusta mucho jugar a los escondidos, y a la chivichana porque me divierto y me río cantidad con mis amiguitos del barrio. No me gusta jugar con el atari porque hay que estar sentado todo el tiempo”, así opinó Samuelito, un niño de seis años de edad.

“La ventaja de los juegos tradicionales es que desarrollan una serie de facultades que son fundamentales en el niño, como la sociabilidad, la aceptación de los compañeros y la competitividad. También, son sanos pues él salta, corre y recibe la luz del sol”, comentó Rolando Rodríguez, padre trabajador del municipio Playa.

Sin embargo, en una encuesta realizada a los alumnos de primer grado de la primaria Celia Sánchez, se obtuvo que los niños hoy en día prefieren los videojuegos, más que los “juegos de toda la vida”.

El “Playstation” se ha convertido en uno de los pasatiempos más populares. Hoy día hasta existen videojuegos dirigidos a los bebés. Por una buena razón muchos padres de familia, educadores, y profesionales de la salud han cuestionado la influencia del mismo en el desarrollo y aprendizaje infantil.


La psicóloga Regla Morales aseguró que esos juegos virtuales atrapan al niño, le quitan su inventiva, le dañan su concentración, y por lo tanto, su capacidad de aprendizaje. Además, como son actividades totalmente sedentarias, tienen serias consecuencias en el crecimiento.

En el artículo El juego, del sitio web Nuestros niños.com, los videojuegos se comparan con los cuchillos, porque estos pueden ser herramientas útiles para cocinar y tallar, pero también son armas peligrosas, capaces de dañar y mutilar.

“Y, como los cuchillos, hay que mantenerlos fuera del alcance de los bebés. El aprendizaje de nuestros niños es una responsabilidad humana, no mecánica. Los videojuegos nos retan a cumplir nuestras funciones con ellos, a comunicarnos, supervisarlos y guiarlos al enfrentar lo que encontrarán en el mundo dentro y fuera de la pantalla.”

Contra el uso excesivo que hacen los niños de estos, la mejor arma que tienen los padres es recuperar los juegos tradicionales. Liberar a los más pequeños del exceso de actividades extraescolares y enseñarles a jugar fuera de la casa, es una tarea esencial.

Pero la polémica no termina así. Para otros especialistas en el tema este tipo de recreación aumenta la agilidad mental y visual de los niños y los estimula por la carga de acción que contiene.

“El videojuego es una forma de entretenimiento sano, siempre que la familia esté pendiente de cuánto y qué juega el niño. Como todo, los excesos son malos, y es ahí donde entra el papel de los padres. Deben tener en cuenta que también promueven algunas habilidades, y que con un uso moderado, este juego puede ser beneficioso para el desarrollo de un niño”, afirmó la logopeda Daisy García.

Mientras el escollo aumenta, nuestros niños seguirán alimentando sus cabecitas con algo  que tal vez no sea beneficioso para su desarrollo físico.

Por tanto, como padres (o futuros padres), exhortémoslos a jugar y recrearse en compañía de otros niños, que corran, que griten, que canten, que desempeñen roles en sus juegos, y sobre todo, tratemos de acompañarlos el mayor tiempo posible, hagamos un espacio solamente para ellos. Así quizás los ayudemos a crecer sanos y felices.       

Y como diría el Padre Calixto Vélez, de Colombia,”jugar es convidar a compartir una experiencia maravillosa donde el agotamiento físico parece que nunca llega”. Entonces, queda una sola invitación que hacer: ¡Vamos a jugar!

Ficha Técnica:

Tema: La importancia del juego en los niños desde las edades tempranas.

Tesis: Explicar el por qué los juegos infantiles son importantes para el desarrollo del niño.

Tipo de título: llamativo

Tipo de entrada: descriptiva

Tipo de cuerpo: bloques temáticos

Tipo de cierre: de moraleja

Estrategia de fuentes:

Psicóloga Infantil  Regla Morales Correa
Pediatra Caridad Ávila
Daisy García, logopeda de la escuela Celia Sánchez
Alumnos del primer grado de la misma primaria.
Sitio Web Nuestro niños.com
El libro Juegos Infantiles, de Caridad Santos
Madre: Marilín Pérez, dos hijos
Padre: Rolando Rodríguez
Niños: Samuel Castillo, de la escuela primaria Cuba-México (Vedado); Thalía González, quinto año de vida del círculo infantil, Jardín de la Alegría


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