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Isla al Sur

NUNCA ES TARDE PARA AMAR

NUNCA ES TARDE PARA AMAR

El inicio de una relación de pareja en la tercera edad puede ser opacado por los prejuicios sociales.

ONAISYS FONTICOBA GENER,

estudiante de primer año de Periodismo,

Facultad de Comunicación de la

Universidad de La Habana.

Si el Gran Inquisidor Tomás de Torquemada reviviera, seguramente llevaría a muchos a la hoguera bajo el cargo de herejes o, escandalizado con los tiempos modernos, tal vez caería nuevamente en su tumba.

Y es que por el siglo XV, época del citado personaje, la conducta de la sociedad se regía por dogmas establecidos, principalmente, por instituciones religiosas que hacían ver la vida como un “valle de lágrimas” y sumían la mente de las personas en prejuicios y tabúes en torno a su comportamiento.

A la par del desarrollo del hombre también han variado sus costumbres; mas es innegable la presencia de antiguos cánones en la sociedad actual.

Uno de los “mitos” o falsas creencias que persisten en la actualidad es el relacionado con la sexualidad en la tercera edad, etapa concebida en múltiples ocasiones como “necesariamente” inactiva respecto a relaciones de pareja.

La especialista en sociología de la Universidad de la Habana, Clarisbel Gómez, comenta que “los prejuicios alrededor de las personas de la tercera edad surgen a partir de la imagen que la gente construye sobre la longevidad, representándola como la etapa de la vida  en la que el adulto mayor tiene otras funciones sociales que cumplir, entre las cuales  iniciar una relación de pareja y fundar una nueva familia no es una prioridad”.

Pero, ¿solo los prejuicios de la sociedad obstaculizan o impiden el establecimiento de relaciones de pareja en la vejez, o es realmente la senectud un período de declive sexual?

¿Sólo límites de la sociedad o…?

La personalidad del adulto mayor ha sido estereotipada de forma negativa durante muchos años, lo cual provoca en ocasiones que estos asimilen la vejez como una etapa degenerativa. 

Prejuicios como “las personas de avanzada edad no son sexualmente deseables”, “la actividad sexual es mala en la vejez”, o “los ancianos ni están interesados ni son capaces de comprometerse en actividad sexual”, son cuestiones del entorno social que asignan poco espacio al interés carnal de los adultos mayores, asegura la doctora Vivian Zas Tabares, especialista en gerontogeriatría.

Se puede asumir, en resumen, que la creencia popular es que los “viejos” ya no valen como protagonistas de “novelitas rosa”; pero, ¿acaso ellos piensan igual?

María Antonia Rodríguez, de 61 años, divorciada, manifiesta que ya no se casa más, “no estoy para esas cosas”. Opinión similar a la de Zenaida Alea, de 68 años, viuda, quien piensa: “A esta edad lo que hago es cuidar de los nietos y de mi casa, aplaudo a quien inicie una nueva relación, pero yo tengo otras cosas a las que dedicarme. ¡Ni pensar en un hombre a esta altura!”.

Los ancianos son, en la mayoría de los hogares, quienes brindan consejo a sus descendientes y familia en general, son los que guían por el “buen camino” a quienes les rodean. Es difícil romper con las reglas y normas que forman parte de la educación de la persona, más aún cuando ésta se convierte en predicador de ellas.

La socióloga Clarisbel Gómez considera que para personas pertenecientes a grupos de edad avanzada es dificultoso desarraigarse de los conceptos que le han acompañado en todos los procesos de socialización en su vida, lo cual se convierte en un problema el enfrentar una relación de pareja en la ancianidad.

Dos es mejor que uno

Juan Carlos Reina, de 35 años, es hijo de una viuda de 66. Sobre la posibilidad de que su madre inicie una relación de pareja con otra persona, manifiesta: “Ya ella no puede estar en esas cosas, lo que le corresponde ahora es hacer las tareas de la casa y cuidar a los nietos”.

Situaciones similares suelen ocurrir frecuentemente. El adulto mayor es limitado por personas cercanas a él a la hora de reiniciar su vida amorosa.

Ivón Gutiérrez, trabajadora social del Centro Geriátrico Santiago Ramón y Cajal, en La Habana Vieja, atiende a varias parejas que han transitado por un contexto similar, sobre ello expresa: “Los ancianos tienen una voluntad muy fuerte, cuando se dan cuenta de que pueden reestructurar el concepto que su familia tiene sobre ellos y sobre lo que sería su vida, entonces logran que se adapten a la idea de que están recomenzando”.

Rigoberto Lorenzo, de 76 años, confiesa: “En el año 1994 perdí lo que más quería en este mundo, mi señora. Después me volví a casar con una mujer que es igual de buena que ella y a la cual supero en 17 años. Nunca olvidaré a mi primera esposa, pero la vida debía continuar sin importar lo que dijera la gente. Siempre he dicho que dos es mejor que uno”.

Algunos descartan la idea de que el adulto mayor pueda tener relaciones de pareja por la creencia de que esta solo sería funcional con sexo de por medio y los ancianos no están en condiciones de mantener una vida sexualmente activa.

Pero la verdad es otra, los cambios fisiológicos normales de la vejez permiten la actividad sexual, la cual resulta beneficiosa para la salud y la autoestima del adulto mayor.

“La relación sexual no se limita a penetración y orgasmo, también están los besos, las caricias, el sexo oral y los abrazos. Los ancianos tienen sus propias particularidades y compararlos con los jóvenes sería injusto y marginal”, precisa la sexóloga del Centro de Educación Sexual (CENESEX), Ana María Cano.

Amor en todas las edades

A pesar de que sus formas y el frescor de su rostro no revelan más de 60 años de edad, Carmen Luisa Aguirre es una anciana de 81. Esto no le impide compartir su existencia con un joven de 34 años.

El hijo no aprueba su relación con un hombre mucho más joven que ella, pues piensa que esta solo se basa en el interés, dado que su progenitora recibe cada mes una remesa del extranjero.

“Yo me siento muy bien con mi pareja. Me brinda un afecto distinto al que me dan otros seres queridos. Lo demás no importa”, explica Carmen.

Sobre casos como el de la octogenaria señora mucho se ha debatido. Generalmente se piensa que el único móvil por el que un joven estaría con un anciano es el dinero o cualquier otro interés, pero de amor verdadero…nada.

La especialista en Medicina General Integral del Centro Geriátrico Santiago Ramón y Cajal, Nancy Milián, refiere que “muchos ancianos experimentan temor al desempeño de una relación de pareja con alguien más joven, esto unido a la resistencia familiar ante dicha expresión sexual del adulto mayor.

“Lo cierto es que estas situaciones, si llegan a realizarse, no afectan en nada al anciano, quien puede perfectamente mantener una relación así, pues esta tiene un impacto  positivo en su autoestima, valoración de la vida y actitud hacia la sexualidad”.  

Tú me acostumbraste…
 
No solo cuesta trabajo a los ancianos desprenderse de los tabúes que han regido su vida, también sucede así con las generaciones a las que han influenciado.

El cambio de roles que se establece al no ser el adulto mayor quien contemple las relaciones de pareja de sus descendientes sino que estos hagan lo contrario, es una cuestión difícil de aceptar.

“Lo que sucede es que los ancianos siempre se han mostrado como los que te dicen «no llegues tarde de la fiesta», «fulanito no te conviene»…y entonces cuando cambian su posición también lo hacemos nosotros y eso es algo que asusta”, expresa Sissi Méndez, de 18 años.

“Creo que estas situaciones suceden porque los prejuicios y costumbres constituyen un problema generacional”, afirma la socióloga Clarisbel Gómez.

Las personas generalmente se manifiestan rígidas ante el cambio, y es que las costumbres, al transmitirse, crean ataduras que impiden su repentina variación. Mas, como enunció Rabindranath Tagore: “Dependemos del ayer, pero somos dueños del mañana”.

No hay mal que dure cien años

La solución al problema de los prejuicios vinculados a las relaciones de pareja en la tercera edad podría ser acaso tan escabrosa como la problemática en sí. La pregunta sería, ¿cómo cambiar las costumbres de cientos de generaciones?

“Se debe educar desde edades tempranas a la sociedad en pos de erigir una nueva cultura sobre la longevidad y eliminar así la base del conflicto”, afirma la socióloga Clarisbel Gómez.

Cambiar posiciones o establecer nuevas políticas es cosa de poco tiempo. Cambiar la mentalidad de varias descendencias es una tarea más extensa y trabajosa. No se trata de reubicar súbitamente todos los esquemas de la sociedad, sino de ir remodelando, poco a poco, los conceptos de esta.  

Las personas de la tercera edad están en plena autoridad de comenzar una nueva vida al igual que otras de cualquier generación. Llegar a esta etapa es, ante todo, un beneficio pues, como dijo José Martí: “Los años pasan madurando, no envejeciendo…los años santifican, los años embellecen; los años como aliento poderoso soplan sobre el espíritu”.

Recuadro:

La tercera edad es...

Como término internacional no se acepta "tercera edad" sino "adulto mayor", y se le llama así a toda persona entre los 60 y 74 años. Sigue a esta etapa la cuarta edad, longevidad -mayores de 90 años- y los centenarios - mayores de 100 años-.

(Doctora Nancy Milián, especialista en Medicina General Integral del Centro Geriátrico Santiago Ramón y Cajal)

FICHA TÉCNICA:

Tesis: Los prejuicios en torno a las relaciones de pareja en la tercera edad, limitan o impiden el desenvolvimiento de las mismas.

Tipo de título: Genérico
Tipo de entrada: Histórica
Tipo de cuerpo: Bloques temáticos
Tipo de cierre: De conclusión

Estrategia de fuentes:
Activas:
 Doctora Nancy Milián, especialista en Medicina General Integral del Centro Geriátrico Santiago Ramón y Cajal
 Clarisbel Gómez, especialista en Sociología de la Universidad de la Habana
 Doctora Vivian Zas Tabares, especialista en gerontogeriatría
 Doctora Ana María Cano, sexóloga del Centro de Educación Sexual (CENESEX)
 Ivón Gutiérrez, trabajadora social del Centro Geriátrico Santiago Ramón y Cajal
 Entrevistas realizadas a personas de edad comprendida entre los 18 y 35 años y a adultos mayores.
Pasivas:

 Artículo “Mitos de la ancianidad”, de Aloyma Ravelo
 Artículo “Nueva imagen de la vejez”, de Margarita Polo Viamontes


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