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Isla al Sur

¡NO QUEREMOS COTORRAS!

¡NO QUEREMOS COTORRAS!

Para María Elena Rodríguez, jefa y profesora de la carrera de Psicología en la Sede Universitaria Municipal de Centro Habana, se trata de formar a un profesional que no repita lo que dicen los libros, sino que con esos conocimientos ayude a transformar la sociedad, su entorno.

GESINE SCHROERTER,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.

Sábado, nueve de la mañana. En el cuarto piso del hospital Hermanos Ameijeira, María Elena Rodríguez habla con una alumna que parece nerviosa, pero bien sabe tranquilizarla, experiencia y profesionalidad tiene para ello.

Ella es la jefa de la carrera de Psicología en la Sede Universitaria Municipal de Centro Habana, y hoy acompaña a una de sus pupilas que defenderá su tesis en apenas minutos.

En el aula de Enfermería ya aguardan los invitados. Se trata de un momento en que alumna y profesora ponen a prueba sus habilidades; la estudiante con los conocimientos adquiridos; la profesora, su capacidad pedagógica.

Una hora y media más tarde, todo acabó. En las caras hay sonrisas, la razón: la estudiante obtuvo cinco en su tesis y, felizmente los presentes celebran. Conversan un ratito más y cuando todo el mundo sale del aula, la profesora María Elena empieza a hablar con cariño sobre su trabajo y de sí misma.

-¿En qué consiste su labor en el hospital?

Mis días siempre están llenos de ocupaciones. Pero me gusta lo que hago. Aquí trabajo principalmente con el grupo de médicos que acompañan a aquellos pacientes que van a recibir un trasplante. Como soy psicóloga, atiendo al enfermo y sus familiares antes, durante y después de la operación, porque el estado mental de ellos también es muy importante para el acto quirúrgico, en sentido en general. También tengo varias responsabilidades administrativas como segunda jefa de Servicio de Psicología en el hospital.

-¿De cuáles experiencias puede hablar referente a los estados psíquicos de sus pacientes en espera a un trasplante?

Existen muchas emociones mixtas en una situación como la de ellos. Por supuesto, tienen grandes esperanzas de una vida mejor, de una vida más larga, pero también sienten miedo porque saben de los peligros e inseguridades que existirán después de la anhelada operación; por ejemplo, los efectos secundarios de los medicamentos que tendrán que tomar para toda la vida. También está el asunto de saberse portador de un órgano que no es el suyo.

Se trata de brindarles una rehabilitación, una ayuda psicológica para la vida que emprenden tras salir del quirófano. Es una labor anónima de suma importancia por su contenido humano, donde no existen patrones de conductas y reacciones preestablecidas, donde se precisa de un seguimiento, un estudio cuidadoso de cada caso, de estar ahí analizando, dando respuestas a cada situación por compleja y tensionante que sean. 

-Después del día en el hospital, ¿cuándo empiezan sus clases en la Sede?

A las 6 de la tarde. Hay una resolución que dice que las clases no pueden empezar antes, porque la mayoría de nuestros estudiantes son trabajadores por el día y deben tener suficiente tiempo para venir a clases. Terminan a las 8.30 de la noche y, además, tenemos clases los sábados.

-¿Y cuando llega a la casa y tiene tiempo libre, qué le gusta hacer?

Me gusta leer un buen libro. El hecho que sea bueno es lo más importante. De los contenidos me interesan todos, por supuesto, cosas psicológicas, también novelas, ficción, historia. Me place ir a la playa, al campismo, igual que a fiestas y al teatro, junto a mi hija y mi esposo. Sobre todo me encanta reunirme con mis amistades, para conversar y pasarla bien. Estoy feliz de que mi hogar sea un panal de abejas, todos pasan por él.

-Usted lleva años asumiendo esas dos responsabilidades. ¿Cómo hace para salir adelante?

En primer lugar, yo soy una de los fundadores de la Sede Universitaria de Centro Habana, quiero decir que ya tengo raíces bien profundas en la institución. Y en segundo lugar, tengo la suerte de que me gusta mucho mi trabajo en el hospital, así como la enseñanza, la fuerza se encuentra en la misma ocupación.

-¿Cómo se desarrolló su deseo por ser psicóloga?

Siempre quise ser médico, ayudar a otros. En el preuniversitario tenía contacto con libros que hablaban de Psicología. En la buena biblioteca de mi beca yo me ocupada más de esos contenidos, pues me fascinaban. Entonces, finalmente, cuando me preguntaban sobre qué deseaba estudiar, sólo quería ser psicóloga, nada diferente.

-Veo que está usted llena de satisfacción y orgullo cuando habla de su profesión. ¿En qué radica la magia de la Psicología para usted?

La Psicología da la posibilidad de ayudar a otros porque los entiendes mejor. Tú puedes acercarte a ellos de una manera distinta, más profunda; también da la posibilidad de poderte conocer y entender mejor a ti mismo. Así creces. Seres diversos y complejos como nosotros es algo bonito y, como cada caso nunca es igual al otro, la psicología nunca será algo monótono o aburrido.

-Me imagino que así sea con la enseñanza de esos conocimientos. Antes de hablar sobre la carrera, me gustaría escuchar la definición de una Sede Universitaria.

La Sede Universitaria es una extensión de la Universidad de La Habana que ha posibilitado la superación de miles de personas en sus áreas de residencia, que le va permitir hacer realidad alcanzar un título universitario para servir mejor a la sociedad y ser también mejores seres humanos. Es una obra muy humana y revolucionaria.

-Comparado con la Alma Mater, ¿cuál es la diferencia principal y la ventaja de estudiar en una Sede?

La ventaja es que posibilita la combinación de trabajar y estudiar. Por tener un modelo de enseñanza diferente, los estudiantes no están obligados a venir al aula por el día. Ellos tienen menos horas de clases, pero deben estudiar mucho fuera de los edificios de las sedes.

-¿Quiénes son sus estudiantes, quién puede estudiar en una sede?

Verdaderamente, cualquiera persona. Tenemos dos modalidades, una que se llama Continuidad de Estudios, y otra que es el agregado de Educación a Distancia.

El primer modelo está compuesto del Programa de Superación Integral para Jóvenes, en el que pueden participar personas hasta la edad de 30 años que han terminado el preuniversitario o se han nivelado correctamente. De ellos, la mayoría son trabajadores.

En el otro modelo pueden estudiar todos, desde el joven de 20 años hasta el jubilado de 70 a 80 años, así como el ama de casa que quiere saber más. Esta modalidad sólo pide haber terminado el 12 grado o el equivalente.

En mi opinión, estas posibilidades son de gran importancia, porque estudiar debe ser el derecho de todos quienes quieran saber.

-¿Qué carreras se estudian en la Sede de Centro Habana?

El primer modelo tiene siete carreras: Psicología, Comunicación Social, Ingeniería Informática, Ingeniería Industrial, Contabilidad y Finanzas, Derecho, Estudios Socioculturales. El de Educación a Distancia tiene nada más que las últimas tres.

-Miremos un poco atrás: las sedes existen solo desde hace aproximadamente seis años. ¿Cuáles fueron las razones para su fundación?

Al principio del siglo XXI existía el problema que la Universidad de La Habana no daba cabida a todas las personas que querían empezar con una carrera. Por eso, se hizo un nuevo Programa de la Revolución que empezó en septiembre de 2001 y duró todo un curso, hasta julio de 2002. Se trataba de llevar la enseñanza superior a todos los municipios y dar esa posibilidad a todo el que quisiera, especialmente a los jóvenes desvinculados de los estudios.

Los propios profesores de la Universidad daban clases allí por las tardes y los sábados; pero luego fue necesario buscar otros sitios y más profesores por la gran cantidad de solicitudes. En el caso nuestro, encontramos cuatro escuelas secundarias en Centro Habana, nuestros "campus", como decimos nosotros.

-¿Qué le proporciona a usted la enseñanza?

Ver niveles y personalidades diferentes, cómo empiezan a estudiar juntos, cómo se desarrollan y logran sus propósitos. Debatir sobre problemas actuales del mundo, tener nuevos impulsos de los jóvenes. Lo que mis colegas en la sede no necesitamos de ninguna manera, son "cotorras" que solamente repitan lo que dicen los libros.

Queremos aprovechar la rica herencia de la historia de la pedagogía en Cuba, queremos trabajar con los frutos del razonamiento y del intercambio de ideas para ver, al fin, lo más bonito, un alumno graduarse así como la muchacha de hoy.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Nosotros, los del 280, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario de la casa de altos estudios cubana.

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