Blogia
Isla al Sur

LA CONSTANCIA TIENE ROSTRO DE MUJER

LA CONSTANCIA TIENE ROSTRO DE MUJER

Susana Morejón recuerda sus años como directora del Museo Nacional de la Campaña de Alfabetización y confirma la necesidad de revivir la memoria histórica que allí se guarda.

GLENDA ARCIA SOCORRO,
estudiante de primer año de Periodismo,
Facultad de Comunicación,
Universidad de La Habana.
 
Susana Morejón Martínez parece disputarle al tiempo cada segundo. Es de andar apresurado y mirada viva, como quien busca siempre la oportunidad de ser útil. Ha permanecido por 36 años en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona (ISPEJV); sin embargo, piensa que todavía no es suficiente: “Este lugar es mi vida. Aún me queda mucho por ofrecerle”.

No terminó el bachillerato. Iba a estudiar Química Analítica en la antigua Unión Soviética, pero enfermó antes del viaje. Todos sus planes fracasaron. Se quedó sin título de 12 grado y sin carrera universitaria. Fue entonces cuando decidió trabajar. Comenzó en el Vicedecanato de Investigaciones del Varona en noviembre de 1972, como parte del personal que participó en el procesamiento de los resultados de las indagaciones realizadas en torno al funcionamiento del Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech.

Con el propósito de alcanzar la condición de bachiller, matriculó en un curso para trabajadores. En 1982, se graduó en la especialidad de Historia, pero no ejerció como profesora porque ocupaba un cargo no docente.

-De Química Analítica a Historia, ¿no es un cambio demasiado brusco?

Me incliné por la Química porque la idea de viajar a otro país me era fascinante, pero siempre tuve preferencia por las carreras de letras. En el Pedagógico encontré la posibilidad de cumplir esos sueños. Le debo mi formación como profesional y como persona.

En 1983, Susana ocupó la dirección del Departamento de Actividades Estudiantiles Complementarias. Desde ese puesto atendió el trabajo realizado por las brigadas artísticas del Instituto. Su labor permitió que en 1990 el Pedagógico fuese el centro universitario más destacado en el XI Festival Nacional de Artistas Aficionados. Por eso, fue distinguida con la Medalla XX Aniversario del Varona.

“Siempre he dicho que recibí una recompensa mayor: la relación con los estudiantes. Algunos de ellos hoy son maestros; otros, músicos o pintores, pero todos continúan llamándome ‘profe’. Eso me ayuda a mantener un espíritu joven y a sentirme satisfecha con la profesión”.

Susana posee las medallas Rafael María de Mendive y José Tey, y la  Distinción Por la Educación Cubana. También está propuesta para recibir la Orden Frank País, máximo galardón que se entrega a los trabajadores de la Educación: “Para mí todos esos reconocimientos significan lo mismo: esfuerzo y dedicación”.

Actualmente, se desempeña como asesora de la Vicerrectoría de Extensión Universitaria, donde vela por el funcionamiento de las Cátedras Honoríficas, que agrupan a profesores encargados de estudiar la vida y obra de personalidades de la pedagogía cubana.

Yo sí puedo

Susana atesora el mérito de ser internacionalista. Entre septiembre de 2003 y julio de 2004, colaboró con el Programa de Alfabetización Yo sí puedo, en Michoacán, México. Allí fue asesora del Proyecto ALFA-TV, concebido para instruir a quienes lo necesitaban mediante clases televisivas.

“Michoacán se declaró Territorio Libre de Analfabetismo el 11 de febrero de 2008. Fue el primer estado mexicano en lograrlo. Creo que contribuí a ello con mi labor como asesora.

“Resultó maravilloso presenciar cómo las personas aprendieron a escribir su nombre en menos de dos meses. Recuerdo que en una de las visitas realizadas a la comunidad indígena de San Matías, en el municipio Ciudad Hidalgo, una señora mayor se acercó y me dijo: «¡Maestra, ya no tengo que firmar con una cruz gracias a la ayuda del pueblo de Cuba!»”.

-¿Qué diferencias percibió al confrontar el sistema educacional cubano con el de otra nación?

Cuando se viaja a un país capitalista se valora más lo que tenemos en Cuba. A veces, aquello que consideramos un derecho nos impide ver la grandeza en toda su magnitud. Mientras aquí el primero de septiembre todos los niños van a la escuela, en otros rincones del mundo las desigualdades son notables. Muchos menores no asisten a clases, incluso, no aparecen en el registro civil porque sus padres no tienen el dinero necesario para pagar la inscripción. Al comparar esa realidad con la nuestra, reconocemos realmente el valor de la obra educacional cubana y todo lo que el gobierno revolucionario ha hecho por su pueblo.

-Usted era muy pequeña cuando triunfó la Revolución. ¿Qué recuerdos relacionados con esa fecha permanecen en su memoria?

Nací en 1952. Tenía siete años, pero disfruté aquel momento al lado de mis padres. Ellos apoyaron siempre al Movimiento 26 de Julio y acogieron con júbilo la noticia del triunfo. Durante los días siguientes, mi familia colaboró con la organización de las casas de apoyo y la recogida de dinero para comprar armas. Juntos fuimos a Oriente para participar en el acto de celebración del 26 de julio de 1959.

Así fue como me vinculé a los proyectos de la Revolución desde muy temprana edad. Además, tengo el orgullo de pertenecer a la primera iniciación de pioneros, presidida por el Doctor Osvaldo Dorticós, presidente del país en aquel entonces.

Una nueva etapa

-Dentro de los principales sucesos ocurridos después de la victoria de enero de 1959 se encuentra la Campaña de Alfabetización. ¿Cómo valora ese hecho?

La Campaña fue una tarea que movilizó a los jóvenes y suscitó en el pueblo una enorme alegría. Constituyó el punto de partida para que hoy la educación cubana pueda exhibir ante el mundo todos sus logros.

El 29 de diciembre de 1964, se fundó el Museo Nacional de la Campaña de Alfabetización, único de su tipo en el mundo. Susana dirigió esta institución durante tres cursos a partir del año 2004: “La idea de un museo surgió de las personas que protagonizaron la Campaña. Para ello se recopilaron los expedientes de todos los miembros de la Brigada Conrado Benítez, los periódicos de 1961, objetos de los mártires, fotografías y las cartas de agradecimiento de los alfabetizados al Comandante Fidel.”

-Con respecto a las cartas, ¿alguna en específico llama su atención?

De las innumerables misivas hay una que me conmueve, sobre todo, por su sencillez. Pertenece a un anciano de 86 años que escribió: “Doctor Fidel Castro Ruz: ¡Te quiero mucho!”. ¡Cuánta gratitud en tan pocas palabras!

Otra carta interesante es la de Juan Martínez. En ella su autor expresa: ”Nunca me sentí cubano hasta que aprendí a leer y escribir”. Además del agradecimiento, las epístolas encierran un profundo patriotismo y la disposición de  apoyar a la Revolución.

El Museo cuenta también con una sala de investigaciones encargada de la compilación de documentos históricos relacionados con la Campaña: ”Aquí se reúnen datos que demuestran la continuidad del proceso alfabetizador, manifestada en la solidaridad de Cuba con otros países en cuanto a educación”.

-Un museo no debe conservar historias muertas, sino revivir cada recuerdo que guarda.

Eso depende mucho del amor con que se den las explicaciones a los visitantes. Lo que no se hace con el corazón, no transmite emociones. Durante mis años de trabajo en el museo puse el mayor empeño en el momento de guiar la visita dirigida. No se trata solamente de exhibir objetos y fotografías de la Campaña. Las personas deben sentirse parte del hecho que marcó el inicio de una nueva etapa.

También influye la relación que se establece con la comunidad mediante los conversatorios, la proyección de documentales y el apoyo al estudio de la Historia en los centros escolares. El continuo intercambio con la sociedad permite que el pasado cobre vida.

-¿Qué le aportó su estadía en ese lugar?

Revisar los documentos de las comisiones que trabajaron en la organización de la Campaña me permitió ver con claridad el impacto que esta tuvo en las familias cubanas.  

En una ocasión conocí a Evelia Domenech, madre de Manuel Ascunce. Su hijo fue torturado y asesinado mientras alfabetizaba. Aun así, ella continuó brindando su apoyo y alentó a la juventud a cumplir con el llamado de la Patria.

-La Campaña fue un verdadero reto para los jóvenes de aquel momento. ¿Cuál cree que sea el desafío de las nuevas generaciones?

Defender las conquistas de la Revolución; defender lo logrado para que no se pierda.

-¿Qué otro acontecimiento de los vividos por usted en la historia de la pedagogía cubana considera entre los más importantes?

Todos. Pero sobresale, por su valor, la creación del Destacamento Internacionalista Ernesto Che Guevara, en 1978. Sus integrantes partieron hacia la República Popular de Angola para alfabetizar allá, donde era necesario. Se repitió la hazaña de 1961.

Muchos de los docentes que hoy trabajan en el Pedagógico eran muchachos en aquella época. No soñaban ser maestros. Sin embargo, la Revolución los convocó y ellos dieron el paso al frente.

-Usted ha tenido la posibilidad de presenciar los grandes cambios que en materia educacional se han dado en nuestro país. Según su opinión, ¿qué papel ha desempeñado el Pedagógico Varona desde su fundación el 3 de julio de 1964?

Cada período histórico es diferente. “Debe hacerse en cada momento lo que en cada momento es necesario”, expresó José Martí. El Varona ha sabido cumplirlo. Cuando en 1972 surgió el Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech, el Instituto se encargó de la preparación académica de sus integrantes. Durante más de cuatro décadas ha contribuido con la formación y superación de profesores. En los últimos tiempos se ha propuesto elevar el nivel científico de sus egresados, así como lograr en ellos la verdadera integralidad. En esa faena se encuentra.

-¿Cree que si no se hubiese vinculado a este Instituto su vida sería diferente?

Ni siquiera lo pienso. Este ha sido mi único centro de trabajo y no me concibo fuera de él. Quizás si no hubiese enfermado, hoy sería una química analítica. La vida y mi salud lo impidieron. Ya no me imagino en otro lugar.

-¿Piensa Susana en la jubilación?

Todavía no. Aún tengo fuerzas y puedo contribuir un poquito más con el desarrollo de “mi Instituto”.

Esta entrevista forma parte del libro en preparación Rostros del Varona, escrito como examen final del género por alumnos de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, a propósito del aniversario 45 de la casa de altos estudios pedagógicos.

Ficha Técnica:

Objetivo central: Destacar la permanencia por más de 30 años en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona  de Susana Morejón, quien actualmente se desempeña como asesora de la Vicerrectoría de Extensión Universitaria.

Objetivos colaterales: Conocer las valoraciones de Susana Morejón sobre los diferentes momentos que ha presenciado en la historia de la educación cubana. Resaltar su labor como directora del Museo Nacional de la Campaña de Alfabetización. Conocer acerca de las experiencias como asesora del Programa de Alfabetización Yo sí puedo, en Michoacán, México.

Tipo de entrevista:

Por los participantes: individual.
Por su forma: mixta.
Por su contenido: de personalidad.
Por el canal que se obtuvo: directa.

Tipo de título: genérico.
Tipo de entrada: de presentación.
Tipo de cuerpo: mixto.

Tipos de preguntas declaradas: 1-cerrada, 2-abierta, 3-abierta, 4-abierta, 5-cerrada, 6-abierta, 7-abierta, 8-abierta, 9-abierta, 10-abierta, 11-cerrada, 12-cerrada.
Tipo de conclusión: de opinión o comentario del entrevistado.

Fuentes consultadas:

Entrevistados:

Susana Morejón Martínez, Asesora de la Vicerrectoría de Extensión Universitaria del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona.

Ivón Blanco, Vicedecana de Extensión Universitaria. Amiga y compañera de trabajo de Susana Morejón.

Tipo de fuentes: Directas. No documentales. Primarias.

0 comentarios